Entro al consultorio y miro la planta que se secó de nuevo, pasa días y las plantas están secas. Noto que sacó las fotos que había. Si antes no parecía cálido, ahora lo es menos. Me siento en el largo sillón y ella toma como siempre su lugar en uno de los individuales, luce más exhausta que de costumbre.
—¿Te fue bien con tu hija?
—Sí, ella es bastante callada en realidad.
—Bueno tal vez se parezca a Tyler. —Me da la espalda guardando un libro en su biblioteca mientras asiente.
—Más de lo que crees. Estoy segura que se llevarían bien, ella... —se aclara la garganta— Mejor cuéntame cómo te fue en la celebración de tu cumpleaños —Me había olvidado de esa mentira.
—Bien —me mira y ve la hora, sé a lo que se refiere, suspiro—. Solo estuve unas horas y luego me fui apenas partieron el pastel.
—¿Hablaron de la boda de tu madre? ¿Irás? Es dentro de poco.
—No creo que vaya, no tengo ganas. Aparte en el trabajo no creo que me den permiso.
Hablamos sobre el día a día, de mi trabajo, sobre el cansancio de la rutina, sobre Tyler, sobre los mensajes que aún le escribo a veces en vano ya que no tengo, ni tendré respuestas, pero no me insiste para tocar el tema de nuestra última pelea, de la última vez que hablamos y nos vimos. Tyler puede ser cruel cuándo no está en sus cinco sentidos y varías veces me ha dicho cosas horribles, pero jamás me había hecho saber o sentir lo asfixiante que podría ser y la verdad es que a pesar de esta distancia, lo extraño, y desearía poder volver el tiempo y evitar que él se fuera conmigo peleados como lo hizo, sin hablarnos.
—Bien, Alexa es todo por hoy, te veo la semana que viene.
—Cristine ¿Recomendaras que ya estoy apta para que me den el alta?
—No puedo discutir mi evaluación contigo, pero haré lo que sea mejor para ti. Alexa, no soy tu enemiga, no debes verme de esa manera, solo quiero ayudarte.
—Si quieres ayudarme, recomienda que estás sesiones terminen. Estoy bien, no he tenido un ataque de ira con nadie más, ni siquiera un ataque de pánico en lo que va del año... —ella frunce el ceño y me doy cuenta de la tremenda cagada que acabo decir, jamás mencioné que tenía ataques de pánico.
—Jamás mencionaste que tenías ataques de pánico.
—No los tengo, ya no ¿No escuchaste? Ya no los tengo, estoy bien. Solo recomienda que las sesiones terminen.
—Te veo la semana que viene.
«¡Carajo!»
Bajo las escaleras casi que corriendo, no tengo tiempo para enojarme conmigo misma, voy tarde otra vez al trabajo, mi compañero me va a matar. El viernes llega y me voy con Bailey en la motoneta, lo que me ahorro en autobús se lo intenté dar a ella, pero no me lo quiso recibir. Es un alivio no tener que llegar con los pies reventados ya que me volvía al departamento caminando para no gastar en Ubber o en taxi.
Ahora mientras hago el arqueo de caja con mi compañero, él me cuchichea que estuvo hablando con Bailey y le sacó algo de información. Es increíble que aunque seamos vecinas y trabajemos juntas yo sé poco de ella, pero ella mucho de mí y la mayoría lo sabe por mera observación.
—Estuvimos hablando mientras llegabas tarde y me comentó su edad, su ajetreada vida y su homosexualidad.
—Y a mí que me importa —en realidad si me importa—. Deja de andar de chismoso y más te vale que no hables de mí.
Llego a la puerta y mi teléfono suena, veo la pantalla y es mi madre, corto la llamada y sigo caminando junto a ella para subirnos a la moto, no tengo ganas de hablar con ella sobre su boda, ni sobre el ensayo ¿Quién necesita un ensayo? Es solo una pérdida de tiempo, como si las cosas igual no pudieran salir mal aunque se ensayaran. El teléfono vuelve a sonar y vuelvo a cortar, y así tres veces más en el transcurso que vamos en moto y decido atender en cuanto llegamos ¿por qué me llama de madrugada para esto? Dios, que insoportable.
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Karma
RomanceAlexa Crowel es una hipócrita del amor, que una noche de mala copa, pierde la virginidad que con tanto recelo había guardado para su persona ideal, con una total desconocida. Pero esto es solo una de las tantas cosas que van mal este año para Alexa...