Capítulo 16: Volvieron Las Discusiones

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Freen había logrado derribar a los hombres que entraron a la fuerza a la habitación. Sin esperar mucho, corrió escaleras abajo y entró a la cocina para salir por la puerta que daba al jardín. Sin embargo, sintió como alguien agarraba su cabello con fuerza.

Freen forcejeaba contra el dolor, pero no podía perder el control. El hombre del convoy tenía una fuerza abrumadora, y su mirada asesina no dejaba espacio para ninguna duda: estaba dispuesto a obtener lo que quería, costara lo que costara.

—Te lo diré por última vez —gruñó el hombre, apretando su mandíbula—. ¿Dónde está Charlotte?

Freen sentía su cuerpo agotado, el tirón en su cabello dolía más de lo que podía admitir. El sudor le corría por la frente mientras intentaba ganar tiempo, pensando en cómo había llegado hasta esta situación. Había cometido un error al no acompañar a Charlotte . Y peor aún, había perdido contacto con Becky cuando le dio el intercomunicador a Charlotte. No tenía manera de saber si Charlotte estaba a salvo o si había sido atrapada.

—No está aquí —logró decir Freen, jadeando mientras intentaba mantener la calma—. Y aunque estuviera, nunca te lo diría.

El hombre la empujó contra la pared con fuerza, provocando un quejido de dolor de Freen al sentir el impacto en su espalda. Pero no podía ceder. No ahora. Tenía que confiar en que Charlotte había seguido las indicaciones de Becky, pero no sabía si eso sería suficiente para mantenerla a salvo.

El hombre del convoy, cansado de esperar respuestas, tomó un cuchillo de su cinturón y lo sostuvo frente a Freen, sus ojos encendidos de furia.

—Entonces, me temo que esto se pondrá desagradable.

Freen sintió el filo del cuchillo presionando levemente contra su piel, una amenaza clara de lo que vendría si no actuaba rápido. Tenía que encontrar una forma de liberarse, pero sus movimientos eran limitados y el dolor comenzaba a nublar su mente. Entonces, decidió que su única opción era aprovechar la cercanía del hombre. Con un movimiento rápido, levantó su rodilla y golpeó con todas sus fuerzas la entrepierna del hombre.

El hombre dejó escapar un gruñido de dolor, aflojando el agarre momentáneamente. Freen no perdió tiempo. Aprovechando ese segundo de ventaja, giró sobre sus talones y le lanzó un codazo a la mandíbula, haciendo que tambaleara hacia atrás.

—Maldita... —logró decir el hombre, recuperando el equilibrio.

Freen no esperó a que terminara la frase. Sabía que el golpe no lo mantendría fuera de combate por mucho tiempo, así que corrió hacia la salida del jardín, su mente buscando desesperadamente un plan. Pero, a diferencia de antes, ya no tenía contacto con Becky. Charlotte tenía el intercomunicador, y Freen no tenía ni idea de dónde estaba.

Corrió por el jardín, escuchando los pasos del hombre detrás de ella, aún cojeando por el golpe que le había dado. Mientras cruzaba hacia la parte trasera, pudo ver que había más hombres del convoy acercándose por el frente de la casa. Estaba atrapada.

Justo cuando pensaba que no había salida, escuchó un crujido proveniente de la puerta lateral. ¿Charlotte? Freen corrió hacia la dirección del sonido, su corazón latiendo rápidamente. Al llegar, vio a Charlotte asomándose apenas desde una esquina, sus ojos llenos de miedo pero sin perder la determinación.

—¿Estás bien? —preguntó Freen en un susurro, jadeando por el esfuerzo de escapar.

Charlotte asintió rápidamente, sin atreverse a hablar.

—Tenemos que salir de aquí —añadió Freen, mirando a su alrededor. No había tiempo que perder.

Con cautela, ambas se dirigieron hacia una de las cercas bajas que separaba la casa de Charlotte de la siguiente propiedad. Era su única opción. Freen la ayudó a trepar con cuidado, sabiendo que cada segundo contaba antes de que los hombres las encontraran. Una vez que ambas estuvieron al otro lado, comenzaron a correr, alejándose de la casa, sabiendo que cada paso que daban las acercaba un poco más a la seguridad.

El taxi se detuvo de golpe frente a Freen y Charlotte mientras ambas corrían por la calle oscura y lluviosa. La puerta trasera se abrió, y desde la ventana, la inconfundible voz de Becky resonó con urgencia.

—¡Suban rápido!

Freen y Charlotte no dudaron un segundo. Entraron apresuradamente en el taxi, empapadas por la lluvia y respirando con dificultad. Becky, sin perder tiempo, le dijo al conductor con tono firme:

—Llévenos a un hotel, cualquiera que esté muy lejos de aquí.

El hombre asintió en silencio y arrancó el coche, acelerando por las calles mojadas mientras las luces de la ciudad parpadeaban a través de la ventana empañada. Durante todo el trayecto, el silencio era pesado, como si las palabras estuvieran atrapadas entre ellas, pero nadie se atreviera a romper la calma tensa que reinaba.

Charlotte se acomodó en su asiento, aún nerviosa pero más tranquila. Freen, por otro lado, miraba por la ventana, consciente de la tormenta que estaba a punto de desatarse, pero no afuera… sino entre ella y Becky.

Cuando finalmente llegaron al hotel, Becky pidió dos cuartos, y el recepcionista, apenas sin mirarles, les entregó las llaves. Acompañaron a Charlotte hasta su habitación.

—Descansa un rato —le dijo Becky con amabilidad, dejando que la voz suave calmara a la joven. Charlotte, todavía en estado de shock, solo asintió antes de cerrar la puerta lentamente detrás de ella.

Una vez que estuvieron solas en el otro cuarto, el ambiente cambió drásticamente. Becky cerró la puerta con un movimiento rápido, y apenas lo hizo, se giró hacia Freen, su rostro lleno de furia contenida.

—¿Qué demonios te pasa? —espetó Becky, acercándose a Freen con los ojos entrecerrados. Freen, que estaba a punto de disculparse, no tuvo tiempo de reaccionar.

—¿Cómo se te ocurre dejar a Charlotte sola? —continuó Becky, su voz aumentando de intensidad con cada palabra—. ¡La pusiste en peligro! Tu estúpido orgullo de querer demostrar que siempre puedes con todo casi las mata a las dos.

Freen apretó los labios, sintiendo una punzada de culpa, pero antes de que pudiera decir algo, Becky alzó la voz de nuevo.

—¡No me digas que lo sientes! —gritó—. Siempre lo haces, Freen. Siempre crees que puedes manejar las cosas sola, sin ayuda, sin pensar en los demás. ¡Estás tan obsesionada con probar que eres mejor que pones en riesgo a las personas a tu alrededor!

—Becky, yo...

—¡Cállate! —le interrumpió Becky, sin permitirle explicarse—. Pensé que habíamos avanzado, que por fin estabas entendiendo que no tienes que ser la heroína solitaria. Pero no, sigues siendo la misma idiota con aires de grandeza. ¡Una estúpida!

Freen sintió como cada palabra de Becky la golpeaba con fuerza, no porque no fuera capaz de defenderse, sino porque sabía que, en el fondo, Becky tenía razón.

Becky respiraba con fuerza, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras la frustración y la ira salían en cada una de sus palabras. Luego, sin esperar respuesta, se giró y salió de la habitación, cerrando la puerta con un golpe seco que resonó en el silencio.

Freen se quedó sola, mirando la puerta cerrada, sabiendo que había cometido un error que tal vez no pudiera reparar fácilmente. Pero más que la culpa, era la sensación de haber decepcionado a Becky lo que realmente la desgarraba por dentro.

WSA: World Secret Agents Donde viven las historias. Descúbrelo ahora