Gustabo/Isidoro

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"Quisiera ser tú para poder apreciar mi belleza"

No solía visitar a mi hermano desde hace meses, pero hoy era especial; era su cumpleaños. Sabía que, como siempre, él se mantenía en contacto con sus seres queridos, y esta vez decidí que debía felicitarlo en persona.

Era algo que le encantaría, y no había mejor ocasión que esta.

Bajé del avión junto a los demás pasajeros. Al salir, noté que algunos chicos me observaban con atención.

Era una costumbre a la que ya estaba acostumbrada, así que, como siempre, una sonrisa de mi parte era más que suficiente para que se emocionaran o se ilusionaran.

Esa sensación de ser admirada me resultaba familiar y, a veces, incluso placentera.

Continué mi camino por el aeropuerto, arrastrando mi maleta detrás de mí. No conocía en absoluto Santos y, sinceramente, me preguntaba qué hacía mi hermano en una ciudad tan podrida y oxidada.

La falta de encanto del lugar me sorprendía, y me sentía un poco desubicada. Sin más, salí del aeropuerto, decidida a encontrar un taxi que me llevara a su zona de trabajo.

_____: ¡Taxi! -alcé la mano para detener uno. Al fin, uno se detuvo.

_____: Gracias a Dios, tantos taxis y ni uno se detiene -murmuré, sintiendo una mezcla de alivio y frustración.

El taxista me miró por el retrovisor con una sonrisa que no me gustó.

Taxista: No entiendo por qué, teniendo esa carita -dijo, y su tono me hizo sentir incómoda.

Le sonreí con desdén, disimulando el asco que me provocaba su actitud. No tenía tiempo para tonterías.

_____: Llévame a la comisaría y, si puedes, rápido, por favor -le pedí, tratando de mantener la paciencia.

Taxista: Será todo un placer, damisela
-respondió con una voz cargada de falsa cortesía.

Lo miré de reojo, incapaz de ocultar mi irritación. Ignoré su tono y decidí apreciar la vista que se extendía por la ventana.

(..)

Habíamos llegado, al parecer, a una comisaría que me parecía un tanto grande. Abrí la puerta y bajé mis cosas, tomando un momento para apreciar la estructura desde el exterior.

No era el tipo de lugar que esperaba encontrar, y eso me intrigaba.

Volví a la realidad cuando escuché el rugido del motor del coche detrás de mí. Me acerqué un poco a la ventanilla, preparada para agradecer y pagar al taxista.

_____: Bien... -dije, mirándolo con la expectativa de que me respondiera.

Taxista: Tranquila, hermosa. La casa paga, tú sigue moviendo esas hermosas caderas
-respondió, sonriendo como un auténtico idiota.

Una oleada de asco recorrió mi cuerpo por esa expresión. No pude contenerme y, en un movimiento brusco, lo tomé de la nuca con fuerza, haciendo que su cabeza rebotara contra el volante. Quedó inconsciente de inmediato.

_____: Una mierda menos -suspiré, sacudiendo ambas manos como si me liberara de la mugre.

Tomé mi maleta y me dirigí a la entrada de la comisaría, sintiéndome bastante satisfecha con lo que acababa de hacer. Pero antes de entrar, mis ojos se posaron en alguien muy familiar.

_____: Vaya por Dios... Qué sorpresa me trae la vida... -sonreí mientras cruzaba mis brazos, disfrutando del momento.

Él se giró lentamente, mirándome desde detrás de sus lentes oscuros. Sabía que me detestaba, pero eso solo me encantaba.

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⏰ Última actualización: Oct 18 ⏰

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