Capítulo 6: Black Cards

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Después de terminar la clase de matemáticas, Freen y Becky salieron del salón con un aire de alivio. La siguiente hora era libre, así que decidieron aprovechar el tiempo para caminar por el campus. Mientras avanzaban por los pasillos, el ambiente entre ellas era más tranquilo, aunque la tensión latente siempre parecía estar presente.

—¿Tienes algo pensado para el fin de semana? —preguntó Freen, mirando a Becky de reojo, intentando suavizar un poco la conversación.

—Nada especial. Quizás descansar —respondió Becky, encogiéndose de hombros.

Freen, buscando mantener el hilo de la charla, continuó:

—Podríamos... no sé, salir a hacer algo interesante. Quizás entrenar más en el gimnasio o hacer algo fuera del campus. Algo diferente.

Becky la miró con una mezcla de sorpresa y duda.

—¿Estás sugiriendo que hagamos algo juntas? ¿Tú y yo? —preguntó, arqueando una ceja.

Freen le lanzó una sonrisa irónica.

—Solo estoy diciendo que tenemos tiempo libre, y a pesar de lo que pienses, soy una compañía bastante entretenida —respondió con una pizca de sarcasmo.

Antes de que Becky pudiera replicar, un chico alto de cabello rubio se detuvo justo frente a ellas, bloqueando su camino. Ambas lo miraron con extrañeza, y él, con una sonrisa descarada, se presentó.

—Hola, soy Nat. No pude evitar notar que eras la chica más hermosa que he visto en todo el campus —dijo, mirando a Becky con ojos brillantes.

Becky parpadeó, claramente incómoda con la repentina atención, mientras Freen observaba la escena con un brillo de diversión en los ojos.

—Eh... gracias, pero... —intentó responder Becky, pero Nat la interrumpió, sacando una rosa de su mochila y ofreciéndosela con un gesto dramático.

—Una flor para una flor —dijo Nat, acercándole la rosa.

Becky, tratando de mantener la compostura, tomó la rosa con cuidado, sin querer ser grosera. Mientras lo hacía, Freen, que había estado conteniendo la risa todo este tiempo, no pudo evitar intervenir. Con un movimiento rápido, le arrebató la rosa de las manos a Becky.

—Lo siento, pero Becky es alérgica a las rosas —dijo Freen con tono serio, aunque la sonrisa burlona en sus labios era inconfundible.

Nat parpadeó, confundido, mientras Becky lo miraba con sorpresa.

—¿Alérgica? —repitió Nat, desconcertado.

—Sí, muy alérgica. ¡Sería terrible que empezara a estornudar por tu culpa! —continuó Freen, disfrutando de la confusión del chico.

Becky cruzó los brazos, visiblemente irritada por la intervención de Freen.

—No soy alérgica a las rosas, Freen —dijo Becky, con voz firme, pero Freen la ignoró por completo.

—Tienes suerte de que yo esté aquí para salvar el día —dijo Freen, lanzando la rosa a un cesto cercano con un movimiento despreocupado.

Nat se quedó unos segundos más, dudando si decir algo, pero la mirada de Freen lo convenció de que era mejor no intentarlo. Finalmente, el chico se retiró con una sonrisa incómoda y una despedida rápida.

Cuando Nat desapareció de su vista, Becky se volvió hacia Freen, claramente molesta.

—¿Qué demonios fue eso? ¿Alérgica a las rosas? —espetó Becky, cruzando los brazos.

—Vamos, Becky, solo te estaba salvando de una situación incómoda. Además, ¿de verdad ibas a aceptar una rosa de ese tipo? —Freen la miró, todavía divertida por la situación.

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