(7)T.Weeknd

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Las manos me temblaban. No podía parar de llorar. La rabia me estaba consumiendo. ¿Cómo pude ser tan ingenua? Sospechaba del hermano, sabía que no tenía buenas intenciones pero ella... Joder. Ella me agradaba, incluso después de verla con el director yo... Yo...
Una lágrima caminó despacio por mi mejilla. Tibia y salada. Llegó hasta mi paladar dispuesta a que la saborese. Tragué despacio, intentando tragarme la rabia, la tristeza y la decepción junto con ella. Entonces recordé sus palabras.

Si crías un cuervo te sacará los ojos, a menos...

Encendí la tele con la esperanza de encontrar la respuesta que tanto esperaba. Nada. Sentí una punzada en el estómago. Me sentía como Ligh con su Death Note. Esperando escuchar en las redes la muerte de un pervertido. Respiré hondo. ¿A caso estaba del lado del asesino?
Negué con la cabeza ignorando que estaba sola.
¿Entonces por qué deseaba tanto que él muriese?
Saqué una toalla desechable y me soplé la nariz.
Mi madre entró a mi habitación sofocada, parecía que había recorrido toda una maratón. A penas y respiraba correctamente.
-¿Adivina a quién atraparon? ¿pero qué demon... estabas llorando?
Aparté la cara de vergüenza. No me gustaba que me vieran llorar. Era como si mi corazón estuviese desnudo, expuesto a la vista de todos. Sentía como si el verme frágil e indefensa les diera ventaja sobre mí.
-¿Me vas a contar o qué?- se sentó a mi lado, dejando el celular encima de la cama. Me pasó la mano por la espalda y luego sostuvo mi rostro con la otra mano -¿Acaso aún estás triste por lo que pasó en la fiesta?
Y sí, lo estaba. Pero no de la forma en la que ella creía. La impotencia me estaba matando. Tenía que hacer algo al respecto. Me incorporé dándole una sonrisa falsa.
-No importa, ya se me pasará... Por cierto, ¿qué era lo que me ibas a mostrar?- dije mientras miraba de reojo el móvil aún encendido de mi madre, que estaba a punto de apagarse.
Pestañeó un segundo, analizando mi cambio de humor. Aun así me respondió.
-¡Ya el asesino está tras las rejas!.
El corazón se me detuvo.

No era posible.No podía ser posible. Y de serlo, ¿qué haría ahora con Lucas?
Miles de ideas pasaron por mi mente. En todas terminaba igual. *Matándolo*. Traté de recomponerme. No podía perder la esperanza. Quería creer que el verdadero Kira se encontraba bien, en su escondite, o en donde fuese. Pero que se encargara del enfermo de Lucas.
-Enséñame la noticia.
Me entregó el cell y leí detenidamente donde explicaba como había sido la muerte de la zorra de Miriam. Seguí bajando hasta que apareció una foto del supuesto asesino. Tensé un poco la mandíbula hasta que la imagen cargó. Lucas Wright. Hermano de Miriam Wright. Los músculos de mi cara se suavizaron un poco al descubrir que el cabrón estaba donde merecía. Debería pudrirse en la cárcel. Sonreí para mis adentros y no pude creer lo feliz que estaba de que no hubiesen dado con él. Pero por muy bueno que fuera, no podía romantizar a un asesino.
Alguien tocó la puerta y volví a la realidad.
-Adelante- dijo mi madre al ver que yo no respondía. Nuestros ojos se encontraron y entonces reparé en quién era.
Adele. Mi mejor amiga. Traía su cabello afro suelto, como siempre. Se lo había pintado de rojo la última vez que la vi, pero ahora estaba casi naranja, desgastado por los meses. Traía puesto un vestido de látex rojo y unas panties negras que resaltaban sus pantorrillas. Sus labios rojo vino gritaban "i'm femme fatale". Y lo aplicaban. Para finalizar no podían faltar sus botines de látex rojo también. Me olía a que había una salida de por medio.
-Las voy a dejar a solas para que hablen mejor- mi madre se levantó de la cama- Cualquier cosa griten, estaré en la sala viendo la novela.
Asentimos con una sonrisa cómplice.
-Bro, hueles a puta, y de las caras- solté luego de que mi madre saliera del cuarto. Me llevé ambas manos a la cara intentando no reírme por lo que acababa de decir.
Esta chica podía enamorar a cualquier hombre si quisiera.
-A que sí, ¿no te jode?
Arrugué la nariz y puse mi mejor cara de detective.
-Por cierto, no quiero cortarte el rollo pero...¿A qué se debe tu inesperada visita?
-¿Puedo tomar asiento al menos?-
Ladee un poco la cabeza mientras cruzaba los brazos.
-¿Y de cuando acá tu pides permiso para sentarte?
Ambas nos echamos a reír. Ade y yo nos conocíamos hace años. Ambas estábamos pasando por una situación similar, así que conectamos al instante.
-Ya, pero hablando serio, ¿que te trae por Louisville?
Su expresión cambió a una mas seria.
-He intentado decírtelo por llamada, pero no cogías el teléfono. Me daba apagado todo el tiempo, así que vine acá personalmente.

Lo había olvidado. Aquella noche de la fiesta mi móvil se había muerto, se que todo había sido obra del asesino, pero no me importaba en absoluto ya que me había recompensado con uno mejor.
-Perdí el teléfono en una fiesta- dije encogiéndome de hombros.
-Joder bro, ¿estabas borracha o qué?
Me rasqué la nuca con nerviosismo.No quería ocultarle nada a mi mejor amiga. Después de todo estos últimos años me había demostrado que era de fiar. Así que terminé contándole todo.
-Santo Dios.¡Está enamorado de tí!
-No,¡cómo crees!- dije poniendo los ojos como platos- solo es parte de su trabajo.
-Y una mierda, Emilia, le gustas.
Sentí mis ardientes mejillas aparecer como el caliente sol de la mañana.Tenía que ser una broma. ¿Yo, gustarle a un asesino? Y lo que era peor aún, ¿que hacía sonrojándome por él? Alejé esos pensamientos de mi mente y pregunté.
-Por cierto, ¿cómo entraste?
-Dejas siempre las llaves bajo el tapete, Duh. Un clásico.
Nos reímos de nuevo. No me preocupaba en absoluto que ella entrase, pero al haber un asesino suelto y que según ella estaba "enamorado de mi" debía tener más precaución.
Su risa fue disminuyendo poco a poco y me dio una mirada pícara, de esas que yo conocía bien.
-Tengo dos entradas para el concierto de The Weeknd- sacó de sus ajustadores dos tarjetas que supuse que eran entradas.
Mis ojos brillaron de emoción, incluso más que los de ella. Iba a conocer a T.W en persona.

Del cielo al infierno solo hay un pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora