Cap 33

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Los días pasaron rápidamente en la universidad, y la broma al Dr. Wilson se convirtió en la charla del campus. Samara, Lee, Isaac y Danny se convirtieron en los "rebeldes" del aula, conocidos por su sentido del humor y su capacidad para hacer que incluso las clases más aburridas fueran entretenidas. La anécdota se extendió entre los estudiantes, y cada vez que veían al Dr. Wilson, le lanzaban miradas cómplices y sonrisas, sabiendo que habían dejado su huella en su estricta imagen.

Un día, mientras Samara y Alex estaban en la biblioteca estudiando para un examen de historia, Samara recibió un mensaje de Lee.

Lee: "¿Listos para una nueva aventura? He encontrado un evento de escape room en la ciudad, ¡y tenemos que ir!"

Samara miró a Alex con una sonrisa. —¿Qué te parece? Necesitamos un descanso de tanto estudio.

—¡Suena genial! —respondió Alex—. Siempre he querido hacer una escape room.

Así que, después de organizarse, Samara, Alex, Lee, Isaac y Danny decidieron ir a la escape room el fin de semana. La idea de desentrañar misterios y resolver acertijos juntos les emocionaba.

Cuando llegó el día, los cinco amigos se encontraron frente a la entrada del escape room, un edificio antiguo que parecía sacado de una película de misterio. Con nervios y risas, se dirigieron al interior.

—¡Bienvenidos! —les saludó la anfitriona, una mujer con una sonrisa amplia—. Están a punto de embarcarse en una aventura única. Su objetivo es resolver el misterio del "Cámara del Alquimista". Tienen 60 minutos. ¿Están listos?

Todos asintieron entusiasmados, y la anfitriona los condujo a la habitación, donde se cerró la puerta tras ellos. La sala estaba llena de objetos extraños, libros antiguos y pistas escondidas.

Desde el principio, comenzaron a trabajar juntos, explorando cada rincón. Lee encontró un libro que contenía pistas, mientras que Danny examinaba un viejo mapa. Samara y Alex se adentraron en un armario lleno de objetos curiosos.

—¡Miren esto! —exclamó Samara, sacando un pequeño frasco de cristal—. Tiene algo escrito en el fondo.

Isaac se acercó y lo miró más de cerca. —¡Es una pista! Debemos averiguar cómo encaja con el resto.

La tensión aumentaba a medida que avanzaban en la búsqueda, pero su colaboración y energía los mantenían motivados. Cuando finalmente lograron resolver un complicado acertijo que desbloqueó un compartimento secreto, todos estallaron en gritos de alegría.

Con solo unos minutos restantes, encontraron la última clave que les llevó a la salida. Con una mezcla de euforia y alivio, lograron escapar justo a tiempo. Cuando la puerta se abrió, los recibió la anfitriona con una gran sonrisa.

—¡Felicidades! Son el primer grupo del día en lograrlo. ¡Gran trabajo!

Mientras celebraban su victoria, Samara no pudo evitar pensar en lo bien que se sentía compartir esos momentos con sus amigos. Mirando a su alrededor, vio la alegría en los rostros de todos, y supo que estos recuerdos se quedarían grabados en su corazón.

Decidieron celebrar su victoria con unas pizzas y refrescos en una pizzería cercana. Mientras comían, la conversación se llenó de risas y anécdotas sobre sus días en la universidad.

—¿Qué más se les ocurre hacer después de esto? —preguntó Danny, con la boca llena de pizza.

—Tal vez deberíamos planear una acampada —sugirió Alex—. Sería genial salir y disfrutar un poco de la naturaleza.

—¡Sí! —exclamó Samara—. Pero esta vez, sin bromas a los profesores, por favor.

Todos rieron, sabiendo que la vida universitaria estaba llena de sorpresas, aventuras y momentos que atesorarían para siempre.

A medida que el año avanzaba, Samara y Alex continuaron fortaleciendo su relación. Las clases se volvían más desafiantes, pero siempre encontraban tiempo para reír, hacer bromas y recordar los buenos momentos.

El futuro se veía prometedor, lleno de oportunidades, amistades duraderas y la emocionante posibilidad de un amor floreciente. Samara sabía que, sin importar lo que pasara, siempre tendrían a los demás a su lado, listos para enfrentar cualquier desafío que la vida universitaria les presentara.



Mientras comenzaban su nueva vida en la universidad, Alex y Samara se dieron cuenta de que no solo se trataba de estudiar. La vida universitaria estaba llena de oportunidades para hacer bromas y vivir aventuras, y ellos estaban decididos a aprovecharlas al máximo.

Una tarde, Samara, Lee, Isaac y Danny se reunieron en la cafetería para planear una broma a su profesor de historia, el Sr. Thompson, conocido por su rigidez y seriedad. Siempre llevaba el mismo abrigo marrón y unas gafas gruesas, lo que lo hacía un blanco perfecto para sus travesuras.

Samara: (con una sonrisa traviesa) ¿Qué tal si le cambiamos el abrigo por uno de colores brillantes?

Lee: (riendo) ¡Eso sería épico! Y podríamos grabarlo todo.

Isaac: (pensativo) Pero necesitamos algo que lo distraiga primero.

Danny: (con una chispa en los ojos) ¿Qué tal si hacemos que uno de nosotros se haga pasar por él durante la clase?

El grupo rió ante la idea, y pronto decidieron que Danny sería el elegido. Era el más parecido físicamente, aunque un poco más alto. Se pusieron a trabajar en la broma, creando una peluca que imitara el cabello canoso del profesor y un par de gafas que encontrara en la tienda de disfraces.

Llegó el día de la broma. Danny se disfrazó y se sentó en el escritorio del profesor, mientras Samara, Lee e Isaac esperaban ocultos detrás de los escritorios. Cuando el Sr. Thompson entró al aula, los alumnos se quedaron en silencio, expectantes.

Sr. Thompson: (frunciendo el ceño) ¿Por qué hay un estudiante en mi escritorio?

En ese momento, Danny se levantó y adoptó una postura arrogante, intentando imitar la voz del profesor.

Danny: (fingiendo) ¡Buenos días, estudiantes! Hoy vamos a hablar sobre la importancia de no ser aburridos.

La clase estalló en risas, y el Sr. Thompson no sabía si enojarse o unirse a la broma. Su rostro se tornó rojo, pero al final, no pudo evitar sonreír. La broma fue un éxito rotundo.

Después de la clase, Alex se unió al grupo y todos celebraron su éxito. Sin embargo, pronto se enteraron de que el Sr. Thompson no lo había tomado tan bien como parecía. Al día siguiente, les hizo una visita a su clase y les advirtió que no toleraría más travesuras.

Sr. Thompson: (con una sonrisa en el rostro, pero seriedad en su voz) La próxima vez, les prometo que tendrán que hacer un examen sorpresa.

Aunque la broma tuvo sus consecuencias, Alex y Samara disfrutaron de su primer mes en la universidad. Pasaron el tiempo entre clases, bromas, y explorando el campus. Se unieron a clubes, asistieron a fiestas y continuaron planeando nuevas aventuras que no solo serían memorables, sino que también fortalecerían su amistad.

Samara y Alex sabían que la vida universitaria sería un viaje emocionante y lleno de risas, y estaban listos para afrontarlo juntos, sin importar los desafíos que pudieran surgir.

Mi vida con los chicos WalterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora