6 Renuncio

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Lo que escribió con la mano, lo borró con el codo, porque desde el viernes de esta semana, ella está in-so-por-ta-ble.

Ella tiene un claro problema conmigo, el viernes con cualquier tipo de excusa hizo que yo trabajara más que mis compañeros, haciendo cosas o yendo de aquí para allá, y de allá para acá. Si me veía desocupada por más de 10 minutos me pedía hacer algo, el sábado no fue mejor y hoy domingo no me dejó casi descansar, me pidió venir antes que todos a hacer el inventario del deposito.

Ahora me escabullí de su vista y me metí al deposito dónde hace un calor infernal, pero estoy tan cansada y agotada física y mentalmente que me siento sobre un pack de botellas de vodka, y me apoyo dejando escondido mi rostro entre mis brazos, es entonces que en el peor momento posible un recuerdo me asalta.

PASADO

Tyler me había invitado a acampar, raro en él, porque lo odiaba, odiaba los mosquitos, la tierra, y le molestaba la luz del sol en la mañana temprano. Siendo gemelos somos muy diferentes por decir lo menos, yo soy un espíritu de la naturaleza y él era un bicho de ciudad, amaba la polución, el ruido de los autos, caminar por las veredas llena de gente y yo odio básicamente a la gente. Muy diferentes, a pesar de vernos casi iguales, dos caras de una misma moneda.

Bajamos todo de mi viejo Jeep y él tenía la misma cara que ponía siempre que papá nos llevaba a acampar. Tomé una bocanada de aire fresco apenas bajar del vehículo.

—El olor a la naturaleza ¿No te parece hermoso?

—No, aún no entiendo cómo... —se queda callado y quieto—. Acabo de pisar una parte de la naturaleza —pone cara de asco, bajo la mirada y veo como hundió su bota en un gran pedazo de caca. Solo puedo comenzar a reír mientras suelta las cosas y saltando en un pie, va a sacarse el resto de mierda, hasta que pisa otra caca.

—¡AY POR FAVOR! —grita exasperado.

—¿Por qué querías venir a acampar si lo odias?

—Pero a ti te gusta, Alex.

—Sí, porque soy un alma libre de la naturaleza Taitai y tú un bicho de ciudad. Podríamos haber ido al bar de mala muerte que te gusta tanto en vez de que sufrieras aquí.

—Quería pasar un tiempo de gemelos, pero nada está saliendo como esperaba. Por cierto, ni loco duermo en una carpa sobre el suelo duro y afuera plagado de mosquitos.

—Bueno princeso, ya le hago a su majestad un colchón de plumas de ganso. Solo déjame buscarlo ¿Dónde puse ese maldito ganso? ¿O prefiere que desplume al ángel que tenemos encerrado en las mazmorras, su majestad?

—Deja de burlarte, gemela malvada. Alquilé una cabaña por este fin de semana —me mostró el manojo de llaves y las hizo sonar.

—¿En qué realidad del metaverso acampabas tú en los viejos tiempos? Papá nos hacía armar la tienda y dormir en ella para sentir a la naturaleza y...

—Y la madre naturaleza se empeñaba en meterse a la tienda y querer comerme vivo, eso le quita las ganas a cualquiera de acampar afuera.

—Fue solo una vez.

—¡Fueron 5 veces! —dice exasperado— Me picó una avispa, me mordió un tejón, una araña se metió en mi boca —hace una arcada—, una víbora en mi bolsa de dormir de dormir, un sapo en mi zapatilla y mis calzoncillos llenos de hormigas.

—Bueno quizás la de las hormigas fui yo, eso te pasa por robar mis kit-kat —me mira achicando la visión—. Bueno ya lo confesé, si fui yo.

—Lo sabía, siempre lo supe y lo negaste por años. Gemela malvada —me encogí de hombros.

KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora