1- Los Oliver

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El sol brillaba intensamente aquella mañana de lunes, filtrándose a través de las ventanas abiertas de la casa de los Oliver, inundando el comedor con luz cálida y dorada. La brisa ligera del Mediterráneo movía las cortinas y el inconfundible aroma a café recién hecho llenaba cada rincón de la vivienda. A pesar de lo temprano de la hora, el humor de los tres hermanos era sorprendentemente bueno. Menorca les había dado una vida tranquila y, después de un año viviendo en la isla tras haber dejado Inglaterra, la casa irradiaba una sensación de hogar.

El mayor, Alex, estaba sentado a la mesa con una taza de café entre las manos, sonriendo despreocupado. Con su cabello negro corto y sus ojos verdes que brillaban con destellos marrones, su apariencia era innegablemente atractiva. Pero más allá de su físico, Alex era amable y dulce, siempre bromista con sus hermanas, aunque en el fondo se preocupaba por ellas. La música era su pasión, y, tras haber lanzado algunas canciones, ya tenía sus pequeños seguidores y solía cantar en bares locales.

—Hermanitas, qué mañana más placentera —dijo Alex con una sonrisa perezosa, estirándose en la silla.

—Este café es lo mejor que me ha pasado hoy —comentó Nerea, la del medio, con su habitual tono sereno mientras tomaba un sorbo de la taza. Su cabello negro caía por su espalda y sus ojos verdes, profundos y algo intimidantes, reflejaban concentración. Aunque Nerea podía ser un poco borde con los desconocidos, en el fondo era una chica con un corazón amable. Estudiaba cine y soñaba con dirigir películas que cambiaran el mundo.

Alex rió, agitando su taza frente a ella.

—Probablemente estarías dormida en el metro o en algún lugar raro si no fuera por el café —dijo, haciendo que Nerea rodara los ojos.

—Lo sé, soy un poco adicta... —empezó a decir, pero fue interrumpida por la voz entusiasta de Chiara, la pequeña de los tres por tan solo dos minutos.

—¿Sabíais que Italia tiene más cafeterías que ningún otro país? —dijo Chiara emocionada. Siempre tenía algún dato curioso a mano, su entusiasmo casi infantil llenaba el ambiente. Con su cabello negro largo y sus ojos verdes con un toque grisáceo, era una mezcla de inocencia y energía, siempre inquieta y alegre. Su sueño era ser cantante, y como Alex, componía y cantaba en bares locales.

—No lo sabía, pero gracias por la información, Kiki —respondió Nerea con tranquilidad, acostumbrada ya a los datos inesperados de su hermana menor.

—Eres como una Wikipedia con patas, siempre envidié tu habilidad para almacenar toda esa información —bromeó Alex, dándole un pequeño empujón en el hombro.

—Soy genial, lo sé —dijo Chiara con una risita.

Nerea, que rara vez se dejaba llevar por chistes, se iluminó repentinamente.

—¡KIKIPEDIA! —exclamó, con una expresión triunfante.

Alex y Chiara se miraron, desconcertados.

—¿Qué? —preguntaron al unísono.

—Alex dijo que Chiara era como Wikipedia, entonces... es Kikipedia. —Nerea levantó las cejas, esperando la reacción de sus hermanos.

—Joder, Nerea... tendrás que esforzarte más con los chistes —bromeó Alex, aguantando la risa.

Las carcajadas resonaron en la cocina durante unos minutos hasta que finalmente cesaron, y el desayuno llegó a su fin. El silencio que quedó después fue reconfortante, pero Chiara, siempre inquieta, rompió la paz.

—Oye, ¿habéis escuchado que se mudan nuevos vecinos? —dijo con un destello de curiosidad en los ojos, mientras recogía las tazas vacías.

Alex alzó una ceja, interesado.

—¿Ah sí? ¿Y qué más sabes de ellos, Sherlock?

—Bueno, I've heard que son tres hermanas. —La mezcla de inglés y español salió de sus labios sin pensarlo, como siempre. Chiara a menudo se saltaba al inglés cuando estaba emocionada.

—¿Tres hermanas? —repitió Nerea, entrecerrando los ojos como si eso mereciera su análisis.

—Sí, eso dicen. ¿Qué raro, no? Tres hermanas justo al lado de tres hermanos. Tal vez sea  el destino —dijo Chiara, haciendo un gesto dramático con las manos.

Alex sacudió la cabeza, pero una sonrisa se dibujó en sus labios.

—Bueno, ya veremos quiénes son. Pero como nos salgan más raras que nosotros, apaga y vámonos.

Nerea rió entre dientes mientras se levantaba de la mesa.

—Imposible. Nadie puede ser más raro que nosotros.

Los tres hermanos compartieron una mirada cómplice, sabiendo que, sea quien fuera quien llegase a vivir al lado, sus vidas en Menorca estaban a punto de volverse aún más interesantes.

holaa:) esta es mi primera historia asi que espero que les guste y cualquier critica estoy para recibirla 🫶🏻🫶🏻🫶🏻

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