¿A-chan & Ei-chan entrando a la escuela?

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[Primer día de clases]

Dos niños pequeños avanzaban de la mano por la acera, rumbo a lo que desde ese día sería su nueva escuela. La emoción parecía desbordarse en la niña de cabello rojizo, mientras su compañero, más tímido, se refugiaba en el apretón de su mano. Ella caminaba con pasos ligeros, casi brincando, mientras él avanzaba con algo de torpeza, como si el nerviosismo pesara en sus pies.

- Mi mochila va bailando, ¡buenos días! – canturreó la niña con alegría, sacudiendo ligeramente los hombros al compás de su canción improvisada. El sol de la mañana acariciaba su rostro, iluminando las hebras rebeldes de su cabello. – El sol sonríe y yo también. – agregó, tarareando una melodía inventada, moviendo la cabeza como si llevara el ritmo en cada paso.

El niño, de cabello negro y ojos rojizos, apretó un poco más la mano de su amiga. Su expresión era un nudo de inquietud, y bajo la mirada hacia sus zapatos, que parecían pesados esa mañana.

- ¿Crees que nos toque en el mismo salón? – preguntó con voz baja, sintiendo que la ansiedad se filtraba en su tono.

La niña se detuvo un instante, girando hacia él con una expresión resuelta. Sus ojos, de un tono profundo y vibrante, brillaban bajo la luz del día como dos joyas.

- ¡Uno, dos, tres! ¡Vamos a caminar! – cantó con entusiasmo, apretando su mano y dando un pequeño tirón para animarlo a seguir.

Luego lo miro con ternura, como si su sonrisa fuera suficiente para disolver todas las dudas.

- Me haría muy feliz que estemos juntos, Ei-chan. – dijo con sinceridad, dándole un apretón tranquilizador. – Pero, si no es así, no tienes que preocuparte. Nos podremos ver en los almuerzos. – afirmó, su sonrisa era amplia y luminosa.

Eijiro, aunque aún nervioso, sintió que una pequeña chispa de alivio prendía en su pecho. Aún quedaban miedos rondando su mente, pero la voz alegre de su amiga era como una canción que alejaba las sombras.

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[Hora del almuerzo]

Tal como Eijiro había temido, a él y a su mejor amiga les habían tocado en salones diferentes.

No es que fuera especialmente tímido, pero siempre había sido un poco inseguro. Las palabras no se le daban con facilidad, y eso lo hacia sentirse torpe a la hora de iniciar conversaciones. Mientras el aula se llenaba risas y murmuraciones, él permanecía solo en su pupitre, rodeado del bullicio de sus compañeros que ya se agrupaban para almorzar. Cada pequeño grupo que parecía una muralla imposible de atravesar.

Se removió en su asiento, con la vista fija en su lonchera cerrada. Los minutos pasaban con una lentitud desesperante, y el peso de la soledad le caía sobre los hombros. El recuerdo de las palabras de su amiga resonaba en su mente como una promesa esperanzadora.

"Nos podremos ver en los almuerzos"

Y entonces, justo cuando la inquietud comenzaba a apoderarse de él, la vio. Desde la puerta del salón, una figura familiar asomaba la cabeza, buscando entre los alumnos. Era ella, con su inconfundible cabello rojizo desordenado que brillaba bajo la luz del sol que se colaba por las ventanas. Sus ojos, grandes y brillantes como joyas, se iluminaron al encontrarlo entre la multitud.

- ¡Ah, Ei-chan, ahí estas! – exclamó con alegría, como si lo hubieran separado por horas en lugar de un par de clases.

Su voz clara y entusiasta atravesó el salón, y de inmediato captó la atención de varios niños, que dejaron de hablar para mirarla con curiosidad.

Yugen - Boku no Hero Academia [Especiales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora