La habitación del hotel estaba en silencio, salvo por los suaves murmullos de Peter intentando hacer que Emma se durmiera. Pero no importaba cuántas canciones de cuna le cantara o cuántas veces la arrullara, la niña seguía con los ojos bien abiertos, inquieta. Ya había pasado más de una hora desde que Peter intentó acostarla, pero nada funcionaba.
─Vamos, Emma… ─murmuró, frotándose los ojos mientras la balanceaba en sus brazos.─ Tienes que dormir, cariño.
Emma, sin embargo, no tenía planes de ceder. Parecía tener la energía de una pequeña tormenta, mirando a su papá con esos grandes ojos curiosos.
Peter suspiró, sabiendo lo que tenía que hacer. Era un método poco ortodoxo, pero a veces funcionaba mejor que cualquier canción de cuna. Emma siempre se relajaba cuando estaba en movimiento, y Peter tenía una idea que, aunque inusual, siempre había dado resultados.
─Está bien, pequeña. Hora de un paseo especial. ─dijo con una sonrisa.
Peter la envolvió en su chaqueta y luego sacó una de las correas de tela que usaba para amarrarla a su pecho. En pocos minutos, Emma estaba asegurada contra él, con su cabecita apoyada en su pecho mientras él la ajustaba suavemente. Peter le dio un beso en la frente antes de dirigirse hacia la ventana del hotel.
─Vamos a dar un paseo, pero no un paseo cualquiera, ¿vale? ─le susurró, abriendo la ventana y dejando que el aire nocturno entrara en la habitación.
En cuestión de segundos, Peter se deslizó por la ventana, y con la agilidad de Spider-Man, saltó hacia el tejado del edificio más cercano. Los techos de Nueva York siempre eran el lugar donde Peter se sentía más libre, y esta noche, Emma sería su pequeña compañera en la aventura.
Saltó de un edificio a otro con facilidad, cuidando siempre de mantener a Emma bien sujeta contra su pecho. El balanceo suave y rítmico del movimiento, combinado con la frescura de la brisa nocturna, comenzó a tener efecto. Al principio, Emma miraba fascinada las luces de la ciudad, pero poco a poco, su energía comenzó a decaer.
Peter sonrió al sentir cómo su hija se relajaba, sus pequeñas manos aferradas a su camisa. Dio unos cuantos saltos más, moviéndose con cuidado por los tejados, asegurándose de que el viaje fuera lo suficientemente largo para calmarla del todo.
─Funciona cada vez, ¿eh? ─murmuró con una sonrisa satisfecha.
Mientras aterrizaba en el tejado de otro edificio, sintió el pequeño suspiro de Emma. Su respiración se había vuelto más lenta, más tranquila, y cuando Peter miró hacia abajo, vio que sus ojos estaban cerrados, finalmente dormida.
─Sabía que esto lo haría. ─susurró, orgulloso de haberla calmado.
Se quedó un momento en el tejado, disfrutando de la paz que la noche le ofrecía, con su hija dormida y segura en sus brazos. Para Peter, esos momentos eran los más especiales, porque incluso siendo Spider-Man, siempre encontraría tiempo para ser el papá que Emma necesitaba.
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𝐒𝐩𝐢𝐝𝐞𝐫 𝐅𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫; 𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫 𝐏𝐚𝐫𝐤𝐞𝐫
أدب الهواةSpider-Man cambiando pañales...¿Quién lo diría?