14. Espejo

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—¿Por qué tapaste el espejo?

—Eh... Nada. No tengo ganas de mirarme.

—Es la excusa más estúpida que escuché en mi vida.

—Bueno, eh... ¿Me dan miedo de noche...?

—¿Me estás cargando? Te mandaste una, seguro. Dejame ver.

—¡Esperá!

—¿Qué es esto?

—Eh...

—...

—Es mi hermana.

—¿¡Qué!? ¿¡Cómo llegó ahí!?

—No sé, puedo verla perfectamente, igual que vos, y se oye cuando golpea el espejo, pero veo que mueve la boca y no la oigo. Claramente, hizo un conjuro que salió mal.

—Bueno, no hay que ser una genia para darse cuenta de eso. ¿Qué vas a hacer?

—¿Qué?

—Eh... ¿No la vas a ayudar?

—...

—¿¡Cómo que no la vas a ayudar!?

—Digamos que voy a esperar un poco. Para que aprenda.

—¿Por qué? ¿Qué te hizo?

Toc. Toc. Toc. Toc.

—Che, ella nos puede oír.

—Sí, pero no me importa. ¡Es una MALA HERMANA, SE MERECE QUE NO LA AYUDE!

¡TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC!

—Sabés, qué, no quiero saber qué te dijo. No me voy a meter en sus peleas ridículas. Llamame cuando necesites ayuda.

 

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