Me estremecí. No quería pensar que él era el asesino, porque de ser así estaba muy jodida.
Danger acercó una mano hacia mí y me eché hacia atrás por impulso.
-¡No me toques!
Me dio una mirada juguetona, como si deseara saber lo que yo estaba pensando. Como si quisiera descubrir que estaba sintiendo.
Una gota de sudor me corrió por el cuello, fría y decidida. Capaz de hacerle saber lo que tanto anhelaba.
-¿Me tienes miedo?-enarcó sus cejas y yo levanté el mentón, haciéndole frente.
-No- mentí. Mi corazón amenazó con salirse de mi pecho.
Pum. Pum. Pum. Sentía que cada uno de mis latidos resonaban en todo el pasillo y que quizás, él podía oírlos.
-Deberías - se burló de mi mientras me daba una expresión indescifrable, tal vez pensando su última jugada.
-Sabes- añadió-Aunque cambies de charco siempre serás el mismo renacuajo.La sangre me empezó a arder. De un momento a otro había pasado de tener miedo a tener rabia. ¿Cómo se atrevía a insultarme? El hecho de ser pobre y esforzarme por dejar de serlo podía ser duro, pero él no tenía derecho a burlarse de ello, ni siquiera a husmear en mi vida privada.
Apreté la mandíbula. Me daba igual que fuese el hermano de mi novio. Danger me estaba haciendo enojar y eso que yo era una persona que no se enojaba fácilmente. Una sonrisa volvió a asomarse en su rostro, siniestra, para variar.
El tic del ojo derecho me comenzaba a brincar. Quería borrarle esa sonrisa de la cara aunque fuese lo último que hiciera.
-No tienes derecho a estar husmeando en la vida de los demás.
Danger torció su sonrisa hacia abajo, pero solo por un segundo. Luego adoptó una mirada neutral.
-La información es poder.
Alcanzó a decir. Abrí la boca para protestar, pero el levantó una mano.
-No te lo tomes todo tan a pecho. La vida solo es un juego de ajedrez- se encogió de hombros-Tu decides como jugarlo.Dicho esto se levantó arrastrando la silla hacia atrás y caminó sigilosamente hacia el inmenso pasillo que ahora parecía más largo que de costumbre.
<<Imbécil>> Traté de decir. Sin embargo no pude formular la palabra en voz alta.
Tenía tantas ganas de partirle la cara que había olvidado por completo porque estaba aquí.
Ni siquiera me di cuenta de que Dexter había salido del baño.
-Tierra llamando a Elsa.Parpadeo y vuelvo a la realidad, estupefacta.
-Ya te he dicho que no me llames Elsa - entorné los ojos.
-Ya, pero es que se parecen un montón.Si, si. Que tenía el pelo blanco, la piel clara y los ojazos azules. Me quedaba claro, pero por alguna razón el apodo no me gustaba. De hecho, en si odiaba todos los apodos.
-¡Lo que sea!- gruñí y eso pareció entretenerlo mas. Sin embargo no volvió a llamarme Elsa.
Tras un largo momento silencioso decidió aclararse la garganta.
-¿Quieres pasar arriba?
Puse los ojos como plato.
-¿Arriba?- repetí, como si estuviera sorda. Sabiendo a lo que se refería.
-Sí- asintió.La última vez que subí fue la noche de la fiesta. La casa en sí era un puto rompecabezas que no podía resolver, un acertijo, un laberinto sin escapatoria. Y por lo poco que pude observar allá arriba sabía que se refería a los cuartos. Iríamos a su habitación.
Tragué en seco. No quería pensar en lo que sea que fueramos a hacer allá arriba. Táchenme de mal pensada si gustan pero vamos... Ustedes tambien pensarían lo mismo.
-Bien- escupí al fin.
El rubio comenzó a caminar y sus pasos hacían eco por el espacioso pasillo. Yo iba detrás, siguiéndole el rollo. Con la cara mas roja que un tomate y sin saber qué sentía.
Tras subir las escaleras un escalofrío me pasó por la nuca. Voltee a ver el barandal. El mismo barandal del que habían colgado a Miriam. Me estremecí. Negué con la cabeza y seguí caminando. La primera puerta. Negra, como las demás, hacía contraste con el blanco de las paredes. La segunda lo mismo. La tercera-donde había visto a los dos chicos follando y la chica tocándose - y la roja, la bendita puerta roja con letreros amarillos.
-¿Qué onda con esa puerta?- pregunté curiosa.
-¿Esto?-señaló- Es la guarida de mi hermano Dan- se encogió de hombros.
-Puaj
-Sí, puaj.
Fingimos arcadas y nos reímos al unísono. Si Danger nos hubiese escuchado de seguro no le haría gracia.Que le den.
Nos habíamos detenido en la antepenúltima puerta- en la que vi "aquello" en particular. Giró del pomo de la puerta y me hizo el ademán de entrar. Sin titubear entré, preparada para lo que fuese. Sin embargo me sorprendió mas lo que estábamos a punto de hacer.
Dexter se tiró en la cama y me lanzó un mando de videojuegos. Lo miré confusa mientras lo atrapaba en el aire.
-¿Te gusta Mortal Kombat?
Sonreí.
-Ya lo creo.
Con una mano cogió otro mando para él y con la mano libre le dio una palmada al colchón, haciéndome entender que quería que me sentara a su lado. Lo hice y para ser sinceros, era el colchón más blando en el que había puesto mi trasero. Era tan cómodo que dudé si debía quedarme a dormir con él. Suspiré. Ya habría momento para eso.Después de tres minutos de pasar de avatar en avatar, había elegido a Kitana. Sabía que ella no me defraudaría. Y como no, si llevaba toda la vida-desde que empecé a jugar- eligiéndola a ella. Ya me sabía sus técnicas de combate y dominaba bien el mando. Dex no se quedaba atrás, pero a mi lado no era mas que una tortuga y no precisamente ninja. Era lento como el perdedor que era.
-¿Una revancha?- sentenció al escuchar el hermoso Kitana win. Yo solté una carcajada y asentí-¡Pero si gano tendrás que hacer lo que yo quiera, Dexter Spencer!
-¿Qué pasa si gano yo?-musitó. Voltee a verlo, con la sonrisa de oreja a oreja.
-No ganaras.
-¡Eso ya lo veremos!Y justo como le había prometido volví a ganar. Minutos después teníamos a un Dexter malhumorado que no aceptaba su derrota. Suspiré aliviada. No soportaría tener que deberle una. Resignado-no quedaba de otra- resopló haciéndose el molesto:
-¿Qué quieres, Emilia?Una sonrisa siniestra se dibujó en mi rostro.
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Del cielo al infierno solo hay un paso
Mystery / ThrillerTodo comenzó con una nota en blanco. Algo insignificante, absurdo quizas. Pero yo sabía que había algo oculto, un mensaje totalmente invisible al ojo humano. Lo que no sabia era que detras de algo tan pequeño vendría una masacre tan grande...