El sol se estaba poniendo, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa. Peter Parker se sentaba en el sofá de su sala, con el teléfono en la mano, esperando ansiosamente una llamada de Tony Stark. La falta de noticias le causaba ansiedad; sabía que la situación con los héroes seguía complicada, y él no quería perder la oportunidad de regresar al equipo. Había estado alejado del mundo de los héroes por demasiado tiempo, y su corazón anhelaba la adrenalina de salvar el día.
Mientras miraba el teléfono, una pequeña voz interrumpió sus pensamientos.
—¡Papá! —llamó Emma desde su rincón de juguetes.
Él se giró y vio a su hija con los ojos llenos de lágrimas, su pequeño rostro arrugado en una expresión de tristeza. Inmediatamente, se levantó y fue a su encuentro, arrodillándose a su altura.
—¿Qué pasa, pequeña? —preguntó, su voz suave y tranquilizadora.
Emma se lanzó a sus brazos, acurrucándose contra su pecho. Peter sintió que su corazón se rompía al ver a su hija tan molesta.
—No quiero que estés triste, papá —sollozó ella, con su voz entrecortada—. ¿Por qué no puedes jugar conmigo?
—Oh, Emma —susurró Peter, abrazándola con fuerza—. No estoy triste, solo estoy esperando a que un amigo me llame. Pero, ¿sabes qué? Estar contigo siempre es lo mejor.
Emma lo miró con sus grandes ojos, todavía con lágrimas en las mejillas. Se frotó los ojos con el puño y continuó acurrucándose en su pecho, buscando consuelo en su padre.
—¿Podemos jugar ahora? —preguntó, su voz sonando un poco más tranquila.
Peter sonrió, sintiendo que su preocupación se desvanecía. Con Emma a su lado, no había lugar para la tristeza.
—Por supuesto, ¿quieres que juguemos a ser superhéroes? —dijo, tratando de animarla.
La pequeña hizo una pausa, su expresión comenzando a iluminarse mientras pensaba en la propuesta.
—¿Yo puedo ser una superheroína? —preguntó, levantando la cabeza para mirarlo.
—¡Claro que sí! —respondió Peter, levantando un dedo en señal de aprobación—. Eres la mejor superheroína del mundo.
Emma sonrió, dejando de lado sus lágrimas por un momento. Peter la colocó en su regazo y comenzaron a inventar historias sobre batallas heroicas y villanos malvados. Mientras hacían sonidos de acción y gestos dramáticos, el teléfono de Peter vibró en la mesa.
Ambos se detuvieron, y Peter miró el identificador de llamadas. Era un número que no conocía. Su corazón dio un salto. ¿Podría ser Tony?
—Un momento, Emma —dijo, levantándose rápidamente y atendiendo la llamada.
—¿Hola? —respondió, con un tono que reflejaba su mezcla de esperanza y ansiedad.
La voz del otro lado era de un asistente de Stark Industries, informándole sobre un nuevo proyecto en el que estaban trabajando y que Tony estaría disponible para discutir más tarde. Sin embargo, no era el contacto que esperaba.
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𝐒𝐩𝐢𝐝𝐞𝐫 𝐅𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫; 𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫 𝐏𝐚𝐫𝐤𝐞𝐫
أدب الهواةSpider-Man cambiando pañales...¿Quién lo diría?