Capítulo 4: Es un trato

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Gavi

Entro al establo con la gorra bien calada sobre la frente, las gafas de sol que apenas me tapan los ojos y las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta. Voy de incógnito, aunque siento que no lo estoy haciendo del todo bien. Tampoco tengo mucha experiencia en esto de esconderme, pero al menos lo intento.

Mis pasos resuenan sobre el suelo de tierra hasta que la veo. Olivia está ahí, como siempre. Se está recogiendo el pelo en un moño despreocupado mientras camina al lado de un chico que no reconozco. Parece hablar animada, sonriendo de vez en cuando. Me detengo un par de metros antes, observándola mientras intento pensar en cómo abordar esta situación sin que parezca raro. Pero al final, opto por lo más sencillo: levanto la mano a modo de saludo.

—¡Eh, Olivia! —la llamo.

Ella se detiene al escuchar mi voz, y al verme, sus ojos se agrandan con sorpresa. El chico a su lado también me mira, con una sonrisa divertida en la cara. Olivia se despide de él con un gesto y camina hacia mí, algo confusa. No me sorprende; Después de lo que pasó, aparecer aquí sin previo aviso debe parecerle, como mínimo, extraño.

—¿Tú qué haces aquí? —me pregunta directamente, entrecerrando los ojos como si estuviera esperando que mi presencia tuviera una explicación lógica.

—Podemos hablar en privado, por favor —le digo, intentando sonar amistoso, aunque sé que estoy algo nervioso.

Olivia mira a su alrededor, como si quisiera asegurarse de que nadie nos está mirando demasiado, y asiente. Me coge del brazo de una manera más brusca de lo que esperaba, casi arrastrándome hasta una pequeña habitación en el establo. Es una especie de oficina o almacén, no estoy muy seguro. En cuanto entramos, cierra la puerta y echa el pestillo. La situación me recuerda a esas películas de espías, y me hace gracia la intensidad del momento.

—Bueno, aquí estamos. —Se cruza de brazos frente a mí, con la ceja levantada—. ¿Qué es lo que quieres decirme?

La observo unos segundos, intentando encontrar las palabras. Pero en lugar de responder de inmediato, mi mente divaga un segundo en la dirección equivocada.

—¿Era tu novio? —le pregunto de repente, sin pensar mucho en lo que estoy diciendo.

—¿Qué? —me mira, claramente confundida.

—El chico con el que ibas antes —aclaro, tratando de sonar casual.

Ella suelta una carcajada, como si mi pregunta fuera lo más ridículo que ha escuchado en todo el día.

—¿Luis? No, no es mi novio. Es solo un amigo. —Sonríe, como si la idea de que Luis sea su novio fuera absurda.

—Ah... ya, ya. —Asiento con la cabeza, sin saber muy bien por qué he preguntado eso.

Olivia da un paso hacia adelante, perdiendo la paciencia.

—Vale, ¿qué quieres decirme? —pregunta de nuevo, cruzándose de brazos con una mezcla de curiosidad e impaciencia.

Siento la presión ahora. Me rasco la nuca, tratando de ordenar mis pensamientos. Había venido aquí con la intención de disculparme, pero ahora que estoy frente a ella, no estoy seguro de cómo empezar. Así que resoplo, como si eso pudiera ayudarme a soltar todo de golpe.

—Verás... siento mucho lo que ha pasado con las fotos, lo de la prensa, todo. —Empiezo de manera directa, mirándola a los ojos, porque sé que lo mínimo que puedo hacer es ser honesto.

Olivia suspira, pero no parece enfadada conmigo. Es más bien como si estuviera cansada de todo el asunto.

—No es tu culpa, Gavi —dice, encogiéndose de hombros—. La verdad es que sí, estoy un poco molesta, pero no contigo. Es solo que... todo esto es una locura.

La chica de las volteretas [Pablo Gavi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora