10: Marcador

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Peter entró sigilosamente en su apartamento, tratando de no hacer ruido después de una ligera patrulla como Spider-Man

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Peter entró sigilosamente en su apartamento, tratando de no hacer ruido después de una ligera patrulla como Spider-Man. Había sido una noche tranquila, lo que le permitió regresar antes de lo previsto. Al abrir la puerta, esperaba encontrar a Emma aún durmiendo plácidamente en la cama, justo donde la había dejado. Sin embargo, al adentrarse un poco más en la habitación, lo primero que vio fue una pequeña figura en el suelo, rodeada de sus juguetes.

Emma estaba sentada en medio de un caos de bloques de construcción y peluches, balbuceando felizmente mientras golpeaba un par de bloques juntos. Su cabello despeinado, una clara señal de que se había despertado por su cuenta, y su pijama arrugado la hacían ver como la imagen misma de la travesura.

—Emma... —dijo Peter, sorprendido, y se agachó junto a ella—. ¿Cómo llegaste aquí?

La pequeña levantó la vista y, al verlo, soltó una risita encantada, extendiendo los brazos hacia él como si estuviera esperando ese momento. Peter no pudo evitar reírse también mientras la levantaba del suelo, acomodándola en su regazo.

—Se supone que deberías estar durmiendo, no organizando fiestas a media noche —bromeó, mientras ella le acariciaba la cara con sus manitas.

Emma solo respondió con una sonrisa traviesa, sus ojos brillando con emoción. Claramente, no tenía intenciones de volver a la cama pronto.

—Eres toda una escapista, ¿eh? —Peter suspiró, sabiendo que su hija ya comenzaba a mostrar señales de una personalidad inquieta y curiosa. Parecía tener la misma energía que él cuando era pequeño—. ¿Sabes lo mucho que me haces correr de un lado a otro?

Emma hizo un sonido ininteligible y se inclinó hacia adelante para darle un suave beso en la mejilla, lo que hizo que Peter sonriera más. Aunque estaba cansado después de patrullar, no había nada en el mundo que pudiera reemplazar estos momentos.

—Bueno, ya que estás despierta, supongo que no tiene sentido pelear contigo, ¿verdad? —Peter le hizo cosquillas suavemente en su barriga, lo que provocó que Emma soltara una risa contagiosa.

Después de unos minutos de juego, Peter finalmente la llevó de vuelta a la cama, aunque esta vez decidió no dejarla sola. Se sentó junto a ella, asegurándose de que no volviera a escaparse.

—Vamos a intentarlo de nuevo, pequeñita —murmuró, mientras le cantaba una suave melodía, esperando que finalmente se quedara dormida.

Emma se acurrucó contra su pecho, sus ojos parpadeando con sueño, pero con una ligera sonrisa aún en sus labios. Mientras Peter la mecía suavemente, pensó que, aunque ser Spider-Man era agotador, ser padre lo era aún más, pero también mucho más gratificante.

Finalmente, los ojos de Emma se cerraron, y Peter se quedó observándola con ternura. Estas pequeñas aventuras nocturnas se estaban volviendo parte de su nueva rutina, y aunque a veces resultaban caóticas, no cambiaría nada de ello.

Era temprano en la mañana, y Peter seguía profundamente dormido después de una larga noche cuidando a Emma. Su hija, sin embargo, ya había despertado, con una energía que parecía inagotable para una niña de su edad. Con su cabello despeinado y un pijama algo arrugado, Emma gateó fuera de la cama en silencio, mientras su padre aún roncaba suavemente.

En su pequeña expedición alrededor de la habitación, Emma descubrió algo interesante: un marcador negro que Peter había dejado sobre el escritorio. La niña lo tomó con sus manitas curiosas y, con una sonrisa traviesa, decidió que era hora de usarlo.

Gateó de regreso a la cama y se subió torpemente sobre el colchón, acercándose a Peter, quien dormía profundamente boca arriba. Emma, con un instinto artístico que sólo una niña tan pequeña podría tener, comenzó a trazar líneas torpes en la mejilla de su padre. Con gran concentración, dibujó círculos y garabatos por toda la cara de Peter, riéndose en silencio cada vez que el marcador deslizaba una nueva línea.

Peter, por supuesto, no se dio cuenta de nada. Seguía profundamente dormido, sin imaginar que su hija estaba convirtiendo su rostro en un lienzo improvisado. Emma, emocionada por su "obra de arte", continuaba trazando más y más líneas, encantada con el sonido del marcador deslizándose por la piel de su padre.

Finalmente, después de unos minutos de su arte silencioso, Peter comenzó a moverse un poco, sintiendo algo extraño en su rostro. Entreabrió los ojos, notando que algo estaba mal. Levantó una mano y se frotó la mejilla, sintiendo una textura pegajosa.

—¿Qué...? —murmuró adormilado.

Emma, al verlo despertar, soltó una risita divertida, orgullosa de su trabajo. Peter la miró y, al notar el marcador en su mano, comenzó a comprender lo que había sucedido.

—Oh, no... ¿Qué hiciste, pequeña traviesa? —preguntó con una sonrisa de resignación.

Se levantó lentamente y fue hasta el espejo. Al ver su reflejo, no pudo evitar reírse. Su cara estaba cubierta de garabatos y dibujos abstractos, hechos por su pequeña artista.

—Bueno, al menos tienes talento —dijo, mirando a Emma, quien seguía riéndose desde la cama—. Supongo que esto es lo que me pasa por dejarte sola con un marcador.

Emma simplemente lo miró con ojos brillantes, orgullosa de su "obra maestra". Peter suspiró y se acercó a ella, levantándola en sus brazos.

—Vamos a limpiarme antes de que me vea Tony —bromeó mientras la llevaba al baño—. Aunque, honestamente, creo que Happy se reiría de esto por semanas.

Mientras la pequeña seguía riendo, Peter no pudo evitar pensar en lo mucho que amaba estos momentos caóticos con su hija. Aunque a veces lo agotaban, siempre le dejaban una sonrisa en el rostro, incluso si ese rostro estaba lleno de garabatos.

 Aunque a veces lo agotaban, siempre le dejaban una sonrisa en el rostro, incluso si ese rostro estaba lleno de garabatos

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𝐒𝐩𝐢𝐝𝐞𝐫 𝐅𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫; 𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫 𝐏𝐚𝐫𝐤𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora