3- El primer encuentro

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Violeta salió al patio trasero y fue golpeada por el frío viento que le causó un escalofrío momentáneo. El atardecer frente a ella, con sus tonos naranjas y rojos, la llenaba de paz y nostalgia. Colocó una silla plegable en un lugar estratégico del patio, donde la luz no le molestaba pero le permitía contemplar todo a su alrededor. Se acomodó y, hundida en sus pensamientos, dejó que la brisa marina despejara su mente.

Sin embargo, su momento de calma se vio interrumpido por unos gritos que al principio parecían lejanos, pero se iban acercando rápidamente.

—¡Cookie! Come on! —escuchó a lo lejos, justo antes de sentir algo peludo tirarse sobre ella. Un perro de tamaño mediano, blanco con manchas negras, se abalanzó sobre Violeta, lamiéndole la cara y ladrando alegremente. Al principio se asustó, pero al ver la inocencia y energía del animal, comenzó a acariciarlo con una sonrisa.

—¡Cookie! Galleta mala —dijo una voz femenina, agitada y algo cansada. Cuando Violeta alzó la vista, se encontró con la misma chica de la playa, esa que había rondado sus pensamientos de manera extraña durante el día. La chica, de cabello negro y gafas, sonreía apenada mientras le ponía la correa al perro.

—Lo siento —dijo la chica entre risas nerviosas—. Lo estaba paseando, pero vio un ave y salió corriendo detrás. Espero que no te haya asustado demasiado.—

Violeta, aunque todavía sorprendida, no pudo evitar sonreír mientras seguía acariciando al perro.

—No te preocupes, es una preciosidad —respondió, refiriéndose al perro.

Un poco más relajada, Violeta se atrevió a invitarla.

—¿Quieres sentarte? Te veo un poco cansada —dijo, dándole unas palmaditas en el espacio al lado de ella. Aunque la silla era estrecha para dos personas, la chica aceptó, y ambas quedaron algo apretadas.

—Soy Chiara, y gracias por no enfadarte —dijo la chica con un tono sincero, extendiendo la mano hacia Violeta.

—Violeta, un placer —respondió la pelirroja, estrechando su mano. Chiara pensó para sus adentros que ese nombre era tan bonito como la persona que tenía enfrente.

Se quedaron en silencio por unos minutos, pero no era un silencio incómodo, sino uno que permitía la presencia de la otra. Finalmente, Violeta rompió el silencio.

—¿Vives cerca de aquí? —preguntó, mirando con curiosidad a Chiara.

—¿Ves esa casa un poco más rústica? —respondió Chiara, señalando una vivienda a lo lejos—. Ahí vivo con mis hermanos, Alex y Nerea.—

Violeta asintió, sonriendo suavemente.

—Entonces somos casi vecinas —comentó—. Nos hemos mudado hoy, con mis hermanas Ruslana y Denna.—

Chiara, sin pensarlo demasiado, preguntó de manera espontánea:

—¿Te gustaría que nos viéramos mañana? —hizo una pausa, y luego, torpemente, corrigió su tono—. Quiero decir... los seis juntos —se llevó una mano a la nuca, nerviosa.

Violeta la miró con dulzura, una mirada que hizo que el corazón de Chiara se acelerara. Con una sonrisa, Violeta asintió.

—Es una buena idea. Seguro que a las chicas les encanta.—

Chiara dudó antes de hablar, pero finalmente lo soltó.

—Pensé que había causado una mala impresión, como no habías saludado hoy en la playa... —admitió, algo apenada.

Violeta se giró para mirarla, y en ese movimiento, al estar tan juntas en la silla, sus rostros quedaron a apenas centímetros. La pelirroja susurró, casi en un murmullo:

—Estaba nerviosa.—

La cercanía hizo que ninguna pudiera hablar durante unos segundos. Ambas se miraban, perdiéndose en los ojos de la otra. Chiara sintió que la intensidad de la mirada de Violeta la derretía por dentro, mientras que Violeta no podía dejar de pensar en el océano que veía en los ojos de Chiara.

Justo cuando la tensión crecía entre ellas, la puerta de la casa se abrió de golpe y Ruslana salió al patio, con la boca medio llena de comida.

—¡Violetitaaaa, la cena está lista! —canturreó. Al ver a Chiara, quien se separó bruscamente de Violeta, agregó con sorpresa—. Oh... lo siento, no sabía que tenías compañía.—

Chiara aprovechó la oportunidad para ponerse de pie rápidamente.

—Hola, soy Chiara —dijo nerviosa, extendiendo la mano—. No te preocupes, ya me iba. Mis hermanos seguro se están preguntando dónde estoy.—

Ruslana la miró con una sonrisa.

—Vale, os dejo. ¡Nos vemos pronto, Chiara! —dijo, con emoción en la voz, antes de volver a entrar en la casa.

Violeta se levantó de la silla y miró a Chiara, algo avergonzada por la interrupción.

—Disculpa a Ruslana, a veces es... algo intensa —se disculpó, aunque no entendía del todo la actitud extraña de su hermana.

Ambas no sabían bien cómo despedirse. Finalmente, Violeta le dio dos besos en la mejilla y acarició a Cookie. Chiara ya estaba por irse, pero antes de dar el primer paso, se dio la vuelta y la llamó.

—¡Violeta! ¿Me das tu número? —preguntó con una sonrisa nerviosa—. Digo, para hablar de lo de mañana.—

Violeta se rió suavemente y, sacando su móvil, intercambiaron números. Con una sonrisa tonta en los labios, Chiara se despidió y se fue hacia su casa.

Chiara llegó a su casa con una sonrisa que no podía borrar. Sus hermanos, Alex y Nerea, la miraron con curiosidad desde el sofá.

—¿Y esa sonrisa, Kiki? —preguntó Alex, levantando las cejas con suspicacia.

—El paseo me hizo bien, y Cookie es un buen acompañante —dijo, dándole unas palmadas al perro, aunque claramente su mente estaba en otro lado.

Nerea la observaba con una media sonrisa.

—Ya... claro, debe ser solo por eso, ¿no? —comentó, sabiendo que su hermana pronto se derrumbaría bajo la presión.

No pasaron ni cinco segundos antes de que Chiara lo soltase todo.

—¡Vale! —dijo, levantando las manos en señal de rendición—. He hablado con una de las vecinas, bueno, con dos, pero más con una...—

—Sabía que ese saludo en la playa tenía otras intenciones —dijo Nerea, empujando suavemente a Chiara.

—¡No! Yo solo saludé por cortesía. Además, no ha pasado nada, solo hemos hablado porque Cookie se escapó y terminé en su patio —intentó sonar despreocupada, pero era evidente que había más detrás.

Alex, divertido, se unió a la conversación.

—¿Y qué has averiguado, Sherlock?—

Chiara suspiró y les contó sobre las hermanas Hódar y cómo había intercambiado números con Violeta. Nerea y Alex no tardaron en bromear, llamando a Violeta "su novia". Al final, les propuso el plan de verse los seis al día siguiente, y ambos aceptaron con entusiasmo.

Holaa:)
es un capitulo corto pero en breves subo la continuación.
No se cada cuanto voy a actualizar pero mi idea es subir uno o dos capitulos por día (dependerá de la inspiración)

🫶🏻🫶🏻🫶🏻

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