La despedida (+18)

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La misión comenzaba en 4 días, así que nos quedaba un poco de tiempo para organizar las cosas. El patrón, tras enterarse de mi estado, envió 2 kakushis para cuidarme mientras Shinjuro estuviera afuera. La misión iba a ser larga, así que por lo menos estaría en ella dos meses.

Los Kakushis trabajan arduamente, así que nos permitieron esos días poder compartir en familia. Pasábamos juntos los 3. Los 2 Rengoku estaban muy atentos conmigo. No dejaban que hiciera nada, así que pasé descansando la mayor parte del tiempo. El bebé, al parecer, sentía todas esas atenciones, pues daba brincos dentro de mi barriga, en especial cuando escuchaba a Senjuro. La conexión entre hermanos se estaba forjando desde ya.

Al fin, llegó la última noche que pasaríamos juntos. Padre e hijo pasaron toda la tarde conversando. Alcancé a escuchar como Shinjuro le decía a su hijo cómo debía ser el hombre de la familia, y qué debería hacer si él no regresaba con vida. No pude evitar que algunas lágrimas corrieran por mi rostro.

—Shinjuro, no sabes cuanto me duele saber que estaremos separados, pero sé, tengo la certeza que estaremos juntos nuevamente —le dijo a mi esposo, cuando ya estamos acostados.

—Cariño, mi pequeña Reiko, sé fuerte— me dice tomando mi rostro en sus manos, mientras me devuelve una mirada con ojos llorosos. Yo le devuelvo una sonrisa.

—Shin...quiero que hagamos el amor. Sé que mi barriga está enorme, pero no quiero quedarme sin sentirte dentro de mí por tanto tiempo —le digo con determinación. Shinjuro abre los ojos sorprendidos, pero una sonrisa me confirma que desea lo mismo, así que, acercándome a su lado, me comienza a besar.

Mis manos acarician ese cabello que me encanta, para luego bajar por su amplia espalda. Mientras me besa, sus manos trabajan en soltar mi yukata para dejar mi torso descubierto. Yo, con un poco de dificultad, consigo lo mismo, y nos fundimos en un abrazo, piel con piel. Me aferro a su cuello, mientras su boca besa desenfrenadamente mi cuello.

Nos separamos unos segundos, y los ojos de Shinjuro se clavan en mis pechos, los cuales mira con deseo. Estos, gracias al embarazo, habían aumentado de tamaño. Mis pezones erectos llamaban a gritos a mi esposo, quien sin dudarlo comenzó a succionarlos. Cada roce de sus labios me hacía estremecer, pues la sensibilidad estaba aún más fuerte, apegando con mis manos la cabeza de mi esposo a mis pechos, quien los disfrutaba como si fuera la primera vez que los probara. Sus labios succionaban con fuerzas y su lengua jugueteaba con mi pezón, mientras el otro lo retorcía con una mano. Yo cerraba los ojos mientras disfrutaba.

Luego de un momento, Shinjuro levanta la vista y me vuelve a besar, para terminar de sacar mi ropa. Al verme desnuda y con la barriga, sentí un poco de vergüenza.

—Amor, así tal cual, te ves bellísima, tu cuerpo sigue siendo exquisito para mí —me dice mirándome a la cara. Con suavidad, me recuesta y recorre cada parte de mí con besos, especialmente mi barriga, que, por mi embarazo, se había marcado con algunas estrías; sin embargo, Shinjuro no le dio importancia.

Al llegar a la entrepierna, suavemente separó mis piernas, y con sus dedos comenzó a acariciarme. Shinjuro me produjo tanto deseo, que ya había bastante humedad; sin embargo, él quería consentirme. Lentamente empezó a hundir sus dedos, hasta que dio con mi clítoris, el cual acarició, provocando que un gemido se escapara de mis labios, haciendo que una sonrisa pícara se dibujara en su rostro. Luego, sus dedos siguieron trabajando en mi intimidad, hasta comenzar a entrar en mí. Primero uno, luego dos, y por último tres dedos juguetones comenzaban a moverse... Shinjuro lo hacía tan bien, que sentía como descargas eléctricas recorrían mi cuerpo. Mi barriga estaba enorme, así que no podía moverme como quería; sin embargo, disfrutaba cada movimiento que hacía con su mano. De pronto, los dedos fueron reemplazados por su boca, siendo su lengua la que ahora entraba y salía de mí. Yo retorcía mis pezones, mientras ahogaba mis gemidos de placer. No quería que nadie escuchara algo indebido.

De pronto, sentí que estaba a punto de llegar al orgasmo, y al parecer Shinjuro también lo notó, pues aprovechando el momento, tomó mis caderas para penetrarme. Sentirlo dentro de mí hacía que literalmente me sintiera en las nubes. Llenaba cada espacio de mí, y cada movimiento hacía que me sintiera llena de placer. No fue mucho lo que alcancé a estar así, antes de que ya no pudiera evitar la llegada del orgasmo. Shinjuro se dio cuenta, y sonriendo, sale de mí y se recuesta a mi lado, mientras me observa como estoy jadeando. Yo lo miro, acariciando su rostro.

—Cariño, ponte de pie —le digo una vez que recobro el aliento. Shinjuro me obedece. Luego le extiendo una mano para que me ayude a levantarme. De rodillas, quedó frente a él.

—No pensarías que te quedarías sin tu parte —le digo mirándolo hacia arriba. Mi esposo abre los ojos, y sin decir palabra, ya sabe a lo que me refiero, así que acomoda mi cabeza frente a él e introduce su miembro en mi boca. Puedo sentir que aún tiene mi humedad, pero rápidamente se comienza a mover dentro de mi boca. Yo me aferro a sus piernas y dejo que esta vez él lleve el ritmo. Levanto la vista y veo como disfruta. Pequeños gemidos salen de sus labios. Su miembro llena por completo mi cavidad oral, dejándome sin aliento algunos momentos, pero yo disfruto hacerle eso a mí amado. Luego de un rato, siento que Shinjuro va a llegar al clímax. Sus movimientos bajan un poco de intensidad, hasta que mi boca se ve inundada por su semen. No puedo evitar tragar, mientras Shinjuro retira su miembro.

Agotado, se deja caer a mi lado, y me ayuda a recostarme. Me envuelve con un brazo y, con la otra mano, me limpia la boca mientras se ríe un tanto avergonzado.

—Cariño, siempre sabes cómo satisfacerme —me dice rodeándome ahora con ambos brazos—. Y no solo me refiero a esto, sino que en todo aspecto. Haberme casado contigo fue la mejor decisión que pude tomar. Te prometo que volveré sano y salvo. Deseo estar contigo y con nuestros hijos.

—Lo sé, amor, sé que será así. Aquí estaremos esperándote. El gran pilar de llama ha vuelto, y sé qué hará esta misión exitosamente —le digo acariciando su rostro. El semblante de Shinjuro pareció iluminarse al escucharme decirle el pilar de la llama.

—Además, Kyojuro estará contigo— le digo, hundiendo mi rostro en su pecho. Tras decir esto, siento que me abraza con fuerza, apoyando su rostro en mi cabeza, y así, nos dormimos abrazados, hasta el otro día.

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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El Resurgimiento de un pilar: Shinjuro RengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora