Capítulo Uno

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Sus labios se dirigían hacia los de Fluke. ¿Se encontrarían por fin?

Nunca antes había ocurrido a pesar de que lo deseaba profundamente. Él inclinó la cabeza ligeramente y su corazón se aceleró. Oh, sí... esta vez sí.

Pero cuando Fluke se preparaba para el deseado encuentro, él empezó a alejarse. Su imagen se disolvió por completo cuando el discordante sonido del teléfono lo obligó a salir de su ensoñación. Fluke Natouch tomó el teléfono inalámbrico aún algo perdido en el mundo de los sueños, un mundo en el que Ohm Thitiwat no estaba prometido con la famosa modelo Chiara Fabrizii.

Con voz somnolienta respondió al teléfono: —¿Sí?

—Fluke, ha ocurrido algo terrible.

La voz de Alex Thitiwat le hizo abrir los ojos de golpe.

—¿Algo terrible? —preguntó él, sentándose de un salto y encendiendo la luz casi a la vez.

—Porca miseria. ¿Cómo te lo digo? —dudó mientras Fluke esperaba la terrible noticia que ya presentía—. Es Ohm. Está en coma.

—¿Dónde está? —preguntó Fluke, saltando de la cama con los verdes ojos encendidos por el terror.

Ni siquiera preguntó qué había pasado, ya se enteraría de eso más adelante. Necesitaba saber dónde estaba Ohm y llegar allí cuanto antes, así que empezó a quitarse el pijama.

—Está en un hospital en Nueva York.

¿En Nueva York? Ni siquiera sabía que Ohm estuviera en Estados Unidos, pero la verdad era que había evitado tener contacto con él desde que había anunciado su compromiso con Chiara dos meses antes.

Con un pie aún enredado en el pantalón del pijama, Fluke consiguió llegar hasta la mesa y encontrar lápiz y papel.

—¿En qué hospital? —tomó nota—. Estaré allí en cuanto pueda.

Colgó el teléfono antes de que Alex pudiera decir una palabra más, pero lo entendería. Él había pensado en llamarlo aunque era noche cerrada, mientras que sus padres hubieran esperado innecesariamente por educación hasta la mañana siguiente.

El hermano de Ohm sabía que él amaba a Ohm Thitiwat desde que tenía quince años. Habían sido ocho años de sentimientos ocultos y no correspondidos y el reciente compromiso con otra persona que no había logrado acabar con su amor.
Recorrió el apartamento a toda velocidad, juntando las pocas cosas que necesitaba para el viaje a Nueva York en una bolsa de viaje. Pensó en tomar un avión. En coche se tardaba dos horas y media, pero tardaría aún más si tenía que ir hasta el aeropuerto, reservar un vuelo y después volar hasta Nueva York.

Además él no podía hacer lo que los Thitiwat... no podía soñar con las atenciones de primera clase, ni subirse al próximo avión a no ser que hubiera sitios libres en clase turista.
No se paró a peinarse el pelo castaño que le llegaba a la barbilla y lo dejó trenzado. Tampoco se arregló. Se vistió con unos vaqueros gastados, un
jersey ligero y deportivas. No se puso camiseta ni calcetines.

Poco después de dos horas estaba entrando en el hospital y preguntando por Ohm.

La mujer que estaba detrás del mostrador de información la miró y preguntó: —¿Es familia suya?

—Sí —mintió él sin pensarlo dos veces.

Los Thitiwat siempre habían dicho que él era como de la familia, la única familia que le quedaba a Fluke, y el hecho de no tener vínculo de sangre era irrelevante en aquel momento.

La mujer asintió con la cabeza:
—Llamaré a un ordenanza para que lo acompañe.

Cinco minutos después, que a él le parecieron cinco horas, un joven vestido con una bata verde llegó para acompañarlo hasta la UCI.

Entre el dolor y el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora