1 Terapia

96 16 1
                                    

Me levanto mareada con un brazo que me rodea la cintura, una resaca que me parte la cabeza y mi cuerpo desnudo con otro cuerpo desnudo a mi lado. Que mala idea fue ir a esa estúpida fiesta anoche, lo peor es que yo fui a buscar a mi mejor amiga y no sé como terminé aquí, con esta mujer teñida rubia, durmiendo a mi lado boca abajo abrazándome con su cuerpo casi encima totalmente de mí.

—Carajo, carajo, carajo.

Susurro cayendo al suelo de la cama mientras ella sigue durmiendo, al caer noto algo entre mis piernas y es sangre, cierro los ojos despacio y tiro la cabeza hacia atrás, no es mi período porque ya lo tuve la semana pasada, veo la mano derecha de ella y veo mi sangre en ella, esta desconocida acaba de quedarse con mi virginidad, pero no tengo tiempo de lamentarme es de madrugada y necesito llegar a mi casa para cambiarme, ducharme e ir al consultorio de Rivers para la terapia. Busco mi ropa por la habitación mientras ella sigue durmiendo, me visto rápidamente, veo dos maletas y un bolso, busco entre sus cosas un tampón o toallita para colocarme por mi sangre que no deja de salir.

—¿Qué haces? —despierta adormilada y volteo a verla con los pechos al aire— ¿Me estás robando?

—¿Dónde tienes una toallita o tampón?

—¿Estás con el período? —mira sus manos.

—Lo que tienes en tus manos es mi virginidad. Escucha dime donde... —encuentro un paquete de toallitas y me la coloco.

—Dios, no sabía que eres virgen —abre los ojos de golpe y me observa.

—Era, debo irme.

—¿Te hice mujer? ¡Te hice mujer! —dice entrando en pánico.

—Sí, gracias, estaba cansada de ser un lavarropa —le suelto con sarcasmo—. Escucha no tengo tiempo para esto de tu crisis ¿Okay? Debo irme, tengo que llegar a un lugar y ya voy retrasada.

—¿No te afecta? Cuando tuve mi primera vez fue algo...

—Está bien —la freno callándola con un gesto de mi mano—, la verdad es que no me interesa tu anécdota, si tengo que escuchar los problemas de la gente prefiero que me paguen por eso ¿Puedes ayudarme a encontrar mi zapatilla? Me falta una —le digo buscando por todos lados—. Como sea si no la encuentro me voy a ir medio descalza.

—¿No quieres hablar de esto? Lo lamento, yo no sabía y tú no dijiste nada de...

—Escucha —saco su mano de mi brazo—, es muy tierno de tu parte, pero no es algo que me importe, y realmente no tengo tiempo para lidiar con tu culpa, tengo cosas más importantes que hacer, cuídate —le doy una palmada y miro la hora en mi teléfono, no sé en dónde estoy, volteo y vuelvo a entrar para verla cambiándose— ¿puedes llevarme? ¿tienes auto? de verdad necesito irme ya.

—Claro, déjame buscar mis llaves.

La rubia se pone a buscar sus llaves y subo a su lado en el auto, el silencio es incomodo, veo que ella intenta abordar el tema, pero no sabe como hacerlo.

—No es necesario que digas nada —la freno de hablar con un gesto de mi mano.

—En mi defensa no parecías ser virgen anoche, tienes bastante experiencia.

—La tengo porque siempre he sido quien toca, pero no dejo que nadie me toque a mí, bueno hasta anoche, evidentemente. No es necesario que digas nada, tal vez ni siquiera nos volvamos a ver, olvida que nos conocimos, que nos vimos, ni siquiera recuerdo tu nombre.

—Wow no sé si se acabó el hechizo de la media noche, pero eras mejor pero eres mejor persona hace unas horas.

—Sí, bueno me lo han dicho antes, así que no me ofendes. Para pasando el segundo semáforo —ella avanza y para más adelante como le digo, pero antes de dejarme bajar toma mi brazo.

—Dime que no eres menor de edad.

—Tengo 22 años.

—Te ves más joven.

—Bueno tal vez te gusta el colágeno del pote.

—¿Insinúas que me veo vieja? —dice ofendida.

—Eeeeh.

—Imbécil —me dice.

—Debo irme —miro mis pies una sin una zapatilla.

—Si encuentro tu zapatilla...

—Quédatela, gracias, adiós.

La veo suspirar a irse maldiciéndome, solo la vi un momento y ya me odia ¿la culpo? no, hasta yo misma me odio a veces, muchas más veces de las que quisiera o debería. Honestamente no creo que la recuerde, que horrible manera de haber perdido mi virginidad, ni siquiera recuerdo su nombre y no me moleste en preguntárselo o saberlo. Entro al consultorio cojeando, la secretaria me ve y suspira.

—Pasa, la doctora te está esperando —Golpeo la puerta y entro.

—Llegas tarde, Alexa —me dice en cuanto cruzo la puerta.

—También es un gusto verte, Doc —dejo mi bolso sobre el sofá del consultorio y me siento frente a ella, que observa mis pies—. Larga historia, es parte de mi llegada tarde.

—Bien —suspira claramente hastiada, sé que está harta de mí y créanme yo de ella, pero aquí estamos obligadas a soportarnos por un juez y mis padres— ¿Qué tal tu fin de semana? 

—Movido, si te soy honesta. Anoche estuve con alguien y perdí mi virginidad al parecer —levanta la mirada de sus anotaciones y me mira.

—¿Eso cómo te hace sentir?

Odio la rutina de esta parte de la sesión, yo le cuento algo y ella me pregunta sobre como me sentí, no lo sé, simplemente sucedió, no siempre siento algo con respecto a todo a veces las cosas suceden, la vida sucede. 

Blanqueo los ojos y tiro mi cabeza hacia atrás.

 —¿Por qué siempre me preguntas lo mismo? Sucedió, ni siquiera se su nombre, ni siquiera recuerdo mucho de anoche, quizás tomé algo que no debía —por una fracción su gesto muestra disgusto y decepción, súmate a la fila, Doc, mis padres son los primeros decepcionados conmigo— ¿es relevante acaso como me sentí? Desperté, esta mañana al lado de una extraña, que de paso me trajo hasta aquí como se lo pedí porque llegaba tarde y eso es todo. 

—Quizás aún no lo procesas, pero algo debiste haber sentido, ahora, cuando llegues a tu casa o en un rato quizás te llegue la información sobre lo que pasó anoche.

—Claro que siento algo, no soy una maldita psicópata si es lo que te preocupa, pero justo ahora no es algo que me importe sea realmente relevante, aparte le dan demasiada importancia a la virginidad, ni que fuera un gran cambio no tenerla, yo ya tengo sexo desde hace rato.

—Sí, pero nadie llegó a tocarte de esa manera a ti, no es algo que permitas, siempre has sido muy cuidadosa con respecto a ese tema en particular.

—Bueno quizás ya no soy tan cuidadosa.

Su expresión es neutral, no asiente, no niega, no hace nada que gesticule que lo que acabo de decirle le molesta o le preocupa, solo anota en esos papeles que tiene sobre su regazo, cada vez que hace eso me pone nerviosa, porque quizás signifique que estoy atorada aquí con ella por tiempo indefinido y la verdad que lo que menos quiero es seguir viéndola por más tiempo de lo que el juez dictaminó.

—Ya es la hora, debo irme.

—Llegaste 10 min tarde —sigue anotando.

—Lo sé y lo lamento, pero debo irme a trabajar.

—Avisa que llegaras 10 min tarde —me siento molesta cruzada de brazos—. Me preocupa que te estás tornando descuidada con respecto a ti misma.

—¿Lo dices por lo que pasó anoche?

—Ni siquiera sabes el nombre de la chica con la que estuviste, llegaste tarde y sin una zapatilla.

—A cenicienta su madrastra no le hizo ni la mitad del planteo que me estás haciendo ahora por venir medio descalza y tarde —ella me observa seria y observa la hora en el reloj de pared a mi espalda.

—Nos vemos la próxima sesión, no llegues tarde.

KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora