Male reader Y Leon S. Kennedy
- - - - - - - - - - - - -
"lector", hijo único y heredero de una poderosa compañía, toma la valiente decisión de abandonar la vida de privilegios y expectativas familiares para cumplir su promesa: convertirse en agente...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Quién pone eso ahí?
-------------------------------------------
El estacionamiento de la comisaría estaba sumido en penumbra, iluminado apenas por los faros de algunos autos abandonados. La atmósfera era opresiva, cargada de un silencio espeso que hacía eco entre las columnas de cemento y los destellos de luz parpadeante. Iván y León avanzaron cautelosamente, sus sombras proyectándose en el suelo mientras se acercaban a la reja metálica que bloqueaba la única salida.
La reja era alta y sólida, hecha de gruesas barras de metal que parecían imposibles de forzar. Al acercarse, notó el panel del lector de tarjetas a un lado. Iván frunció el ceño, observando el sensor.
—Nope... es con lector de tarjeta —murmuró, frustrado, mientras inspeccionaba los detalles de la cerradura electrónica, sin ninguna tarjeta que pudiera ayudarle.
—Quizá morir habría sido más fácil —suspiró Leon, su tono cargado de agotamiento y resignación.
Perdidos en el peso de su pesimismo, ninguno de los dos notó la presencia adicional en el lugar, hasta que Iván sintió de rose un toque frío en la parte trasera de su cabeza. Un escalofrío recorrió su columna: "¡Un arma!" Pensado al instante, congelado en el lugar.
—Mírate... no imaginé que llegarías hasta aquí —dijo una voz femenina con un tono irónico. La mujer, de porte elegante, vestía un saco beige y lentes ahumados que reflejaban la poca luz del lugar. Apuntaba directamente a Iván, observando de reojo los movimientos tensos de León.
—¿Quién eres? ¡Baja el arma! —dijo León con voz firme, levantando su pistola y apuntando hacia ella, sus ojos fijos y cautelosos.
—Hm... Ada Wong, FBI —respondió ella, sacando una placa con un gesto despreocupado y mostrándosela con una leve sonrisa. Sus ojos ocultos tras las gafas destilaban calma.
Iván y León intercambiaron una mirada breve y, tras un segundo de tensión, Ada y Leon bajaron sus armas.
—Conozco esa voz... —susurró Iván, girando lentamente para enfrentar a la mujer. Había algo en ella que despertaba memorias, algo inconfundible.
—Entonces, sí te acuerdas —replicó Ada, esbozando una media sonrisa con cierto toque de satisfacción.
—Iván, ¿quién es ella? —preguntó León, sin bajar del todo la guardia, alzando una ceja con desconfianza.
—Está bien, León. Si no fuera por ella, tal vez no estaría vivo ahora —respondió Iván, interponiendo una mano para tranquilizarlo.
—Bueno, me tomaré el crédito por eso —dijo Ada con voz suave, cargada de una confianza que bordeaba la arrogancia.
—Aun así... ¿qué haces tú aquí? ¿Qué está pasando realmente? —preguntó Iván, sintiendo cómo la tensión crecía en el ambiente. Pues aquella mujer debía saber algo mas sobre toda esta mierda
