(9)Blanco y negro

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Me di la vuelta, como si nada. Si algo había aprendido en estos días era a no meter mis narices en donde no me llamaban.
Volví al auto, poniendo mi mejor cara de aburrimiento para no alarmar a mi amiga.
-¿Entonces solo era un accidente?- preguntó una Adele curiosa.
-Sí- me encogí de hombros- Un infortunio.
Se pasó una mano por la cara.
-Esto nos tomará horas.

Y como no, desgraciadamente mi amiga tenía razón. La noche iba a ser bien extensa.

(...)

Ya había pasado un mes desde el "accidente" y muchas cosas habían sucedido. Dexter me había pedido salir y yo había aceptado. Adele se había traslado a mi escuela, ya que Adeline-su madre- era la nueva directora, así que podía mezclarse entre los niños ricos, casi tanto como yo. También había hecho una nueva amiga.

Danielle y yo nos habíamos topado unas cuantas veces en la biblioteca, solo era cuestión de tiempo para que nos hiciéramos amigas. Una de las cosas más buenas que me habían pasado en toda la semana.

-¿Y qué crees del helado de chocolate?- preguntó el rubio que sostenía mi mano.
-No me gusta-arrugué la nariz- solo me gusta el de fresa. Ah y el de nuez y mora.

Nos detuvimos frente a una heladería que quedaba cerca de su casa. A pesar de insistirle que íbamos demasiado de prisa con la relación, el insistía en que quería llevarme a su casa, según él, sin segundas intenciones. Ver para creer.

-Eso es porque no has probado el de Daddy Ice, el mejor helado de chocolate del mundo- sonrió y me dio a probar de su helado.-¿Que tal está?

Lo saboree por un segundo, y me di cuenta de que tenía razón. No estaba mal, pero no me convencería de comer helado de chocolate.

-No esta mal, pero sigue sin gustarme- le devolví su helado y me pasó el mío, de fresa y menta, mientras me hacía una mueca.

Al final me convenció de probar el de menta, y no me arrepiento de haber cedido. Estaba para morirse. En el buen sentido.

-Oye, no te sientas mal, al menos no te he dicho que estaba incomible.
Puso los ojos en blanco y yo le di un mordisco a mi barquillo. Sin duda, estaba delicioso.

Al cabo de un rato nos sentamos en un banco y me permití observarlo mejor. Traía el pelo alborotado por el viento y sus ojos verde claro resaltaban por el sol. Unas pecas casi invisibles surcaban su rostro, cual titilantes estrellas en el cielo. Sus labios estaban de un color opaco, por el helado de antes. Y la niña de sus ojos se agrandaba lijeramente.

-¿Qué?- me miró divertido- ¿A caso viste un defecto que no te gustó?
Negué con la cabeza. El suspiró aliviado, y me dio un beso en la mejilla.
-Menos mal.
Le regalé una sonrisa y seguimos hablando de puras cosas banales.

Después de que nos besamos en la fiesta, había cambiado mi forma de verlo. Empezaba a notarlo más, y solo bastaron unas pocas semanas para que lo nuestro se hiciera formal. Las chicas a mi alrededor suspiraban y otras me miraban con recelo. Estar con un Spencer, era cruzar la línea de la popularidad y a la vez la línea de la rivalidad.

Dex me había prometido llevarme a su casa y allí estábamos. Frente a la mansión B&W (Black and Withe). Literalmente.
Las imágenes del día de la fiesta volvieron a mi cabeza y el estómago me dio un vuelco.
El pareció notarlo y me sostuvo con más fuerza la mano.
-Hey, no te preocupes. Ya el asesino está en donde pertenece.

Yo sabía que no era así, pero el no tenía como saberlo.

Me limité a asentir y nos abrimos paso hacia su casa.
Las paredes blancas se iluminaron en cuanto el mayordomo abrió la puerta. Unos rayos de sol se colaron dentro emocionados.
-Señor Dexter- Lo saludó neutro- Señorita...
-No seas abuelo Tomas- Dex le sacudió el cabello y tiró de mi brazo haciéndome correr junto a él. Nuestra risa hizo eco por todo el pasillo y cuando llegamos al final nos detuvimos con la mano en el pecho.
-¿Cuál es el escándalo?
Ambos nos volteamos en dirección opuesta y vimos a Danger sentado en una silla, leyendo un libro.
A Dexter le hizo gracia.
-Pero si es mi hermano favorito.
-Eso dices cuando quieres algo.
-Pfff.
El peli castaño me echó una ojeada de arriba a abajo y una sonrisa siniestra se apareció en su rostro. Me estremecí ante ese acto.
-No me habías dicho que tenías novia.

-¿Se te perdió algo renacuajo?

Los recuerdos empezaron a aparecer, y el ensanchó más su sonrisa, como si pudiera leerme la mente.

Un silencio inundó el pasillo y el castaño reanudó la conversación.

-Deberías sentirte afortunada- una mueca de amargura se le formó en el rostro-Eres la primera que trae a la casa.

Dexter estaba que no hablaba. Parecía que los ratones le habían comido la lengua. Aunque por lo sonrosadas que estaban sus mejillas pude notar que era verdad.

-Me voy a duchar- dijo al fin. Miró a su hermano de reojo y vi la rivalidad que había entre ellos. Tal vez en la familia pasaban cosas de las que yo no estaba enterada. Y por lo pronto tampoco quería saber.
-No te muevas de aquí, vuelvo enseguida- me prometió y luego desapareció por el pasillo.
Suspiré a medias. Había cierta tensión en el aire, que ni con un cuchillo afilado se podía cortar.

Danger pasó otra página de su libro con una expresión de plomo. Mis nudillos ya estaban blancos de tanto apretar mis manos contra los muslos.

El sonido de otra página me sacó del trance y me adelanté a ser yo quien rompiera el hielo.

-¿Qué lees?
-¿Mmm?-Levantó la vista, prestándome atención entonces.
-El libro-lo señalé-¿De qué trata?
-El cuervo dijo nunca más- ladeó su cabeza- Edgar Allan Poe.

Y mi rostro paliceó.

Del cielo al infierno solo hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora