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La noche había sido solitaria. El sueño no lograba envolverme; solo tenía fragmentos borrosos de mi pasado junto a Rick... Pero, de repente, el cansancio acumulado por días de insomnio me venció y mis ojos finalmente se cerraron.

Al día siguiente, todos despertamos algo tarde debido al licor de la noche anterior, algunos más que otros, y con un estado un tanto fatal.

— Se nota que ayer te divertiste —comenté mirando a Glenn, que estaba cabizbajo.

— Por favor, nunca más me dejes tomar —dijo, sosteniendo un vaso de agua en la mano.

Me reí ante su comentario. Estábamos todos prácticamente tirados en la mesa por la resaca. Bueno, todos excepto Rick, que parecía el único con algo de energía para soportar el día.

El desayuno pasó rápido, gracias a un avergonzado Shane y una cabizbaja Lori. Yo, por mi parte, preferí no interponerme demasiado en ese asunto. Al final, no la mandé a meterse en eso.

Fue entonces cuando el Dr. Jenner se presentó en la cafetería donde todos nos encontrábamos. Lo saludé con un leve movimiento de cabeza y él respondió con un gesto similar. Rick fue quien tomó la primera palabra.

— ¿Y cómo va la cura, doctor? —dijo Rick, observando al médico con seriedad.

— Quisiera que todos me acompañen a la sala de control —respondió el doctor, comenzando a caminar.

Cada uno de nosotros lo siguió para averiguar qué estaba pasando y por qué el Dr. mostraba esa expresión de tristeza, como si estuviera cargando con un peso que no podía soltar.

— Esta es la última muestra para todo el laboratorio —dijo Jenner, mientras encendía la máquina.

En la pantalla apareció un pequeño video o muestra de evidencia que dejaba claro que la única solución para todo esto era una bala en la cabeza.

— Ya no tengo más tiempo para encontrar una solución —dijo Jenner, mirando otra pantalla mientras caminaba hacia ella.

El ambiente en la sala se llenó de un silencio inquietante. Dale, siempre curioso, observó un reloj en la pared que parecía contar el tiempo hacia atrás.

— ¿Qué significa esto? —preguntó Dale, señalando el reloj.

— ¿Qué pasa si el tiempo se acaba? —dije, mirando a Ari y tomándola de la mano.

El doctor no respondió. Fue la máquina la que contestó, mostrando en la pantalla que la descontaminación comenzaría pronto... algo que nadie entendió del todo.

Miré a Rick, que estaba visiblemente preocupado, buscando desesperadamente alguna respuesta. La tensión en la sala aumentó y un sonido ensordecedor retumbó en el lugar. Las luces comenzaron a parpadear y el contador de tiempo apareció ahora en la pantalla principal, mostrando que quedaban solo 30 minutos.

— ¡Vámonos de aquí! —dije, levantando a Ari en brazos y dirigiéndome a la salida, solo para encontrarla cerrada. — ¡Carajo! —exclamé, retrocediendo por el golpe de la puerta.

Miré a los demás, vi a Daryl desesperado, a Glenn preocupado. Solté a Ari y la dejé junto a Carol y Sofía. Me acerqué a los chicos, que ya estaban listos con sus armas.

— Tenemos que buscar una forma de abrir esa puerta —dije, señalando la salida. — ¿Jenner? —pregunté, buscando al doctor. — ¿Qué significa todo esto? —pregunté, con voz seria.

Él solo suspiró y me miró.

— El protocolo establece que la energía del lugar ya se ha agotado. Tenemos la mayoría de las investigaciones aquí, pero hay plagas que no deben salir de este laboratorio —dijo, tomando aire—. Esto es la autodestrucción del lugar —terminó.

Me quedé helada ante su revelación. Nos estaba matando aquí, bajo su propio criterio, sin dejarnos decidir nada. Los chicos empezaron a golpear la puerta, intentando abrirla, mientras yo me apartaba del doctor y me dirigía a las chicas.

— Pueden entrar y alistar lo necesario, necesitamos salir de aquí. Sabemos que afuera no hay mucho, pero lo que queda, lo necesitamos —dije, acariciando a Ari. — Anda, alista tu ropa, ponlo en tu mochila.

Les dije a Carol, Lori y los niños que fueran a sus cuartos mientras yo trataba de ayudar a los chicos con la puerta.

El tiempo avanzaba, y el cansancio comenzaba a pasar factura. Algunos ya se sentaban, rezando. Yo no podía más que mirar al vacío, enfocada en lo que venía.

— Deberían aceptarlo, no hay vida fuera de estas paredes —dijo el doctor, sentado en una silla, derrotado.

— Eso tú no lo decides —respondí en voz baja.

— ¿Qué dijiste? —preguntó él, levantándose abruptamente.

Me levanté del suelo y me dirigí hacia él, sosteniendo el hacha de Daryl con fuerza.

— Eso tú no lo decides —le grité—. Si quieres morir aquí como un cobarde, allá tú. Pero no es la solución para todos —dije, alzando el hacha. En ese momento, alguien tomó mi mano.

— Zay, por favor, baja eso —dijo Rick, quitándome el hacha—. Debemos mantener la calma.

Le di el hacha a Rick y lo miré fijamente al doctor.

— No tienes derecho a decidir por nosotros —le dije, señalándolo—. Que tú no quieras seguir con tu vida no significa que todos queramos lo mismo.

— Afuera es un infierno. ¿Vas a poner a tu hija en ese lugar? —dijo él, señalando a Ari—. Ella no merece vivir allá, y mucho menos como está el mundo ahora.

— Y mucho menos morir de esta forma, por culpa de un tipo loco como tú —respondí, empujándolo ligeramente.

— Yo perdí todo lo que amaba. Tú no sabes nada de eso —dijo, llevándose las manos a la cabeza, agitado, pero de repente, se acercó y me abrazó, llorando.

Me quedé quieta, haciendo una señal de espera a los chicos que se acercaban, viendo su comportamiento tan errático.

— Mira, sé que todos tienen su historia, pero por favor, abre la puerta. Nadie de aquí quiere morir de esta manera, y mucho menos sin que sea nuestra decisión —dije, despegándolo de mi pecho—. Por favor...

Finalmente, el doctor presionó un botón y la puerta se abrió. Tomé a Ari y sus cosas, y corrimos hacia la salida. Agarré a Jacqui del brazo, pero ella se detuvo.

— ¿Qué pasa? —pregunté, desesperada— El tiempo se estaba agotando.

— No, no quiero ir. Déjenme aquí —dijo, soltando mi brazo.

— ¡Jacqui! —dije, tirando de su brazo—. No me importa lo que decidas, ¡muévete!

A pesar de su resistencia, logré hacerla moverse. Mientras corríamos, vi a Rick escuchando lo que Jenner le susurraba al oído. Su cara reflejaba sorpresa y confusión, pero no tenía tiempo para eso. Debíamos salir de allí.

Finalmente, todos salimos del centro y nos refugiamos detrás de los autos... hasta que el edificio explotó con fuerza.

Ari y Jacqui estaban abrazadas a mí, dándome algo de fortaleza, aunque en ese momento sentía que me faltaba todo. El escombro voló por los aires, y todos nos cubrimos con lo que pudimos, esperando que el caos cesara.

Después de unos minutos, el ruido y la caída de escombros comenzó a cesar.

— Creo que ya terminó —dije, mirando a todos. — Mejor veamos qué auto podemos usar para salir de aquí.

— Ninguno tiene gasolina —dijo Glenn—. Pero es mejor intentar eso que irnos caminando.

Asentí, y todos subimos a una caravana que aún tenía algo de combustible. Dale comenzó a conducir, aunque estábamos un poco apretados, al menos estábamos vivos.

Ahora, en busca de lo desconocido, del futuro incierto que nos espera... pero lo importante es que estaremos juntos, o eso espero.

The Walking Dead 1 TEM / Rick Grimes y Zaira SterlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora