Capítulo 6: Ella encaja

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Gavi

Llego a la puerta de la casa de Pedri y sé perfectamente lo que me espera. No hace falta ser un genio para adivinarlo: un auténtico interrogatorio. No puedo evitar soltar un suspiro antes de acercarme al timbre. El camino desde el coche hasta la puerta ha sido más largo de lo normal, pero no porque lo sea realmente, sino porque mi cabeza no deja de pensar en lo que va a suceder al cruzar esa puerta. Tengo muy claro que en cuanto cruce el umbral de la entrada, voy a ser devorado por la seda de cotilleos. Ali, Sira, Val... las tres me tienen en el punto de mira.

Respiro hondo y pienso en salir corriendo, darme la vuelta y alejarme de esta situación. Podría decirles que me surgió algo del último momento, una emergencia en el club, cualquier cosa, pero sé que si me escapo hoy, me perseguirán hasta debajo de las piedras. Mejor acabar con esto cuanto antes. "Afrontar las cosas de frente", me digo.

Entonces, toco el timbre.

Casi de inmediato, como si estuvieran esperando con las orejas pegadas a la puerta, esta se abre de golpe y me encuentro de frente con el comité de bienvenida: Ali, Sira y Val, alineadas perfectamente como en una película de vampiros. Aunque bueno, en lugar de sangre, hoy tienen sed de información. Lo veo en sus ojos brillantes y en sus sonrisas casi depredadoras. Están deseando que abra la boca y les suelte todo.

—¡Gavi! —exclama Ali con una sonrisa enorme.

—Estamos hablando de ti —dice Sira con esa sonrisita traviesa que me pone los pelos de punta.

—Pasa, pasa —me empuja Val, sin darme tiempo a reaccionar.

Me siento como un cordero llevado al matadero. Apenas cruzo la puerta y ya estoy atrapado. Me obligan a sentarme en el sofá, y antes de que pueda abrir la boca, ya están rodeándome, todas con una sonrisa que no presagia nada bueno para mí.

—Bueno, Gavi, ¿nos vas a contar? —Ali va directo al grano, con los ojos brillando de anticipación.

—Contar ¿qué? —intento hacerme el tonto, aunque sé que no va a funcionar. Nunca funciona con ellas.

—Venga ya —Sira me mira como si no pudiera creer que estoy haciéndome el despistado—. Tú y Olivia, ¿cómo pasó? ¿Cuándo nos lo ibas a contar?

—Es verdad, ¿cuánto tiempo lleváis? —Val también se une al ataque, y sé que estoy en problemas.

Mierda.

—Pues... llevamos un par de semanas —improviso, intentando sonar despreocupado—. No es nada serio todavía.

Las tres se miran entre ellas, y sé que no me creen del todo. La cosa es que no saben que es todo una farsa. Nadie lo sabe. Solo Olivia y yo. Y precisamente por eso tengo que ser cuidadoso con lo que digo.

—¿Solo unas semanas? —pregunta Ali, arqueando una ceja—. Pues ha salido en todas partes como si llevarais años.

—Ya ves —respondo, encogiéndome de hombros—. Las cosas se exageran.

—Y dime, ¿cómo la conociste? —pregunta Val con una sonrisa, cruzando las piernas y apoyando el codo en la rodilla, como si fuera a disfrutar cada segundo de esta historia.

Mierda. Ahora toca improvisar bien.

—Eh... nos conocimos... haciendo la compra —respondiendo, recordando lo que habíamos acordado con Olivia. Pero no suena tan convincente como se esperaba.

—¿Haciendo la compra? —Sira me mira como si fuera lo más surrealista que ha escuchado en su vida.

—Sí, en un supermercado —confirmo, intentando sonar más seguro—. Fui a comprar algo rápido, y ella estaba ahí. Nos cruzamos, hablamos, y... bueno, desde entonces empezamos a vernos.

La chica de las volteretas [Pablo Gavi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora