XV

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Mientras avanzábamos por el sendero de ese bosque, el ambiente estaba cargado de una tensa calma. El silencio que nos rodeaba a Arlian y a mí era palpable, interrumpido solo por el crujido de las hojas bajo nuestros pasos. Ulric y Nerida, delante de nosotros, parecían casi ajenos a la tensión que envolvía a quienes le seguían. Caminaban tomados de la mano, riendo y hablando en voz baja, su felicidad contrastando con la atmósfera sombría que nos rodeaba.

Me centraba en el camino, con mis pensamientos desbordados por la confusión y la inquietud. No podía dejar de pensar en el enfrentamiento con Lachlan y en las emociones que aún me atormentaban. Cada paso parecía llevarme más lejos de la claridad y más cerca de un destino incierto.

Arlian, caminando a mi lado, rompió el silencio con una pregunta inesperada:

—¿Y te gustó volver a ver a Lachlan?

Parpadeé, sorprendida por la pregunta. No esperaba que él, de todas las personas, hiciera un comentario sobre eso. A pesar de todo, no le vi. Mantenía la vista fija en el sendero, intentando ignorar el peso de la pregunta.

—No es un tema que me interese discutir—respondí con frialdad, mi voz era susurro seco.

Arlian dejó escapar una risa baja, casi burlona.

—No me sorprende —se cruzó de brazos—. Aunque creo que es evidente que lo que sientes por Lachlan va más allá de lo que aparentas.

Giré mi cabeza ligeramente para mirarlo, mis ojos ardían con una mezcla de frustración y sorpresa.

—¿Qué sabes tú de lo que siento?—repliqué, mi tono era más fuerte de lo que había previsto.

Arlian me miró de reojo, su expresión era completamente desafiante.

—Más de lo que crees—rio—. Las emociones no siempre se ocultan tan bien. A veces, es solo cuestión de observar y entender lo que no se dice en voz alta.

Sentí una punzada en el pecho, una mezcla de enojo y vulnerabilidad.

—No estoy aquí para discutir mis sentimientos contigo—mi voz se tensaba—. Estoy aquí porque las cosas se han complicado y necesitamos encontrar una solución. No es el momento para... esto.

Arlian se encogió de hombros, con una sonrisa irónica asomando en sus labios.

—Está bien, lo entiendo—asintió con la cabeza—. Pero no puedes negar que hay algo más entre tú y Lachlan. Aunque no quieras admitirlo, es evidente que hay una conexión profunda.

El silencio volvió a caer entre nosotros, más pesado que antes. Me centré en el camino, tratando de ignorar el tumulto interno que sus palabras habían desatado. A pesar de mis intentos por mantener la calma, sentía que cada palabra de Arlian me desnudaba emocionalmente, exponiendo partes de mí misma que preferiría mantener ocultas.

Mientras tanto, Ulric y Nerida continuaban adelante, ajenos a la conversación detrás de nosotros. Sus risas y la manera en que se miraban entre sí contrastaban con el silencio sombrío de Arlian y yo.

El bosque seguía extendiéndose interminable, el sendero sinuoso parecía no tener fin. La tensión entre Arlian y yo era palpable, pero también lo era el creciente deseo de entender, de resolver lo que parecía estar gestándose entre nosotros. Cada paso parecía acercarnos más a un destino incierto y el silencio estaba cargado de una promesa de resolución, de confrontación y tal vez, de algo más profundo que aún no estaba dispuesta a admitir.

El Ultimo Acto de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora