5. Guardián

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Una semana después de la primera derrota, el príncipe regresó; esta vez, al frente de un ejército para destruir de una vez por todas al dragón. Una gran sorpresa se llevó al encontrar, no al enorme guardián delante la torre, sino a una solitaria doncella que lo esperaba sentada en la escalinata con los codos sobre las rodillas.

—Alteza —dijo—, venga conmigo antes de que aparezca ese reptil diabólico. Su padre la espera.

Le extendió una mano. La joven respondió con una carcajada llena de amargura.

—No me hagas reír. A mi padre no le interesa que me rescates. Lo que quiere es que me elimines.

Se levantó una manga y le mostró la herida que tenía en el brazo derecho, la misma que él le había infligido una semana atrás.

El príncipe no podía creer lo que veía.

—¿Qué?

La muchacha no respondió. Se incorporó y, acercándose con una expresión amenazante en el rostro, se transformó en dragón ante la mirada estupefacta de los caballeros, dispuesta a incinerarlos a todos.


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