¿FBI?

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C.10

El trayecto hacia la comisaría será algo que Iván desearía olvidar

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El trayecto hacia la comisaría será algo que Iván desearía olvidar. Las imágenes de destrucción y muerte que presenció lo perseguirían por mucho tiempo. Calles desoladas, coches abandonados en llamas, cadáveres por doquier y criaturas inhumanas acechando en cada rincón. Su instinto le pedía detenerse, buscar sobrevivientes, pero su mente estaba centrada en un solo objetivo: reunirse con León y Claire. Si estaban vivos, su única opción era llegar a la comisaría. Sabía que una vez allí, juntos podrían planear algo mejor. Pero por ahora, el camino hacia ellos era todo lo que importaba.

Cada paso era un desafío. Escalar cercas, sortear escombros y pelear con los zombis que se interponían en su camino se habían vuelto casi una rutina. En un momento, sus balas se acabaron. Sin otra opción, se armó con un tubo de hierro que encontró en el suelo, desgastado y oxidado, pero lo suficientemente fuerte como para partir cráneos podridos. Mientras más avanzaba, más se daba cuenta de que su llegada a la comisaría no sería tan simple.

El tiempo parecía ralentizarse mientras luchaba contra las criaturas. Cada golpe resonaba en su mente, recordándole la fragilidad de la situación. El sudor y la lluvia se mezclaban, dificultándole la visión, pero no podía detenerse. Los cadáveres se amontonaban a sus pies, pero su objetivo estaba cada vez más cerca.

Cuando finalmente divisó la comisaría, casi sintió alivio. Estaba tan cerca, pero no fuera de peligro. Decidió no arriesgarse a entrar por la puerta principal, pues esta estaba completamente infestada de zombis. Así que buscó una entrada menos obvia. Rodeó el edificio hasta llegar a la parte trasera, donde un árbol lo ayudó a escalar hasta el techo de una sección baja de la comisaria. Desde allí, tenía una mejor vista del área, pero también comprendió cuán vulnerables eran las entradas y cómo podrían haber sido invadidas.

El tejado crujía bajo sus pies, el sonido amplificado por la lluvia que ahora caía más fuerte. Sus pasos eran cautelosos, pero firmes. Mientras se desplazaba por el techo, vio un pequeño patio enrejado con una puerta que, con suerte, lo llevaría al interior de la comisaría. Pero justo cuando iba a moverse, notó una silueta más adelante.

Era imposible distinguirla completamente bajo la lluvia, pero su figura se recortaba contra el cielo tormentoso. Parecía una persona, alguien que también estaba en el tejado, y lo que más lo inquietó fue la velocidad con la que empezó a moverse hacia él. Aquella silueta No se movía torpe como los zombis, sino rápido, determinado.

—¡Oye, oye! —gritó Iván, su voz apenas audiblemente por encima del sonido de la lluvia.

La figura se acercó aún más rápido. Iván se preparó para pelear, su cuerpo tenso, el tubo de hierro listo en su mano. Pero entonces, algo cambió en la forma de moverse de aquella persona; en el último segundo, la silueta le gritó:

—¡Cuidado, detrás de ti!

Iván giró bruscamente, su corazón deteniéndose por un instante. Justo detrás de él, una abominación se lanzaba hacia él, garras largas y afiladas como cuchillas, listas para atravesarlo. No pensó, solo reaccionó. Rodó hacia un costado, esquivando por los pelos el ataque que lo habría matado al instante. Al levantarse de nuevo, pudo ver claramente a la criatura que lo acechaba.

AMIGO RUBIO // Leon S. Kennedy //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora