REENCUENTRO| Nicholas Chavez

Capítulo 7: Ecos de la Noche Pasada

La jornada avanzaba lenta y pesada. Desde que Nicholas salió de mi apartamento después de nuestro desayuno incómodo pero necesario, todo parecía más claro y a la vez más confuso.

Llegamos a un acuerdo temporal, algo que nos permitía seguir adelante sin que las cosas se desmoronaran del todo. Pero, en el fondo, sabía que nada estaba realmente resuelto.

Al llegar al set, todo parecía igual. Las luces, las cámaras, el bullicio del equipo preparando las escenas del día. Me sumergí en la rutina como si fuera un refugio, tratando de desconectar de lo que había ocurrido la noche anterior. Pero era imposible. Cada vez que veía a Nicholas en la distancia, una corriente de electricidad recorría mi cuerpo. Él también evitaba mi mirada, pero nuestros caminos inevitablemente se cruzaban.

La mañana se deslizó sin pena ni gloria, mientras el día avanzaba y el rodaje se acercaba. La luz del sol entraba por las ventanas del set, iluminando cada rincón del espacio como un recordatorio de la normalidad. Sin embargo, para mí, el aire era denso con la tensión no resuelta de la conversación que había tenido con Nicholas.

A medida que los demás miembros del equipo llegaban, intenté sumergirme en el trabajo, pero mis pensamientos siempre regresaban a él. Cada vez que giraba la cabeza, su presencia se hacía notar, como una sombra que me seguía, insistente y omnipresente. Sus ojos, tan intensos, parecían escudriñar cada rincón de mi ser, y eso solo aumentaba mi confusión.

Mientras ensayábamos las escenas del día, podía sentir su mirada en mí, una mezcla de curiosidad y algo más profundo. Sin embargo, cuando nuestras miradas se encontraban, un velo de complicidad se interponía entre nosotros, como si compartiéramos un secreto que nadie más conocía. Era un tira y afloja emocional que me mantenía en un estado de alerta constante.

Durante la pausa para el almuerzo, me encontré sentada en una esquina del set, intentando concentrarme en la conversación de mis compañeros. Hablaban de cosas triviales, de la trama del guion y de la logística de las grabaciones, pero nada de eso lograba captar mi atención. Todo lo que podía pensar era en Nicholas y en lo que habíamos discutido esa mañana.

—Elena, ¿estás bien?– me preguntó Malena, la asistente de producción, interrumpiendo mis pensamientos. La preocupación en su voz era palpable.

—Sí, solo estoy un poco cansada—respondí, forzando una sonrisa. No quería preocuparla, pero la verdad es que mi mente estaba lejos de aquí.

—¿Seguro? Te noto un poco distraída—insistió, arqueando una ceja. Su mirada era inquisitiva.

Asentí, deseando que la conversación se desvíe. El último lugar donde quería estar era en el centro de la atención, hablando de mis problemas personales. Sin embargo, en el fondo sabía que tenía que encontrar la manera de lidiar con la situación que se había creado entre Nicholas y yo.

Cuando la pausa terminó, volvimos al set. Nicholas estaba en su lugar, revisando el guion y hablando con el director. Su risa resonaba por el espacio, y una punzada de celos atravesó mi pecho. No era solo la cercanía física lo que me perturbaba; era la facilidad con la que parecía interactuar con los demás, como si no hubiera un dilema entre nosotros.

La tarde avanzó, y las escenas fueron fluyendo de manera fluida, pero cada vez que cruzábamos caminos, sentía el impulso de tocarlo, de acercarme un poco más. Había una energía palpable entre nosotros que, aunque innegable, era aterradora.

Al final del día, cuando el sol comenzaba a ponerse, el director dio la señal de que habíamos terminado. Los miembros del equipo comenzaron a desarmar el set, y el bullicio se llenó de risas y bromas. Sin embargo, me encontré paralizada, mirando a Nicholas desde la distancia.