—La reunión empezó hace 15 minutos —me dice Anderson, mi jefe eventual, al llegar.
—Lo sé, lo siento, avisé que me iba a demorar unos minutos.
—Dios, apestas —me huelo bajo el brazo y tiene razón, debe ser porque corrí para llegar— y —mira mis pies— ¿por qué vienes descalza?
—¿Nueva moda? Perdí una zapatilla —se lleva una mano a la frente.
—Deberías haber venido más presentable hoy, te dije que vendría mi hermana y ella es una neurótica del orden y el perfeccionismo —se frota el entrecejo—, estoy seguro que luego me va a decir algo sobre ti.
—Ahí recuerda porque aún no me has echado y porque me necesitas más que el aire para respirar.
Al entrar al salón del bar, veo a una rubia con camisa pantalón de vestir, cabello tomado y expresión seria, luego la observa y levanta una ceja claramente molesta al verme. Podría haber sido cualquier persona, siendo millones de seres humanos en este planeta cagada llamado tierra, pero no, tenía que ser la misma rubia que me desvirgo anoche, con la cual fui muy grosera esta mañana la hermana de mi jefe.
—Hola, lamento llegar tarde —mira mi pie descalzo y una media sonrisa de malicia asoma en su rostro.
—Siéntate, Cenicienta —me dice sin mirarme—. Ya que llegas tarde, te diré mi nombre si es que te interesa saber quién soy —la miran a ella y luego a mi.
—Ilumíname, Rapuncel.
—Recuérdame por qué no debemos despedirla —le habla a su hermano.
—Ella es la encargada de prácticamente todo, maneja Stock, personal, proveedores, caja.
—¿Y demorariamos mucho en encontrar al alguien más? —baja la mirada a la pila de currículum a su lado y yo trago grueso— esta persona por ejemplo, sabe caja y fue encargado en un bar, toma, llama y pide referencias o ve a hablar con los dueños sobre él. Siéntate —me dice a mí—. Seré breve ya que estamos todos —me mira fría—, no tolero las llegadas tarde —eso fue para mí—, ni las faltas porque sí, esto es un trabajo, no soy indulgente con el personal, ni permisiva, no tengo la misma metodología de trabajo que mi hermano, él solo se hizo cargo mientras yo estaba fuera por asuntos personales, pero ya estoy aquí y el que no le guste espero su renuncia al finalizar el día —vuelve a verme—. Eso es todo por hoy —todos comenzamos a levantarnos todos hasta que habla de vuelta—. Alexa, quédate un momento —dice sin mirarme mientras anota algo y los demás salen—. Ya vengo.
—¿Y te espero como estúpida aquí?
—Bueno, cada quién espera como quiere y como acabo de decir, sino te gusta, renuncia, no voy a detenerte.
Sale por la puerta y vuelve con mi zapatilla dejándola frente a mí con fuerza sobre la mesa.
—Katerina, es mi nombre, me encantaría decir que es un gusto, Alexa, pero nada más lejos de la realidad. Puedes irte y por favor vuelve duchada y limpia, Anderson te dará tu nuevo uniforme. Adiós.
Toma su cartera y sin decir más sale tomando los papeles, Anderson se para frente a mí y lo observo por primera vez en mi vida con el ceño fruncido bastante molesto.
—¿No podías quedarte callada?
—Tengo incontinencia verbal, lo sabes —sonrío, pero él no.
—Alexa, mi hermana es algo —busca las palabras—, especial —baja la mirada y ve mis pies— ¿Encontraste tu zapatilla?
—Sí, la tenía un duende gruñón —me observa extrañado.
—En fin, no la busques porque la encuentras fácil y no voy a poder defenderte mucho tiempo. Ve a bañarte por favor —se tapa la naríz— te veo en la noche. Acá está el uniforme —me da una bolsa transparente con una camiseta negra, un pantalón negro y un delantal bordó.
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Karma
RomanceAlexa Crowel es una hipócrita del amor, que una noche de mala copa, pierde la virginidad que con tanto recelo había guardado para su persona ideal, con una total desconocida. Pero esto es solo una de las tantas cosas que van mal este año para Alexa...