8 Tregua

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Desde el lunes que no he respondido los mensajes o llamadas de mi insoportable ex jefa, Andy, Anderson también intentó comunicarse conmigo, pero no atendí, aunque a él si le mandé un mensaje diciéndole que solo necesito unos días y que mañana jueves a primera hora le dejaré la ropa limpia en el bar y pasaré a buscar mi liquidación.

De vuelta en el consultorio entro y dejo una maceta con una planta en su escritorio, es la segunda vez que le traigo una planta, la primera se le murió. Ella la mira y me agradece dejándola al lado del cuadro de la chica en la foto, que supongo que es su hija.

Festejé mi cumpleaños como un día común, solo que mi padre me invitó a almorzar y mi madre a cenar, pero me negué a ambos diciendo que iba a viajar, clara mentira, pero no tenía ganas de verlos y menos que menos de festejar mi cumpleaños.

—Feliz cumpleaños por cierto —saca una bolsita de papel pequeña y me la extiende— no es mucho, pero espero que te guste.

—Un colibrí —tomo el dije hecho en vitral del tamaño de mi mano—, es nuestro favorito —siempre hablo de mí y mi hermano en plural cuándo es algo que nos gusta a los dos— gracias me encanta.

—Lo vi en una feria de antigüedades el fin de semana y supe que tenía que ser tuyo —mis ojos se llenan de lágrimas y disimulo guardando el colibrí en mi bolso, mientras trago con dificultad— ¿Cómo pasaste tu cumpleaños? ¿Fuiste a verlo?

—Festeje con amigos —miento— luego cené con mi padre y mi mamá quiere que vaya este fin de semana a festejar el cumpleaños con ella, su pareja e hijos —vuelvo a mentir.

Mentir se ha vuelto algo que hago con naturalidad y cada vez más estoy perfeccionándome, la miro e intento concentrarme en el mueble caoba a su espalda, del mismo color que nuestros ojos, si no le aparto la mirada tal vez me crea y ella esboza una sonrisa de esperanza, se lo ha creído.

—Eso es bueno Alexa, muy bueno —anota en la libreta que siempre tiene entre sus manos— ¿Cómo te has sentido en el festejo? ¿O esta semana? —Siempre la misma pregunta sobre cómo me siento.

—Bien —siempre le respondo la misma mentira.

—¿Quieres que hablemos de algo en especial hoy?

—Sí —ella sonríe esperanzada, tal vez me abra— necesito salir 10 min antes, no puedo seguir llegando tarde al trabajo —está a punto de negarse lo sé—. Mira puedo venir antes si quieres, pero así como este es tu trabajo, yo también tengo uno al cual debo llegar a tiempo y estás sesiones me están sumando tardanzas, no puedo perder el empleo, ya tuve que dejar el del bar los fines de semana  —me observa esperando una confesión— historia corta, renuncie y ahí también me hice esto en la mano —levanto el puño— siete puntos —niega con la cabeza—. Te contaré sobre mi madre —levanta su mirada. Tranquila no será lo que tú piensas— fue a verme la semana pasada al trabajo, de hecho fue el día que tuvimos la sesión y hablamos.

—¿Sobre qué? —Mordió el anzuelo.

—Se va a casar y quiere que vaya a su boda.

—¿Qué le dijiste?

—¿Podemos arreglar el horario de las sesiones? —una por una, Cristine— en verdad necesito que arreglar eso.

—Está bien Alexa, pero necesito más que solo bien, no sé, si y no.

—Le dije que lo pensaría. Tomó la pelota de baseball de Tyler y se atrevió a recordar que había sido de su primer torneo, como si hubiera ido, como si hubieran estado alguno de los dos ahí.

—Entonces tus padres no fueron al primer juego de baseball de tu hermano.

—Ni a casi ningún juego. Ellos no iban, no eran el tipo de padres que iban a los actos escolares, los juegos o los campamentos de los scouts. Mi padre estaba muy ocupado tirándose a su secretaria y saliendo a citas con ella cuándo tenía "cenas de trabajo" y mi madre, estaba ocupada arreglando las casas que vendía, antes de ser la reina de los agentes inmobiliarios, ella empezó de abajo.

KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora