Solo un cuento de navidad

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La víspera de invierno extendía su manto sobre Japón, cubriendo edificios, hogares y árboles con su abrazo suave de nieve.

En la apacible morada de los Nisshoku, una atmosfera especial envolvía su hogar. Su tejado se vestía de blanco, y las linternas titilaban con la luz danzante de las velas, irradiando calidez en medio del gélido invierno. La chimenea crepitaba, y los aromas de galletas de jengibre y canela flotaban en el aire.

Dentro, Akira, la pequeña de cabellos rojizos, se hallaba sentada junto a la ventana, observando cómo los copos de nieve descendían. Sus ojos, tan azules como dos gemas centellantes, reflejaban la emoción en su corazón.

En la sala, el árbol de Navidad se erguía majestuoso, engalanado con delicados ornamentos y luces centellantes.

- Papá esta tardando en llegar...- expresó con una chispa de melancolía en su voz, mientras miraba hacia afuera.

- Seguramente se entretuvo con algo, tranquila cariño, no debe tardar. – tranquilizó Shiori con ternura, acariciando la cabeza de su primogénita.

- Mmm... - asintió ligeramente la pequeña, manteniendo su mirada en la ventana.

Shiori notó que su respuesta no había logrado disipar la añoranza de su pequeña. Antes de que pudiera llamar su atención nuevamente, el sonido de la puerta de entrada abriéndose atrajo la miradas de ambas pelirrojas.

Un hombre de cabellos anaranjados, anuncio su llegada con un semblante apacible, retirando la nieve de sus hombros.

- Estoy en casa. – saludo a sus dos mujeres más importantes con una sutil sonrisa en sus labios.

- ¡Papá! – la pequeña corrió hacia él con una brillante sonrisa.

- Bienvenido. – Shiori rió con ternura ante la acción de la menor, antes de caminar hacia su esposo.

- ¡Papá le prometió a Akira llegar temprano hoy! – le regañó hablando en tercera persona, con un pequeño puchero en sus labios.

- Tienes razón, lamento llegar tarde. – reconoció su error y se disculpó sinceramente, agachándose a la altura de Akira. – Es que me detuve a comprar un regalo especial para ti. – anunció, sacando una pequeña caja de su saco con una sutil sonrisa.

- ¿Un regalo? – remarcó Akira con emoción creciente en sus ojos.

El mayor simplemente asintió y entregó la caja a la menor, quien la recibió entusiasmada.

- ¿Akira puede abrirlo? – preguntó tratando de contener la emoción.

- Por supuesto, es un regalo de tu padre. - asintió Shiori con cariño, alentándola a abrirlo.

Con el permiso dado, Akira comenzó a desenvolver la caja con cuidado para no rasgar el papel, incluso si su entusiasmo la embragaba. Finalmente, descubrió un peculiar muñeco en el interior, específicamente un cascanueces.

La niña examinó con delicadeza el cascanueces, desde el hermoso traje que le parecida el de un caballero hasta las facciones de madera. Este poseía un par de ojos rojizos y un cabello azabache apenas visible bajo el sombrero que llevaba.

- ¡A Akira le encanta! ¡Gracias, papá! – saltó emocionada, abrazando a su padre como muestra de agradecimiento.

- Me alegro que te gustara. – respondió Satoshi con un semblante apacible, al corresponder el abrazo.

Después de expresar sus gracias, la pequeña de cabellos rojizos se dispuso a jugar con el cascanueces en la sala, corriendo hacia allí.

- ¡Oh! Akira, no corras, podrías caerte... - advirtió Shiori con preocupación al ver cómo salía corriendo.

Yugen - Boku no Hero Academia [Especiales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora