(1)Suspenso

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Odiaba los inicios escolares, o mejor dicho odiaba la escuela en general. Rezaba porque llegase el horario de salida y volver a casa, aunque allá tampoco tenía nada interesante que hacer...

Este año estaría en otro colegio, y por primera vez en uno privado. Mi padre había conseguido una posición mas alta y podía permitirme algunos lujos.

No conocía a nadie, por suerte se me daba bien hacer nuevas amistades.

Sonó el timbre de repente y no sabía exactamente que camino tomar. Se me ocurrió coger un atajo atravesando la biblioteca.

De repente escuché risas pero no caí en cuenta de que venían dos personas saliendo de allí.

-¡Dorian!- escuché a alguien que venía detrás mio , pero no voltee a ver.
De la biblioteca salió un chico alto de cabello negro. Tenía unos ojos felinos y una mirada penetrante. Los rizos le caían a los costados sin llegar a la mandíbula, la cual estaba bien marcada. Miró su reloj y vi el tatuaje de escorpión que tenía en la muñeca. Luego pasó a mi lado ignorándome por completo.

-Tres minutos. Te dije que no tardaría más que eso.- dijo el chico que acababa de ignorarme.
-Ya pero me parecieron horas- respondió la chica que lo había llamado. El chico de al lado solo se rió y luego desaparecieron entre la multitud.

Me quedé mirando sin darme cuenta que había alguien observándome.

-Hola-me dijo un chico sonriendo.
-Hola, me asustaste- dije algo avergonzada.
-Perdón, no era esa mi intención. Veo que aún no sabes donde es tu clase.

Y no, realmente no tenía ni idea.
-Eres de primer año?- preguntó curioso y al ver q no respondía prosiguió- Es que también soy nuevo, salvo que sí se donde queda la clase.
-Ya...
Respondí sin mucho entusiasmo
Me miró perplejo, poniendo sus ojos como platos.
-Olvidé presentarme. Soy Dexter, el hermano del idiota al que te quedaste mirando embobada.
-Yo no he mirado a nadie -Mentí, claro. ¿Quién no miraría a tal monumento?
-Claro... Bueno, y tú eres?
-Emilia
-Un placer conocerla
Hizo una reverencia y continuamos hablando.
A decir verdad se daba un aire a su hermano. Tenía los mismos ojos verdes, y el cabello rizo, solo que en vez de ser peli negro era rubio, casi albino. Al llegar a clase nos sentamos juntos y dimos unas cuantas materias aburridas, pero al llegar el horario de almuerzo desapareció por el pasillo.

Bien, estaba sola de nuevo. Suspiré por un segundo y seguí caminando sumida en mis pensamientos. Estaba tan entretenida que choqué con alguien sin darme cuenta.

Era él. Era Dorian. Contuve la respiración al tenerlo tan cerca, había caído encima de él y sentía todo... Literalmente todo. Pero él solo se paró, sin decir una palabra recogió sus libros del piso y siguió su camino con cara de indiferencia.
¿Pero qué le pasaba a este? ¿Me estaba ignorando o qué?
Juro que esperaba la reacción normal de cualquier persona, que me empujara o incluso que me gritara... Pero no, era completamente inmune a mi persona.

(...)
De regreso a casa todo iba tranquilo. Pasé por la panadería y compré unas donas para llevar. El camino se me hizo corto ya que solo podía pensar en aquel chico tan extraño, aunque mis pensamientos se extinguieron completamente al verlo cerca de mi casa.
¿Era él? ¿Realmente era él?
Salí corriendo en busca de la respuesta , pero al doblar la esquina había desaparecido.
¿Que hacía aquí?
El destino me la estaba jugando, y bien jugada, me había topado ya con el varias veces en un mismo día, ¿cómo era posible algo así?
Lo peor del caso era que estaba pensando en él demasiado y yo no estaba para enamoramientos.
Traté de despejar mi mente dándole un mordisco a una dona.
-mmm- susurré para mí.
De verdad que las donas estaban sabrosas, sin duda alguna esa era mi panadería favorita. Seguí de camino a mi casa y me detuve frente a la puerta, la cual tenía enfrente "un papel en blanco", aparentemente. La cosa se ponía interesante. Para muchos de ustedes solo sería un papel en blanco pero yo sabía de estas cosas...
Me apresuré a entrar y subir las escaleras a toda velocidad hasta llegar al cuarto. Me senté frente al escritorio y busqué una lupa. Nada. Seguía sin descifrar el código, y así pasé las siguientes 3 horas tratando de averiguar lo que decía, claro q en vano porque no encontré nada. Estaba empezando a dudar de mis conocimientos y comenzando a pensar que solo era eso... Un papel en blanco.

Me permití descansar un rato, y prepararme algo de comer. Aunque no lo parecía había pasado bastante rápido el tiempo y lo único que había hecho era pensar en ese idiota y en esa "estúpida nota".

Llamé a una amiga para tratar de despejar mi mente. Hace mucho no sabía de ella y quería saber como estaba.

-Y entonces le dije un poco de verdades a la vieja esa-me empecé a reír tanto que me dolía ya el estómago.
-No me lo puedo creer- dije tratando de aguantar la risa y secándome unas pequeñas lágrimas tímidas que empezaban a asomarse por mis pestañas-Imagino la cara de la pobre anciana- no pudo soportar lo último que dije y ambas estallamos en carcajadas.
A veces mi amiga solía ser muy impredecible. Esta vez se le había rebelado a su jefa pidiéndole la renuncia y como no se la quiso dar le dijo un par de cosas bastante horrendas.
Pobrecita, no sabía con quién estaba tratando.

En medio de nuestra sonora conversación algo nos interrumpió.
Una llamada entrante de un número desconocido...

Del cielo al infierno solo hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora