Interrogatorio: Día 3

58 3 2
                                    

Temblé al ver la diminuta aguja, querían hacerme algunas pruebas de sangre, pero mi fobia a las agujas me hacía temblar de solo verlas.

—¿Y si le vendamos los ojos? —preguntó el policía con inocencia, se notaba a kilómetros que era su primera vez experimentando con un interrogado.

—O podemos apagar la luz —dijo la secretaria, la enfermera la observó con confusión.

—¿Como diablos tomaré su vía sin verle los brazos? —dijo la enfermera sepultando a la secretaria con la mirada.

Yo no podía dejar de moverme, mi cuerpo se estremecía cada vez que la mujer amenazaba con punzar mi antebrazo.

—¡Ay, ya basta! —gritó Alicia. Clavó la aguja sin pensarlo dos veces. La sangré llenó el pequeño cilindro de cristal. La enfermera rió por lo ocurrido pues yo estaba casi llorando del miedo.

—Espero que a sus asquerosos nietos les ocurra lo mismo que a mi pero cien veces peor —dije.

La mujer se volvió papel, pálida como una lechuza. Terminó de llenar otros dos tubos de sangre y se marchó junto a la asistente.

—Discúlpeme lo arcaico que fue ese momento —dijo Alicia limpiando con alcohol y algodón mi antebrazo.

—No se preocupe, usted es lo menos arcaico que ha pasado en los últimos dos años —dije.

Se sentó frente a mí nuevamente.

—Sigamos entonces —dijo mientras acomodaba algunos papeles y los guardaba en la pequeña gaveta bajo el escritorio.

—Hábleme de su padre —expresó apoyando sus codos en la mesa.

—M-mi padre —dije, sentí un nudo en la garganta, quería llorar de solo recordarlo.

—¿Cuándo fue la última vez que lo vió? —preguntó.

—No quiero hablar de mi padre —dije, una lágrima se escapó de mis ojos.

—Hay cosas que nadie en la vida quiere sacar a la luz, pero debemos hacerlo para que no revienten mientras crecen en nuestro interior —dijo la mujer.

—Mi padre está muerto, es todo lo que sé y no diré más nada —rugí un poco furioso.  

Él Y MI SANGRE ¿BL? +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora