—Creo que me duele ciático —le digo a mi compañero que se me ríe en la cara.
—Tienes 22 años y el cuerpo de una anciana de 70.
—Entonces respeta a tus mayores, niñato insolente —me saca la lengua y me sonríe.
—Alexa a mi oficina —las risas se cortan con la intervención de Katerina, suspiro y la sigo. Me hace pasar para luego cerrar la puerta y sentarse en su lugar detrás del escritorio—. Seré breve sé que quieres irte, fue un día agotador —«sí, imagino que debe ser muy cansado para ti sentarte a ver desde a acá arriba todo»—. No quiero volver a tener el tipo de escandalo que evité, porque una de las mujeres con las que te acuestas —¿a qué se debe la molestia que se te nota?— se aparece en tu lugar de trabajo.
—¿Qué?
—Mantén tu vida privada y laboral en diferentes áreas. No quiero un escándalo en mi bar. Por cierto no tienes que agradecerme. Eso es todo.
Baja su vista a los papeles frente a ella y la conversación se ha terminado. Me levanto incrédula de lo que acaba de pasar. Como si yo le hubiera dicho a esa loca donde trabajo.
Llego a mi departamento de mal humor y cierro de un portazo, menos mal que no tengo vecino, ya que el departamento frente al mío está vacío y no va a escucharme gritar sobre la almohada o llamarle a Katerina de todo, menos bonita.
El sábado por fin llega. Entro a mi horario de trabajo, y ahí esta ella impecable e impoluta, con ese pantalón de vestir negro y camisa plateada, con su hermoso y largo cabello rubio.
—Hola —la saludo seca—. Hola chicos buenas noches —le doy una sonrisa a mis compañeros y nos ponemos a conversar mientras terminamos de ultimar detalles para dejar todo listo.
La vida a veces me prefiere, no siempre, pero a veces me da la revancha exprés como ahora.
—Hola, emmm, disculpa —me dice una mujer que claramente se nota que es extranjera y le cuesta hablar el inglés—. Mi ando buscando a Kate.
—¿Kate?
—Katerina. Déjame —busca en su teléfono y pone el traductor de Google, por lo que veo es italiana—. Ella es rubia, tiene el cabello largo, alta, una piel bonita, es muy seria siempre, y parece que siempre está irritada.
—Oh, si ¿De parte de quién?
—Su novia —sonrío ampliamente, esta mujer no es su novia, reconozco una loca cuando la veo.
—Claro, ya la llamo.
Si fuera una caricatura, ahora estaría riendo como una completa desquiciada. Gracias Dios, gracias.
Katerina entra en el salón y se queda congelada con algo de pánico en su rostro, pero luego recupera el temple y vuelve a ser seria. Se acerca a la mujer y esta se abalanza a ella e intenta besarla, pero se la saca de encima y se la lleva al deposito.
«Mierda quería ver el show»
—Ale, hace falta Whisky —me dice mi compañero— ¿Vas tú o voy yo?
—Voy.
Al llegar a la puerta del depósito las escucho discutir en italiano, no tengo ni la más mínima idea de lo que se dicen, solo sé que Katerina se escucha de verdad enojada, escucharla así me hace pensar que conmigo ha sido demasiado dulce.
—Maia, no me importa si te has tomado un vuelo de 15 horas para verme. Tú y yo terminamos, vuelve a Italia —le dice tajante en inglés.
Abre la puerta y yo corro al pasillo para intentar parecer que casualmente recién llego y voy a buscar algo. Ella me mira seria y veo a la loca italiana salir detrás de ella con una botella en la mano y viendo como objetivo a Katerina, la tomo rápidamente trayéndola hacia mí y colocándola a mi espalda, logro esquivar el golpe que iba a recibir ella recibiéndolo yo y empujando a la italiana, que me maldice en su idioma e intenta llegar a ella a como de lugar.
ESTÁS LEYENDO
Karma
RomanceAlexa Crowel es una hipócrita del amor, que una noche de mala copa, pierde la virginidad que con tanto recelo había guardado para su persona ideal, con una total desconocida. Pero esto es solo una de las tantas cosas que van mal este año para Alexa...