16. Llave

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—¿Trajiste la llave?

—Sí.

—Dame. Apurate.

—Tomá.

—...

—¿Y?

—No abre. ¿De dónde la sacaste?

—A ver, probá con esta.

—...No.

—¿Esta?

—...No.

—¿Y esta?

—...Tampoco.

—Tengo estas también.

—¿Pero cuántas trajiste?

—Todas las que tenía en el cajón. No tienen etiquetas ni nada, así que las traje todas por las dudas.

—Estás loca, pero creo que, en este caso, nos puede servir. Vamos a probar.

—...

—...

—¡No sirve ninguna! ¿Cómo puede ser?

—No sé, dejame ver.

—...

—Mhhh...

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—Es una cerradura mágica esto, por eso las llaves no sirven. Estas son las normales. Esperame un poco. Voy a buscarlas.

—¿Cómo es que sabe dónde están?

—¡Listo! Acá están.

—¿¡Todo eso!? ¡Pero te trajiste el cajón y todo! ¿Cuántas llaves necesita ese hombre?

—No sé, pero, si querés ayudarme, es el momento. La vocecita esa que me llama me está volviendo loca. Necesito saber qué es.

—Bueno, dale. Terminemos rápido. No me gusta este laboratorio, los frascos esos me dan una sensación de novela de terror. Para dedicarte a la biología sobrenatural, tenés que ser bastante turbio, eh.

No leas en voz altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora