Capítulo 10: Sombras en el Bosque

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Rhode

Llevamos horas caminando por el bosque en silencio. Axl se mueve con una facilidad sorprendente entre los árboles, mientras yo trato de seguirle el paso, evitando tropezar con las raíces y las piedras del camino. A pesar de todo lo que me ha dicho, sigo sin entender completamente quién —o qué— es Axl. O qué quiere de mí. Pero por alguna razón, no puedo apartarme de su lado.

Me detengo por un momento, inhalando profundamente el aire fresco del bosque, y trato de reunir mis pensamientos. Este lugar es tan diferente al campamento; aquí hay una calma casi inquietante, un silencio que me hace sentir tanto en paz como en peligro.

—¿Qué es lo que quieres que haga exactamente? —le pregunto finalmente, rompiendo el silencio.

Axl se detiene y se da la vuelta para mirarme, con esa sonrisa enigmática que ya he empezado a reconocer.

—Quiero que observes, Rhode. Quiero que aprendas. Y sobre todo, quiero que entiendas —responde, acercándose a mí con pasos lentos y medidos—. Hay más en este mundo de lo que puedes imaginar. Y hoy, tendrás la oportunidad de ver parte de esa realidad.

Antes de que pueda responder, un viento frío atraviesa el claro, levantando hojas y ramas. Axl se detiene en seco, su mirada volviéndose seria de inmediato. Un escalofrío me recorre la espalda; algo ha cambiado en el ambiente, algo oscuro y peligroso.

—¿Qué pasa? —pregunto en voz baja, sintiendo el miedo crecer en mi pecho.

Axl no responde de inmediato. En lugar de eso, su mirada se desplaza hacia la oscuridad entre los árboles, como si estuviera buscando algo.

—No estamos solos —dice finalmente, su voz apenas un susurro—. Hay otros como yo cerca.

Me quedo helada, sin saber qué hacer o decir. Axl ha dejado claro que no es humano, pero nunca mencionó que hubiera otros como él. Y si son tan poderosos como parece ser él... ¿qué quieren?

Un crujido de ramas nos alerta, y de la penumbra del bosque emergen tres figuras. Son altos, esbeltos, y sus ojos brillan con un color similar al de Axl, pero hay algo diferente en ellos. Mientras que los ojos de Axl emiten una luz verde suave, los de estas nuevas figuras parpadean con un brillo oscuro y amenazante, como llamas verdes en la penumbra.

—Axl —dice uno de ellos, con una voz profunda y ronca que resuena en el aire—. ¿Qué estás haciendo aquí con esta humana?

Axl da un paso adelante, colocándose ligeramente delante de mí, como si intentara protegerme.

—Esta humana tiene un papel importante en lo que está por venir —responde con firmeza—. No es asunto de ustedes.

El segundo ser, una figura femenina con el cabello negro como la noche, se ríe con una burla evidente.

—¿De verdad piensas que puedes decidir eso, Axl? —dice, dando un paso hacia adelante, sus ojos resplandeciendo con malicia—. No olvides que todos estamos aquí por la misma razón. Y no podemos permitir que una simple humana se interponga en nuestro camino.

Miro a Axl, buscando alguna señal de lo que está sucediendo, pero su rostro es una máscara de concentración y tensión. No parece estar asustado, pero sí alerta.

—Rhode no es una simple humana —responde Axl, su voz tan fría como el viento que nos rodea—. Y ustedes lo saben. Por eso están aquí.

El tercer ser, un hombre alto y delgado con un aire de arrogancia en su postura, da un paso al frente y me observa con interés.

—Así que esta es la famosa Rhode —dice, sus ojos recorriéndome de arriba abajo como si me estuviera evaluando—. ¿Qué tiene de especial? No veo nada extraordinario en ella.

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