Un nuevo espectáculo llegaba hacia ese burdel y con ello, la noche se dejaba caer, siendo testigo del disfrute y la pasión desenfrenada. Los clientes caían todos como moscas a la miel, mientras aun en aquel balcón veía todas las direcciones y esquinas, esperando a que Lachlan no volviese a aparecer entre los rincones.
—No vendrá—era la voz de Ulric, haciendo que voltease. Llevaba sobre sus manos un hermoso vestido azul, con diminutos detalles de rosas sobre el faldón—. Arlian hizo un buen trabajo.
—Le defiendes mucho—me acerqué hacia él, tomando aquel vestido.
—Es mi mejor amigo. Mi hermano—sonrió—. A ambos nos separaron muy jóvenes de nuestras verdaderas familias. Bertram nos encontró muriendo de hambre y desde ese entonces, hemos estado unidos. Al igual que tú y yo.
Le sonreí también, sin embargo, aun sentía aquel agridulce sabor sobre mis labios, una sensación incomoda que me decía que no podía seguir allí, arriesgando sus vidas. En lo poco que llevaba con ellos, sabía que eran buenas personas. Tal como lo habían sido quienes me ayudaron en el Carnaval. Todos esos rostros, todas esas muertes, volvían nuevamente a mi memoria.
Volví mi camino hacia la orilla de aquel balcón, contemplando el horizonte, lo que podía extenderse más allá de aquella ciudad. La brisa fresca me golpeaba el rostro, pero no podía siquiera sentir la paz que ofrecía el paisaje. Mi mente, aun se mantenía atrapada en un torbellino de miedos y constantes dudas. Sabía que se acrecentaba un momento crucial, uno en donde no podría ser capaz de escapar. Pero el temor seguía consumiéndome, haciéndome dudar incluso de mi propia fortaleza.
Sentía todavía la presencia de Ulric detrás de mí, antes de oír sus propios pasos. Era suave, casi etérea, como siempre. Sin necesidad de girarme, supe que seguía allí esperando al menos que dijese que ese vestido era sumamente hermoso.
—¿Qué pasa, Roan? —la voz de Ulric era profunda, pero sumamente cálida. Era como un bálsamo para mi alma inquieta.
Suspiré, sin apartar la vista de aquel oscurecido paisaje.
—No lo sé, Ulric. Todo parece demasiado grande, demasiado tormentoso—negué con la cabeza—. No sé siquiera si tengo el valor suficiente, la fuerza para enfrentar todo esto.
Ulric se acercó a mi lado, y en ese instante, el aire parecía volverse un poco más ligero, más brillante.
—Roan, tú eres más fuerte de lo que crees—su voz era firme, pero llena de ternura—. Has superado cosas que habrían quebrantado a otros. Este miedo que sientes ahora...es natural. Pero no debes permitir que te siga paralizando.
Le vi, y en sus ojos podía presenciar esa luz que siempre había encontrado completamente reconfortante, la misma que brillaba en los momentos más oscuros de mi vida.
—Y, ¿si no soy lo suficientemente fuerte? —susurré—. Y, ¿si fallo?
Ulric alzó su mano y suavemente colocó su palma sobre la mía. Su toque era cálido, casi electrizante y sanador. Podía sentir una oleada de calma recorrer mi cuerpo nervioso.
—No estás sola en esto. Yo estaré contigo, como siempre lo he estado—expresó tranquilamente—. No solo como tu amigo, sino como tu guardián. Fui asignado para protegerte, Roan, y lo haré hasta el último aliento de mi existencia.
Sus palabras resonaron en lo más profundo de mi ser.
—¿Por qué yo? —murmuré, mi voz temblaba ligeramente—. ¿Por qué fuiste asignado a mí?
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El Ultimo Acto de un Corazón Roto
FantastikDespués de desmantelar el circo que acabó con la vida de su hermano, Roan ha desentrañado solo una parte del enigma que envuelve su trágica muerte. La verdad oculta tras las sombras de la extravagante troupe se revela como un entramado aún más compl...