(13)Secretos

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Emilia

Eché un vistazo al auto y ahí estaba. Dorian se encontraba acariciando el volante, con una ventanilla abajo.

Resoplé molesta.

¿Qué acaso no podíamos mi novio y yo tener nuestro momento a solas? ¿Era mucho pedir?

Entré a la casa y me puse los zapatos de mala gana. Agarré la mochila y cerré la puerta con llave. Recordé que no debía dejarla bajo el tapete, así que en su lugar la eché en un bolsillo de mi chaqueta. Había que ser precavidos.

Caminé junto a Dexter sin dirigirle la palabra. Aun estaba molesta con él por no decirme que iríamos acompañados. No era su culpa, lo admito, pero de todas formas no le costaba nada avisar.

Antes de que el rubio lo hiciera me adelanté a abrir la puerta trasera y me deslicé hasta el fondo. Él se colocó donde antes estaba su hermano y Dorian se limitó a moverse al puesto de copiloto. Era lo que tocaba.

A pesar de ir en auto el camino era algo extenso. Así que decidí observar el paisaje mientras nos adentrabamos a la ciudad.
Los árboles se movían al compás del viento y yo les seguía con la vista. A veces estaba tan inmersa en la vida misma que olvidaba lo maravilloso que es el mundo. Los paisajes y las cosas terrenales que vemos diariamente. Supongo que no soy la única.

Volví a mirar adentro y entonces encontré a Dorian mirándome. Sus ojos felinos a través del retrovisor se encontraron con los míos y por alguna razón me estremecí.

La verdad es que los Spencer's me ponían nerviosa. Cada uno a su manera. No sabía exactamente el porqué, pero estar cerca de ellos era como mirar dentro del el armario cuando todo estaba a oscuras.

Solo esperabas que hubiese un monstruo dentro...

Aparté la mirada, sintiéndome incómoda.

Gracias a Dios que ya habíamos llegado, porque estoy segura que no hubiese aguantado un minuto más en el bendito auto.

Bajé rápidamente y cerré la puerta tras de mí. Cuando pensé que los había dejado atrás una mano me detuvo. Creí que era mi rubio, pero estaba equivocada.

-Oye-Dorian apretó los labios- Sé que nuestro comienzo no fue el mejor pero,- estaba segura de que ocultaba algo- dadas las circunstancias, creo que deberíamos comenzar de nuevo.

Parpadee sorprendida. No solo por el hecho de que apareciera de repente, si no porque Dorian no parecía el tipo de chico que se disculpaba así por así. De todas formas no me oponía a su cambio de parecer repentino, aunque todavía estaba molesta por la conversación del otro día.

Abrí la boca, pero me interrumpió.

Que novedad.

-¿Al menos me darás un abrazo?- fruncí el ceño. Creí que lo decía en broma, pero al verlo con los brazos extendidos me di cuenta que no lo era. Menudo extraño.

Me incliné hacia delante y correspondí el abrazo, confundida.

-Sé que estás tramando algo - abrí los ojos de par en par y él se acercó más a mi oído. Su colonia inundando mis fosas nasales- Solo espero que no me involucre ni a mí, ni a mi familia, porque de ser así estás acabada.

Se echó hacia atrás y me sonrió. Cerré los puños a los costados y di un paso al frente. Él enarcó sus cejas, retándome.

-No olvides que mi hermano está mirando.

Apreté mi mandíbula, molesta.

Mi mirada se encontró con la de Dexter, que al parecer estaba esperando una reacción por mi parte. Y luego con Danger, que estaba de brazos cruzados con la espalda recostada en el taquillero. Parecía estarse divirtiendo.

Me pregunto cuánto había escuchado.

Dorian levantó la mano, esperando que la apretara. Dudé por un segundo y luego levanté mi mano derecha, deteniéndola a mitad de camino.

¿En serio harás una tregua con este idiota?

Ignoré a mi conciencia.

Estreché mi mano con la suya, aceptando lo que sea que me había propuesto.

- Nos vamos a llevar muy bien, Cuñada.

(...)

La tarde estaba siendo bastante pasadera. Me encontraba en Sunergos Coffee. Una cafetería cercana a mi casa. Había acordado con Danielle de hacer los deberes allí después de salir de clases.

Era reconfortante tener una amiga que asistiera a la misma clase que yo, y que a su vez compartiera gustos conmigo. Me hubiese gustado que Adele también estuviera aquí, pero los de tercer año aún estaban en la escuela, dando clases de preparación para la universidad.

Bajé la mirada y ojee mi cuaderno. Unos cuantos apuntes resaltaban con plumón.

-Nos vamos a llevar muy bien, Cuñada.

Me puse tensa al recordar sus palabras y Danielle pareció notarlo.

-Eh,¿estás bien?- puso una mano encina de la mía.
-Si, si- la tranquilicé.

¿Lo estaba?

-Bueno, creo que es mejor empezar por la más difícil- dijo refiriéndose a las materias.

Asentí con la cabeza y las dos dijimos al unísono: -Matemáticas.

Me estaba explicando una duda, acerca de un ejercicio y me permití darle una ojeada rápida.

Traía su cabello azul recogido en una coleta alta. La cara redonda y pálida, como casi todas las chicas nativas de Estados Unidos. En su nariz tenía un aro de plata que resaltaba sus facciones. Unos ojos grandes y azules y unos labios carnosos. No parecía la típica chica que estaba todo el día sentada en la biblioteca.

Irónico,¿no?

La camarera se acercó para entregarnos nuestras bebidas y nos dimos un receso. No había nada mejor que un capuchino para aliviar tensiones. Dani miró a la chica con el ceño fruncido y eso pareció incomodarla.

-¿Algo más?

Ambas negamos con la cabeza y luego se retiró, dejándonos nuevamente a solas.

Me preguntaba si Danielle la conocía. Sin embargo no me atrevía a preguntarle. No éramos tan cercanas todavía.

Un teléfono comenzó a vibrar. Revisé mi mochila, pensando que se trataba del mío hasta que vi a mi amiga peliazul con una expresión indescifrable en el rostro.

Logré leer el nombre del contacto y me quedé paralizada.

Big Dick💕

Esta chica ocultaba mas cosas de las que yo imaginaba...

Del cielo al infierno solo hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora