12- Catarsis

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Era lunes por la mañana, y el fin de semana de Chiara había transcurrido sorprendentemente bien. Después de su encuentro con Martín y Juanjo, había logrado pensar menos en Violeta y en el pasado que tanto la atormentaba. El habitual peso en su pecho se sentía un poco más liviano. Mientras el sol apenas despuntaba, se levantó temprano, lista para comenzar una nueva semana. Se dirigió al baño, disfrutando del agua tibia que le ayudaba a despejar cualquier atisbo de cansancio.

Luego, frente al espejo, se tomó su tiempo para escoger su atuendo. Eligiendo una camiseta negra de algodón con un pequeño logo bordado en blanco en el pecho, que combinaba con unos pantalones ajustados de tiro alto en tono gris oscuro. Se colocó una chaqueta de cuero que había estado con ella durante años, con algunas marcas que contaban las historias de conciertos y noches largas. En los pies, unas botas estilo combat negras, con detalles metálicos que resonaban con su personalidad despreocupada . Se dejó el cabello suelto y ligeramente despeinado, ese estilo que últimamente la hacía sentir más cómoda y fuerte, a pesar de la debilidad que aún podía notarse en sus ojos.

Al salir de su habitación, se cruzó en el pasillo con Nerea, quien también parecía recién levantada. Nerea llevaba puesto un pijama suelto de color azul cielo y su cabello, medio recogido en un moño improvisado, la hacía lucir relajada.

—¡Buenos días, Chiara! —dijo Nerea, estirándose y sonriendo con una energía tranquila.

—¡Buenos días, Nere! —respondió Chiara mientras le devolvía la sonrisa, aunque algo distraída.

Nerea la miró con curiosidad, notando que algo no estaba del todo bien, pero decidió no decir nada por ahora. Juntas caminaron hacia la cocina, donde Alex ya estaba preparando el desayuno. El olor a café recién hecho y tostadas les dio la bienvenida.

—¡Vaya, miren quiénes se han dignado a aparecer! —bromeó Alex, girándose para saludarlas con una sonrisa, mientras volteaba unos huevos revueltos en la sartén—. Buenos días, dormilonas. Hoy he decidido hacer un desayuno digno de un lunes.—

—¡Wow! —exclamó Nerea—. Alex, ¡esto es un lujo! No todos los días nos recibes así.—

Chiara rió suavemente, acercándose a la mesa para ver lo que su hermano había preparado: huevos revueltos con jamón, tostadas con aguacate, frutas frescas y jugo de naranja.

—Bueno, lo mínimo que puedo hacer es consentirlas de vez en cuando. Además, tenemos un día largo por delante, así que necesitamos empezar con energía —dijo Alex mientras terminaba de colocar los platos en la mesa.

—Estás en modo chef hoy, hermano —comentó Chiara, sentándose a la mesa y tomando una tostada—. ¿Qué te trae tan motivado?—

Alex se encogió de hombros, pero su sonrisa delataba que algo lo tenía de buen humor.

—No sé, solo estoy en buen ánimo. Además, quiero que tengamos un buen día antes de que empiece la locura en el estudio.—

Los tres se sentaron alrededor de la mesa, disfrutando de un desayuno tranquilo pero lleno de complicidad. Las bromas iban y venían mientras Alex hacía comentarios sobre las noticias del día y Nerea contaba una anécdota divertida sobre una sesión de fotos reciente que había salido mal porque el modelo había llegado con resaca.

—En serio, chicos, estaba a punto de salir corriendo —dijo Nerea, riendo—. El pobre ni siquiera podía mantenerse de pie para las fotos. Tuvimos que improvisar un set donde él estuviera sentado la mayor parte del tiempo.—

—¡Vaya show! —se burló Chiara, tomando un sorbo de su jugo—. Por lo menos así no tenías que preocuparte por poses raras.—

—¡Exacto! —dijo Nerea, riendo aún más fuerte.

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