Capítulo Diez

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Cuando casi habían llegado a la clínica, Fluke se dio cuenta de que había olvidado tomarse al medicación para el dolor que debía haber tomado una hora antes de someterse al tratamiento. Rápidamente, se tomó un par de analgésicos que llevaba en el bolso, aunque se suponía que sólo tenía que tomar uno. El segundo era para compensar el retraso en tomarlo.

Ohm se quedó en la sala de espera mientras él se cambiaba de ropa y se ponía una bata azul de hospital.

Nunca había imaginado que se quedaría embarazado en un ambiente estéril y rodeado de médicos.

Pero tampoco le importó demasiado. Quería tener un niño de Ohm, costara lo que costara.

Ohm pasó a la sala una vez que hubieron instalado a Fluke y le hubieron tomado las constantes vitales y la temperatura. Entró sonriendo, apoyándose ligeramente en el bastón.

Fluke le sonrió tímidamente.

—¿Te gusta mi traje nuevo? —dijo señalando la bata, intentando hacer una broma.

—Me gusta más lo que hay dentro —dijo él, inclinándose para besarlo.

Sus palabras lo dejaron sin hablar de puro placer.

—¿Recordó tomarse la medicación contra el dolor? —preguntó la enfermera.

Fluke enrojeció y sacudió la cabeza.

—Pero me he tomado dos de las pastillas que tomo habitualmente para el dolor.

La enfermera, una persona morena de mediana edad, asintió a Fluke.

—Eso debería ser suficiente.

Ohm se puso tenso a su lado en cuanto pronunciaron la palabra «dolor».

—¿Qué medicinas para el dolor? Pensaba que esta técnica era indolora. ¿Qué ocurre?

Fluke lo tomó de un brazo para calmarlo.

—Es sólo por precaución. No hay nada de qué preocuparse. El médico y yo ya hemos hablado de esto.

—¿Estás seguro? Tal vez podamos esperar...

—No —dijo Fluke, tomando aire—. Quiero hacerlo.

Su ceño fruncido indicaba que a él no le convencía la idea.

—¡Enfermera! Tal vez debiera tomar la medicina ahora. Seguro que tienen la medicina para estos casos.

La enfermera puso cara de duda.

—En efecto, pero no creo que sea muy prudente mezclar las dos medicinas. Algunos analgésicos no presentan ningún problema, pero otros...

Fluke la interrumpió.

—No pasa nada. Estaré bien, Ohm. No tiene importancia.

Veinte minutos después agarraba la mano de Ohm con una fuerza terrible y lamentaba terriblemente su seguridad anterior.

La incomodidad de tener un catéter en el interior de su cuerpo había sido soportable, pero en aquel momento en la zona inferior de su cuerpo el dolor era insufrible. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y la angustia de Ohm era también evidente. El había intentado detener el procedimiento ante los primeros signos de dolor, pero Fluke había querido continuar. Ohm lo acompañó dándole fuerzas y para él fue muy importante comprobar el apoyo que podía recibir de él en el momento de tener al niño.

—¿Queda mucho? —preguntó Ohm. Si la respuesta hubiera sido afirmativa, su reacción habría sido impredecible.

—Unos segundos más y habremos acabado.

Entre el dolor y el amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora