Capítulo 1

20 3 0
                                    

El avión descendió suavemente, y las luces de Seúl brillaban como estrellas en la oscuridad de la noche. Felix pegó su rostro contra la ventanilla, mirando con nostalgia el paisaje. El viaje desde Sydney había sido largo y agotador, pero lo más difícil no había sido el vuelo, sino dejar atrás la vida que conocía. La idea de un nuevo comienzo le revolvía el estómago.

Al aterrizar, el bullicio del aeropuerto de Incheon le recordó lo lejos que estaba de casa. Las voces en coreano resonaban a su alrededor, algunas más rápidas y agudas que otras. Aunque Felix hablaba el idioma, el acento y la velocidad lo hacían sentir fuera de lugar. Apretó la correa de su mochila, caminando junto a su madre y sus dos hermanas menores, quienes también estaban agotadas pero emocionadas.

—¿Estás bien? —preguntó su madre mientras recogían las maletas.

—Sí, estoy bien —respondió Felix, aunque no estaba seguro de si lo decía para calmarse a sí mismo o para evitar una pelea con ella.

Desde que su madre había decidido mudarse a Corea por un trabajo nuevo, Felix no había podido dormir bien. Le costaba imaginar cómo sería su vida lejos de Sydney, y las dudas lo asfixiaban. Su TCA, que había mantenido oculto durante tanto tiempo, se sentía como un peso aún más difícil de soportar en este nuevo entorno. No sabía cómo lo manejaría aquí, lejos de todo lo familiar.

Cuando salieron del aeropuerto, una ráfaga de aire frío los recibió. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, y el olor a tierra húmeda, tan distinto al del océano en Australia, le recordó que ya no estaba en casa. Subieron al taxi que los llevaría a su nuevo hogar, un pequeño apartamento en las afueras de Seúl. El viaje fue silencioso, con sus hermanas dormitando a su lado. Felix miraba por la ventana, intentando no pensar en todo lo que había dejado atrás.

Al llegar al apartamento, Felix sintió una mezcla de cansancio y ansiedad. No era muy grande, pero era acogedor. Tenía tres habitaciones pequeñas, una cocina estrecha y una sala común que compartía con sus hermanas y su madre. Su madre, con una sonrisa cansada pero esperanzada, comenzó a desempacar.

—Este será nuestro nuevo hogar, chicos. Lo sé, es un cambio grande, pero vamos a estar bien —dijo, mirando a Felix y a sus hermanas mientras intentaba infundirles seguridad.

Felix asintió sin decir mucho. Sabía que su madre había hecho todo lo posible para darles una vida mejor aunque solo podía decir eso de sus hermanas, con él siempre había sido hostil, la tristeza por lo que había dejado atrás aún lo atormentaba.

Su habitación estaba al fondo del pasillo. Era pequeña, con una ventana que daba a la calle y apenas espacio para una cama individual y un escritorio. Las cajas con sus cosas de Australia ya estaban ahí, sin abrir. Se dejó caer sobre la cama, sintiendo el peso del viaje y de la nueva realidad. No podía evitar pensar en Sydney, en sus amigos y en la rutina que había construido allá.

El silencio del apartamento lo rodeaba, interrumpido solo por el ruido ocasional de los autos afuera. Era un silencio distinto al de su antiguo hogar, un silencio que le hacía sentir más solo. Miró su teléfono y vio algunos mensajes de sus amigos de Australia, deseándole suerte. Leyó los textos, sonrió levemente, pero no respondió. No se sentía listo para admitir que se sentía perdido.

Los primeros días fueron un torbellino de actividad. Su madre se encargaba de los trámites para instalarlos, mientras Felix y sus hermanas intentaban adaptarse. El apartamento poco a poco comenzaba a parecerse más a un hogar. Los muebles se colocaban, las paredes se llenaban con fotos familiares, y el ruido de sus hermanas jugando le daba vida al lugar.

Sin embargo, para Felix, el cambio seguía siendo abrumador. Las noches eran las peores. Solo en su cuarto, el peso de la ansiedad y el miedo al futuro lo mantenían despierto. A menudo pensaba en la escuela a la que tendría que asistir. ¿Cómo sería? ¿Y si no lograba encajar? La presión social, el miedo al rechazo y su inseguridad por su TCA crecían cada día. Comía lo mínimo para que su madre no se diera cuenta, pero sentía que sus hábitos alimenticios empeoraban en este nuevo entorno.

Where the Heart Finds Home|| HyunLixWhere stories live. Discover now