Capítulo 11: Herida

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Freen y Becky lograron entrar nuevamente al colegio, esquivando a los guardias y los sistemas de seguridad con la misma agilidad con la que habían salido. Ambas estaban cansadas, pero satisfechas de haber completado su misión, aunque no sin algunas complicaciones. Al llegar a su habitación, Freen dejó a Becky sentada sobre la cama, notando cómo esta mantenía su brazo apretado contra su cuerpo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Freen, preocupada mientras comenzaba a rebuscar un botiquín en la habitación.

—Podría estar peor, pero no es nada que no pueda manejar —respondió Becky con una sonrisa débil, aunque la tensión en su rostro delataba el dolor que intentaba ocultar.

Freen encontró el botiquín en el baño y rápidamente volvió junto a Becky. Se arrodilló frente a ella, levantando suavemente la manga de su camisa para examinar el corte en su brazo. Al ver la herida, Freen sintió una oleada de preocupación. Era más profunda de lo que había pensado, y había un rastro de sangre que aún manchaba la piel de Becky.

—Esto es más grave de lo que parece —dijo Freen, con el ceño fruncido—. Vamos a tener que coser la herida.

Becky la miró con una mezcla de sorpresa y resignación, sabiendo que Freen tenía razón.

—Haz lo que tengas que hacer —respondió, tomando aire profundamente.

Freen sacó hilo y una aguja del botiquín. Sabía que esto no sería fácil, pero Becky confiaba en ella, y esa confianza era lo único que necesitaba para seguir adelante. Mientras preparaba las cosas, su mente regresó a lo que había sucedido unas horas antes.

Unas horas antes...

Freen y Becky se deslizaron silenciosamente entre las sombras, evitando cualquier luz que pudiera delatarlas. Avanzaron con sigilo, sus corazones latiendo al mismo ritmo que el peligro que las rodeaba. Finalmente, llegaron al área donde los convoyes estaban estacionados, alineados uno junto al otro bajo una tenue iluminación. Allí, el convoy negro que buscaban destacaba en medio de la oscuridad.

Antes de que pudieran acercarse más, escucharon varios pasos aproximándose rápidamente. Sin pensarlo dos veces, ambas se ocultaron bajo uno de los convoyes, agazapadas, sus respiraciones contenidas mientras observaban. Una voz femenina, firme y decidida, resonó en el aire.

—Esta misma noche debemos llegar a la base. No toleraré más retrasos —dijo la mujer con autoridad.

Varios hombres comenzaron a subir al convoy negro, preparándose para la partida. Becky, con una mezcla de preocupación y sospecha, susurró a Freen.

—Ponte el intercomunicador, porque estoy segura de que ya estás pensando en hacer algo peligroso.

Freen, a pesar de la tensión del momento, sonrió divertida ante el comentario. Se colocó el intercomunicador en el oído, lista para lo que vendría. Ambas salieron de su escondite justo cuando el convoy negro comenzó a moverse. El rugido del motor rompió el silencio del lugar.

—Tenemos que alcanzarlo antes de que lo perdamos —dijo Freen, determinada, mientras comenzaban a correr hacia la salida.

Justo cuando estaban a punto de llegar, dos guardias armados aparecieron de la nada, bloqueándoles el paso. No había tiempo para pensar. Sin dudarlo, Freen y Becky entraron en combate. Freen, rápida y precisa, lanzó un golpe que desarmó al primer guardia, mientras Becky, con una destreza ágil, se defendía del segundo con movimientos calculados.

El sonido de los puños chocando y los cuerpos cayendo resonaba en el aire. Freen esquivó un golpe y, con un rápido giro, derribó al guardia con una llave que lo dejó inconsciente en el suelo. Becky, por su parte, utilizó una combinación de patadas que derribaron a su oponente, dejándolo incapacitado.

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