Felicidad interrumpida

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Desperté cuando unos rayos de sol llegaban a mi cara, me volteé y Shinjuro ya no estaba. De pronto, entra con una bandeja con desayuno y una sonrisa radiante.

-Buenos días, señora Rengoku- me dice mientras se sienta a mi lado y me acomoda la bandeja. Yo lentamente me incorporo en el futón, aún me sentía muy cansada.

-Buenos días, señor Rengoku- le respondo, devolviéndole la sonrisa.

En silencio, tomamos desayuno. Yo aún estaba tratando de asimilar todo. Este ultimo tiempo había pasado muy rápido, y muchas emociones habían pasado por mi vida, pero la mejor de todas, era que al fin era parte de una familia que me amaba y que, dentro de mí, se gestaba la mayor muestra de ese amor.

Estábamos terminando de desayunar, cuando sentimos que afuera alguien llama...era el doctor que venía a mi chequeo. Shinjuro se levanta y lo va a recibir.

-Buenos días, señora Rengoku- me dice el doctor mientras entra a la habitación. Yo le devuelvo el saludo. Dejando su bolso a un lado, el doctor me empieza a hacer unas preguntas, hasta que comienza, en silencio, a chequearme los signos vitales, de pronto, me pide que me descubra el pecho para revisarme el corazón. Al hacerlo, dejo en descubierto todas las marcas que me había dejado Shinjuro, y cruzo una mirada vergonzosa con él.

-Se encuentra en perfecto estado, señora Rengoku- me dice el doctor. Solo le pediría, Señor Rengoku, que fuera más suave con su esposa, la piel es delicada, sobre todo en la zona del pecho, aún más por su embarazo, lo cual le puede generar algunas molestias por ahora- termina el doctor, dirigiéndose a Shinjuro, quien, por primera vez, lo veo sonrojar. Yo no puedo evitar esbozar una risita.

Una vez que el doctor se retira, el día sigue con calma. Shinjuro no me permite levantarme y me deja descansando todo el día, ya llegando la tarde, se recuesta a mi lado.

-Te amo tanto, siento que estoy viviendo un sueño- me dice tomando mi cara entre sus grandes manos. Yo le sonrío y le devuelvo un beso. Shinjuro, me atrae hacía él y sus besos, bajan de mi boca hasta mi cuello, mientras sus manos comienzan a desnudarme. Yo siento como una corriente eléctrica recorre mi cuerpo y me dejo llevar. Nuestras manos recorren ansiosas el cuerpo del otro, y terminamos haciendo el amor suavemente.

Al paso de tres días, Senjuro regresa. Nos cuenta lo bien que lo pasó, y su rostro se ve lleno de alegría.

- ¿Cómo está mi hermanito, mamá? - me pregunta. Yo siento mi corazón hinchado de ternura al escuchar que me dice mamá. Le cuento que el doctor me revisó, y que todo está muy bien. En los días siguientes, por las tardes, padre e hijo habían comenzado una rutina de entrenamiento, lo cual me ponía muy feliz.

Y así los días, las semanas, los meses fueron pasando en una aparente calma. La vida parecía al fin sonreírnos a todos. Una tarde, decidimos ir a pasear al parque. Yo llevaba ya una enorme panza de 6 meses, que me hacía tambalear para caminar. Me avergonzaba un poco, pues suelo ser ágil, pero los Rengoku, decían amar mi nueva apariencia.

Cuando llegamos al parque, me senté en un banco a descansar, mientras Senjuro y Shinjuro, fueron al riachuelo a hacer una competencia de quien lanzaba piedrecillas más lejos. Yo los miraba complacida, mientras acariciaba mi panza y disfrutaba de la suave brisa. El día estaba tan agradable, que por un momento cerré los ojos, sin embargo, la paz me duró poco, porque un fuerte golpe en mi panza me hizo gritar del dolor. Asustada, averigüé la causa, y vi una pelota rodar por mis pies, con los ojos, busqué a algún niño jugando cerca, pero no había nadie. Con el pie, muevo la pelota, y era rígida y pesada. Al levantar la vista, me encuentro con el rostro, o al menos lo que se podía ver del rostro, del mismo hombre que había marcado la puerta la vez anterior, que estaba escondido tras un árbol. En su cara se dibujaba una horrible sonrisa burlona, y con un gesto, hace que la pelota vuelva a su mano, y en un abrir y cerrar de ojos, desaparece.

- ¡Cariño, que sucedió!- me dice Shinjuro, quien junto a Senjuro, regresaron corriendo tras escucharme gritar. Con el rostro pálido, y aún un poco adolorida, les cuento lo sucedido. El rostro de Shinjuro se volvió sombrío y Senjuro me abrazó con ojos llorosos. Entre los dos me ayudan a levantarme, yo me sentía sin fuerzas y algo mareada. Lentamente fuimos caminando hasta donde atendía el doctor, que por suerte estaba cerca. Tras revisarme, me encontró un poco descompensada y me recetó reposo por algunos días, y me dejó algunos medicamentos. Por suerte el bebé se encontraba bien.

Esa misma noche, Shinjuro le escribió al patrón contándole lo sucedido, quien al otro día le respondió, que, debido a este suceso, más otros rumores que habían llegado a sus oídos, necesitaba que Shinjuro y Tengen, como ex pilares, fueran a una misión secreta. Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar esta noticia, pues era primera vez que me iba a separar de Shinjuro, y en mi estado, estaba aún más sensible. Shinjuro permaneció en silencio tras leer la carta, pero su rostro mostraba confusión, una mezcla de preocupación por dejarme sola, pero también se veía como el antiguo pilar de llama, tenía una determinación enorme por saber la causa de lo que nos estaba quitando nuestra anhelada paz.

-Tranquila mamá, yo te protegeré a ti y al bebé- me dice de pronto Senjuro, rodeándome con sus brazos. Su gesto, hace que mis ojos dejen escapar algunas lágrimas por mis mejillas, mientras beso su cabeza. Luego de eso, nos quedamos los 3 en silencio, asimilando lo que se venía, sabiendo que, aunque no quisiéramos, era necesario e inevitable.

El Resurgimiento de un pilar: Shinjuro RengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora