Mal augurio

8 2 0
                                    

Al día siguiente me levanté temprano, y le preparé el desayuno a los dos Rengoku. Shinjuro estaba muy atento y protector conmigo, y Senjuro estaba más feliz que nunca.

-Señorita Reiko, estoy segura de que se va a ver hermosa cuando se case con papá- me dijo mientras desayunábamos-.

-Senjuro, aún no hacemos la ceremonia de compromiso y ya estás pensando en la boda- dije riendo.

Más tarde, quise salir a comprar al mercado algunas verduras y pescado para hacer almuerzo. Mientras recorría la calle, sentí algunas miradas clavadas en mí, y algunos murmullos a mis espaldas. El haberme visto salir de la mansión Rengoku, sin uniforme, y haciendo las compras, despertó el chisme de los vecinos. No me quedó más que hacer caso omiso y seguir mi camino. Ya llegando al mercado, me mezclé entre la gente y pude comprar tranquila, sin que nadie me quedará mirando raro...o eso creía. De reojo, sentí que un hombre me miraba, pero no con curiosidad, ni por chismosear, si no que con odio. Mi intuición nunca me fallaba, así que sabía que no era producto de mi imaginación, sin embargo, me concentré en comprar lo que necesitaba para regresar pronto.

Mientras iba de vuelta, sentí que unos pasos iban a un par de metros detrás de mí, pero cuando me volteaba a ver, no había nadie. Probé con desviarme del camino, y los pasos seguían tras de mí. Comencé a caminar más rápido, casi corriendo, y la sensación de que alguien me seguía, persistía...de pronto tomé algo de distancia, y dejé el canasto en la puerta de la casa, pero rápidamente, me fui a esconder tras un arbusto. En eso, aparece un hombre...era el mismo hombre que vi en el mercado. Llevaba capucha, pero unos mechones de pelos cubrían su frente...sus ojos, extrañamente rojos, brillaban, y su boca dibujaba una mueca. De entre sus ropas, sacó un frasco y untándose un dedo, hizo una marca en la puerta. Yo estaba estupefacta, algo me decía que las intenciones de ese hombre eran horribles, pero lo más increíble, que, sin darme cuenta, el hombre había desaparecido del lugar.

La marca de la puerta era un símbolo que nunca había visto. Sacando un pañuelo, borré hasta dejar sin rastro la puerta...de seguro, esa marca era para que alguien viniera con malas intenciones.

- ¡Ya estás de vuelta! – me dice Shinjuro al verme. Para mi sorpresa, estaba entrenando con Senjuro en el patio-. ¿Pasa algo? - me dice al ver mi rostro.

-No...nada- digo, no quise preocupar a Senjuro, pero el mayor de los Rengoku, se dió cuenta que algo no andaba bien y se fue a la cocina tras de mí.

Una vez que estuvimos solos, le cuento lo sucedido, y sacó mi pañuelo. Al abrirlo, nos damos cuenta de que el líquido, era sangre, pero ¡Sangre de demonio! Su olor era inconfundible. Ambos quedamos sorprendidos, no dábamos crédito a lo sucedido, se suponía que al no existir Muzan, el clan de los demonios había desaparecido.

-Debemos poner al tanto al patrón- le dijo a Shinjuro quien esta de acuerdo. Rápidamente, se dirige a escribir la carta. Cuando ya estaba llegando al final de esta, lee en voz "la cual se efectuará en 2 semanas más".

- ¿2 semanas? ¿a qué te refieres? - pregunto curiosa.

- 2 semanas para nuestra ceremonia de compromiso- me responde con una sonrisa. Mis ojos se abren, y olvidando por un momento lo que había pasado, me lanzo a sus brazos.

El Resurgimiento de un pilar: Shinjuro RengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora