(十一) REVELACIONES

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Xie Lian realmente se extrañó cuando el General Nan Yang se presentó en los dominios de Hua Cheng exigiendo hablar con la calamidad casi a gritos. Tenía mucho tiempo sin verlo actuar de esa forma. Puesto que eran bastante cercanos, el moreno conocía de primera mano la relación que el Dios Marcial tenían, sin especulaciones, la realidad completa.

—No entiendo qué es tan urgente para que quieras ver a mi esposo —comentó Dan Xia bastante confundido—. Te recomiendo que te calmes. HuaHua no siempre está de muy buen humor.

—¡Necesito hablar con él ahora!

—Ya te lo dije, fueron a buscarlo al pueblo, no debe tardar.

—Su Alteza —se escuchó la voz de la calamidad y si Feng Xin no lo hubiese visto con sus propios ojos, jamás habría concebido que aquel tono dulce brotara de Lluvia Carmesí—. Luce tan hermoso que el corazón de este Demonio tiembla y se regocija con solo mirarlo.

Lo próximo que el arquero presenció fue una sesión de besos románticos entre los enamorados. De pronto sintió malestar en el estómago.

—¡Rey Demonio! —Lo llamó Nan Yang casi a gritos, como si quisiera que la calamidad lo notara—. Necesitamos hablar.

HuaCheng no se molestó en separarse rápido de su amado sino que le dio otro par de besos dulces y luego se giró lentamente hacia el invitado no deseado. Sus ojos rojos brillaron en cuanto le miró y Feng Xin en un solo instante supo que había metido la pata.

—Yo...

—Estás en mis dominios porque así lo he permitido, Dios del Sureste, y porque mi amado te aprecia, pero no te atrevas a hablarme así de nuevo. Tú aquí no puedes exigir nada.

La cimitarra de HuaCheng se removió por su costado como si quisiera salir disparada hacia el Dios que había osado alzarle la voz a su amo.

—Cariño... —pronunció Xie Lian de forma cariñosa mientras tocaba el pecho de su amado, dejando en la zona dulces caricias por encima de su capa roja—. Estoy seguro de que el General Nan Yang tiene un buen motivo para estar aquí. ¿Por qué no lo escuchamos?

HuaCheng no tuvo más remedio que mirar de nueva cuenta a su esposo y regalarle una dulce sonrisa.

—Tiene razón, Alteza. Escuchemos a nuestro inesperado invitado. 

El Rey Demonio tomó asiento en su trono y abrió los brazos hacia su esposo, permitiendo que DanXia se sentara en uno de sus muslos. Así estaría más cómodo y sus ganas de matar al imbécil de Feng Xin disminuirían.

—¿Qué te trae por aquí entonces? —Preguntó la calamidad.

—Quiero saber lo que sucede con el General Xuan Zhen. 

La sonrisa en el rostro de la calamidad se congeló. De todo lo que imaginó, no creyó que el espadachín estuviera involucrados en aquel descortés encuentro.

—¿Con Mu Qing? —Preguntó Xie Lian bastante confundido—. ¿Por qué mi esposo tendría que saber algo al respecto?

—Porque hoy vi a Mu Qing y llevaba consigo un frasco con la marca de las mariposas demonio de Hua Cheng.

—¿Es eso cierto, HuaHua? —La voz de Dan Xia sonó muy suave y una de sus delicadas manos acunó la mejilla del demonio—. ¿Está Mu Qing bien? ¿Por qué no me has contado?

—Su Alteza... —se apresuró a responder San Lang— sabe que este demonio no tiene secretos para usted, yo nunca podría ocultar le deliberadamente algo a mi amado esposo, es que... —suspiró—. El Dios de Suroeste se presentó en muy mal estado y me pidió que le ayudara. Yo claro que le dije que primero debería de platicar con usted, pero no quiso escucharme, él insistió en que informarle únicamente le generaría preocupación y San Lang jamás haría algo que pudiera afectar a su amado Dan Xia.

BESOS CON SABOR A PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora