7-El Parque

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Los meses habían pasado volando para Chiara y Violeta. Desde aquel beso bajo las estrellas, su relación solo había crecido, envolviéndolas en una burbuja de felicidad compartida. No era oficial aún, pero nadie necesitaba palabras para saber que estaban completamente enamoradas. Entre citas, pijamadas y paseos por la costa de Menorca, ambas habían construido algo único. Se acompañaban en los momentos más simples: un café al atardecer, charlas sobre música y poesía, o risas interminables por alguna tontería. Chiara adoraba la manera en que Violeta entrecerraba los ojos al reír, cómo su pelo pelirrojo brillaba bajo el sol de la isla, y la calma que sentía cada vez que estaban juntas.

Por otro lado, Alex y Denna ya habían dado el siguiente paso: se habían hecho novios casi desde el principio, y aunque el resto del grupo lo consideraba apresurado, todos los apoyaban. La conexión entre ellos era evidente, especialmente cuando Denna lo acompañaba a sus pequeños conciertos en los bares locales. La pequeña rubia a veces se subía al escenario para cantar junto a Alex, y aunque no era profesional, la energía que compartían hacía que el público los aplaudiera como si lo fueran. Cada vez que Denna cantaba, los ojos de Alex brillaban de una manera que sus hermanos no habían visto antes. Estaban hechos el uno para el otro.

Mientras tanto, Nerea y Ruslana se habían vuelto inseparables. La conexión entre ellas era sutil, casi silenciosa, pero profunda. Nerea, siempre calmada y atenta, ayudaba a Ruslana a grabar sus covers de canciones que luego subía a TikTok. Una de esas canciones se había vuelto viral, y ver a Ruslana tan emocionada y apasionada por su música hizo que Nerea se sintiera orgullosa. Sabía que estaba viendo algo especial crecer entre ellas, y lo disfrutaba a cada paso.

Aquella tarde, Chiara había decidido que era hora de hacer oficial lo que ya sentían Violeta y ella. No podía esperar más. Se encontraba en el patio de su casa, hablando con Alex y Nerea, ambos animados por el buen ambiente que se respiraba.

—¡Vas guapísima! —dijo Alex con una sonrisa de orgullo, mirando el vestido de flores que Chiara había elegido—. A Violeta le va a encantar.—

Chiara sonrió, sintiéndose halagada. Sabía que Alex tenía razón. Había elegido ese vestido especialmente porque a Violeta siempre le llamaba la atención su estilo un tanto peculiar.

—¿Y qué van a hacer hoy? —preguntó Nerea, curiosa.

Chiara respiró hondo, nerviosa pero emocionada.

—Vamos al parque, ya sabes, nuestro lugar favorito... —hizo una pausa dramática, disfrutando del momento—. Y le voy a pedir que sea mi novia.—

La reacción de sus hermanos fue inmediata. Ambos gritaron y saltaron de emoción, rodeándola en un abrazo entusiasta. Era imposible no contagiarse de su energía.

—¡El matrimonio está cerca! —bromeó Nerea, haciendo que los tres rieran.

Pero la alegría de Chiara fue rápidamente sustituida por una ligera sensación de ansiedad.

—¿Y si me dice que no? —preguntó de repente, mordiéndose el labio. Sus pensamientos más inseguros comenzaron a emerger, temiendo lo peor.

Alex, que siempre sabía qué decir, tomó sus manos y la miró directamente a los ojos.

—Eh, Kiki, no pienses en eso. Violeta te quiere muchísimo, no hay duda. Le va a hacer muchísima ilusión que se lo pidas—

La sinceridad en su voz logró tranquilizarla. Chiara sonrió, sintiendo que sus nervios se disipaban un poco.

—Tienes razón... no debo pensar tonterías —dijo, agradecida por el apoyo de sus hermanos.

Se despidió de ellos, y con el corazón acelerado, se dirigió hacia el parque, donde había planeado su cita con Violeta.

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