(十三) RECUERDOS

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El moreno no le dio tregua a su compañero. Su boca demandó cada vez más de aquel beso necesitado y húmedo; y cuando Mu Qing quiso replicar, Feng Xin aprovechó a deslizar su lengua dentro de la cálida cavidad, aumentando así el ritmo de la entrega.

Los delgados dedos del sirviente de Xie Lian se enredaron en los cabellos oscuros y tiró de ellos al tiempo que sus piernas delgadas se enredaban en la cintura contraria. Las falanges del arquero se clavaron en los muslos ajenos y pronto la ropa comenzó a estorbar.

—Eres un idiota... —declaró Mu Qing contra la boca ardiente que no dejaba de saciarse con sus labios.

Feng Xin sonrió mordiendo con fuerza el labio inferior del hombre.

—Soy el idiota que te está desnudando.

El peliplateado se quedó sin habla. Cualquier o pensamiento fue interrumpido por los gemidos que brotaron de su boca, cuando Feng Xin bajó a besos por el largo de su cuello, mordiendo, succionando y marcando cada centímetro de piel a su paso, como si encontrara placer en dejar marcas de propiedad en la sedosa piel del campesino... una piel virgen, nunca antes profanada por hombre o mujer.

Tan distinto a Feng Xin en tantos aspectos. Feng Xin gustaba del sexo y los grandes placeres de la vida. Tal vez por eso, Mu Qing representaba una fruta prohibida... delicada y sensual que quería poseer de inmediato, con locura. Quizá ese era el motivo principal por el que siempre estaba a su alrededor, incluso si parecía que solo era para retarlo... buscaba darse a notar, estar cerca, merecer la mirada de un hombre al que moralmente consideraba mucho mejor.

—Maldita sea, campesino... —su tonto ronco hizo cosquillas contra la oreja de Mu Qing—. Te deseo tanto... Te deseo con cada parte de mí, con todo lo que soy.

—Feng Xin. ¡Joder... ah! —El delgado cuerpo se removió sobre los restos de paja del granero. Los besos de Feng Xin sabían a todo lo que Mu Qing odiaba en la vida, todo lo que no quería. Sabían a lujuria... tentación y licor.

—Dime que también me deseas, te lo ruego... Dime que no estoy loco al desearte tanto.

Los labios del más pequeño parecían sellados. Ningún sonido además de sus jadeos brotó de ellos, por lo que Feng Xin insistió. Esta vez utilizando una estrategia mucho más sucia... comenzó a desnudarlo con paciencia y su boca realizó magia con los ductos pezones contrarios, murmurando contra ellos "dímelo..." 

Mu Qing no pudo resistir durante tanto tiempo.

—Yo... Yo también te deseo, idiota.

Una risa transparente brotó de labios del arquero. Mu Qing se sonrojó de inmediato. Se preguntó por qué la risa de Feng Xin le provocaba tantas cosas... por qué sus mejillas estaban calientes y su cuerpo tembloroso.

Cuando estuvieron completamente desnudos, finalmente, el campesino supo lo que era el placer... La boca experta de su compañero de aventuras parecía querer devorarlo... Primero le dio la primera mamada de su vida... y aferrándose a sus cabellos negros, terminó vaciándose en su boca. Luego sintió su lengua hurgando en su apretado esfínter... y un par de traviesos dedos deslizándose en la entrada virginal.

Aquellas acciones le avergonzaron muchísimo. Él no sentía que fuese una delicada señorita para que el guerrero se tomara tantas consideraciones.

—Solo hazlo... —exigió.

Feng Xin estaba consciente de que en ese instante era su orgullo el que hablaba, pero le dio exactamente lo que pidió. Finalmente, ellos no tenían la relación más cordial propiamente dicha. Constantemente se estaban golpeando y retando el uno al otro. Así que... Feng Xin decidió demostrar quién mandaba en ese nuevo juego descubierto y se deslizó centímetro a centímetro, de golpe, en su estrecho interior.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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