6-El beso

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Chiara se había levantado temprano esa mañana, recordando aquel momento mágico en la playa con Violeta. Mientras se lavaba los dientes y se duchaba, no podía borrar la sonrisa de su rostro. Al terminar, se encerró de nuevo en su cuarto, tirándose en la cama y mirando al techo, reviviendo la sensación de esa conexión íntima que habían compartido.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe. Nerea entró sonriendo, seguida por Alex, quien también tenía un aire de felicidad que Chiara notó de inmediato.

—Vale, creo que todos tenemos algo que contar —dijo Chiara, viéndolos entrar y anticipando lo que venía.

Alex fue el primero en hablar, un poco tímido, pero claramente emocionado.

—Con Denna... nos desviamos un poco del camino a su casa... y no sé cómo pasó, pero... nos besamos —dijo, su voz apenas contenida por la felicidad.

Chiara y Nerea se miraron un segundo antes de comenzar a gritar de emoción y sus risas llenaron el cuarto.

—¿Cómo que se besaron? —exclamó Nerea, sacudiendo a Alex, quien no podía dejar de sonreír.

—¡Lo sabía! —dijo Chiara entre risas.

—Fue increíble —continuó Alex, sonrojado—. Todo pasó tan rápido, pero... cuando la miré, supe que quería besarla. Y no sé... ¡todo se sintió tan bien! Ella es tan dulce, tan natural. Me hace sentir diferente, como si todo encajara, ¿saben?—

Nerea y Chiara lo miraban con atención, felices por su hermano.

—Y bueno, Nerea, ¿qué hay de ti?
—preguntó Chiara, intrigada.

Nerea se sonrojó un poco antes de hablar.

—Bueno... Rus y yo nos tomamos de la mano, y estuvimos a punto de besarnos, pero... —hizo una pausa, lanzando una mirada furiosa a Alex—. Pero este idiota llegó con Denna y nos interrumpió.—

—¡Lo siento! —se defendió Alex, levantando las manos en señal de disculpa.

—Eres un gilipollas —dijo Nerea, todavía molesta—. ¡Justo cuando estábamos teniendo un momento, apareces y se rompe todo!—

Chiara no pudo evitar reírse con fuerza, lo que solo provocó que Nerea se enfadara más, mientras que Alex se encogía de hombros con una mezcla de culpa y diversión.

—¿Y tú qué? —preguntó Alex, mirando a Chiara con una sonrisa traviesa—. ¿Ya tienes fecha para la boda?—

Chiara se sonrojó de inmediato y se escondió detrás de una almohada.

—Venga, suéltalo todo —insistió Nerea, en tono autoritario—. Os vimos muy juntitas anoche...—

—No pasó nada... —respondió Chiara, ya rendida—. Solo hablamos y estuvimos cerca, ya está.—

—Seguro que la próxima vez pica —dijo Alex, animando a su hermana mientras Nerea asentía con complicidad.

Después de desayunar, Alex y Nerea decidieron dar un paseo por la playa antes de almorzar con Ruslana y Denna, quienes aceptaron encantadas la invitación. Chiara, en cambio, se quedó en casa, todavía perdida en sus pensamientos sobre Violeta. No quería ser molesta llamándola, pero no podía sacarla de su mente.

Unas horas después, el sonido del timbre la sacó de su ensimismamiento. Se levantó en pijama y fue a abrir la puerta, un poco extrañada. Al abrir, allí estaba Violeta, con una sonrisa tímida y Cookie, el perro de Chiara, en sus brazos.

—Hola, Kiki —saludó Violeta, acariciando a Cookie—. Este ninja se ha escapado y ha aparecido en casa otra vez.— bromeó la pelirroja.

—¡Fuck! Este perro es un maestro del escape... —dijo Chiara, mientras lo cogía en brazos y provocando una risa de la morada—. Gracias, Violeta.—

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