(六) REDENCIÓN

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Mu Qing sintió los labios del moreno cubriendo los suyos, el sabor del alcohol inundándolo por completo junto a esa fragancia varonil que amenazaba con volverlo loco... Una fragancia que no esperó sentir nunca más y que tampoco quería... No, no... Necesitaba salir de allí, tenía que lanzar lejos al otro Dios.

Pero le resultaba tan difícil...

Su boca se vio correspondiendo a aquellos besos húmedos y largos. Los dedos suaves de Xuan Zhen se enredaron en los largos cabellos del General Nan Yang atrayéndolo aún más a su boca, dejando que el hombre lo acorralara contra la pared más cercana. Su cuerpo en medio del frío muro y la ardiente piel de la Deidad. Un gruñido brotó de labios del moreno. Finalmente se estaba llenando del sabor del de piel pálida... Aquel Dios frío y gruñón se estaba rindiendo a sus besos.

—Nan Yang... —alcanzó a murmurar en medio de aquellos besos.

—Debiste pensarlo antes de besarme en la fiesta de Xie Lian... Debiste pensarlo antes de despertar la bestia en mi interior.

—Pero yo no... 

Los ojos de Mu Qing se humedecieron, él no recordaba de ninguna manera haber besado al otro General. ¡Él lo recordaría! ¿Podría ser cierto....? ¿Podría él haber cedido al deseo... después de tanto tiempo? ¿Ochocientos años más tarde...?

—Tú viniste a mí y me besaste... —siguió hablando el de tez morena mientras tomaba más de aquella boca suave y delicada, sus manos estrujando la cintura que fue objeto de sus más grandes fantasías—. Ahora sé hombre y hazte responsable. Sacia mi sed... Satisface mi hambre... —gimió contra su oreja, notando que se sonrojaba de una forma preciosa.

—Yo... No... No puedo... Mi cultivación...

La cultivación de Mu Qing exigía mantenerse libre de excesos como la lujuria y el alcohol... Por eso Nan Yang lo molestaba tanto con su virginidad, porque Feng Xin siempre fue mucho más promiscuo y todos lo sabían. Pero desde que el de piel clara le confesó que no era virgen... Algo ardió dentro del moreno... Algo que no podía describir.

Se preguntó cuándo había sido... Si se trataba de algún hombre o mujer. Quiso saber qué tenía de especial aquel o aquella que había gozado del cuerpo del delicado Dios. ¡Joder! Feng XiIn apenas y podía soportar la idea de otras manos en el cuerpo de Mu Qing. 

Desde la fiesta de Xie Lian, después del beso apasionado... Imágenes llenas de placer y lujuria entre él y Xuan Zhen inundaron sus sueños... Luego se hicieron presentes incluso durante el día, provocando erecciones que aliviaba con ayuda de su mano, porque estaba seguro que ningún Dios ni mortal podría bajarle la calentura que sentía... Solamente el objeto de sus fantasías. El DIos de delicadas facciones, más parecido a un Dios Civil que a un Dios Marcial.

—Al diablo con tu cultivación...

Gruñó el general Nan Yang justo antes de tirar al hombre sobre la cómoda alfombra del lugar. Algunas cosas se cayeron, pero Mu Qing, tan cuidadoso de cada detalle, no tuvo tiempo de pensar en ello. Solo aceptó el deseo en su interior... Ese deseo primitivo de dejarse envolver por el otro Dios... Sus bocas se devoraron la una a la otra. 

Feng XiIn rasgó las ropas del Dios más delgado y cubrió cada trozo de piel desnudo con besos ardientes... Sus manos no se dieron a basto recorriendo todo a su paso. Mu Qing gimió fuerte y alto... sabía que aquel error no se repetiría de nuevo... y pensaba disfrutarlo hasta el final.

—¿Quién fue? —Preguntó Feng Xing con urgencia, con la ira carcomiendo su corazón—. ¿Quién te mostró este placer antes de mí?

—Sólo cállate y hazme el amor.

—¡Necesito saberlo!

Los ojos de Mu Qing se clavaron en los ojos del General Nan Yang.

—Eso no importa...

El moreno no quedó satisfecho con esa respuesta, pero solo pudo gemir de placer cuando su gruesa polla se perfiló con la apretada entrada de Mu Qing... Entonces empujó lentamente y se clavó completamente en su interior. Una fina capa de sudor cubrió al de tez pálida y gritó de gozo cuando se sintió tan lleno por el otro General... Era tan jodidamente. ¿Por qué mierda se sentía tan correcto hacer aquello?

Mu Qing estaba transgrediendo cada una de sus reglas... estaba rindiéndose ante el fuego pasajero de Feng Xin. Sabía lo que vendría después... Sabía que el hombre no volvería a llamarlo... que todo estaría igual o peor que antes y que su corazón se haría mierda. Pese a todo, con esa inminente verdad, él ahí estaba gimiendo bajo el grueso cuerpo contrario. Sus uñas arañando la espalda del moreno, marcándolo como suyo, mientras la boca de Feng Xin dejaba marcas rojas y púrpuras sobre su cuello y, de vez en cuando, chupaba sus pezones como si fueran las más dulces golosinas del mundo celestial.

—¡Ahora eres mío, Mu Qing! —Gimió ronco el general justo antes de vaciarse en su interior, explotando su liberación. El otro Dios arqueó su cuerpo y derramó su semilla en el vientre ajeno... mientras cerraba los ojos y una lágrima de placer resbaló por una de sus mejillas, al tiempo que cerraba los ojos... ocultando el rostro en el arco del cuello contrario... Bebiendo el aroma de su amado, aunque fuera por una sola vez. 





Nota: Reviví (?) Así como lo leen. Acá andamos. Gracias por todo su amor.

BESOS CON SABOR A PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora