Travesuras en proceso (Merodeadores)

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—Estoy aburrido —anunció Sirius, dejándose caer de lado.

Remus reprimió un escalofrío. Esas dos palabras, que sonaban tan inocentes, casi siempre eran el preludio de una de sus travesuras. Esas dos palabras señalaban el comienzo de una aventura, de peligro, de momentos de apuro y de escapadas por poco. Y, sobre todo, esas dos palabras le decían a Remus que, probablemente, acabarían castigados antes de que terminara el día.

Remus y Sirius, junto con sus amigos James y Peter, asistían al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Los cuatro estaban en su sexto año. Eran las vacaciones de Navidad y, sinceramente, no solo Sirius estaba aburrido.

Lily, la novia de James, se había ido a casa por las vacaciones de Navidad. Habían pasado mucho tiempo juntos este último año y James la echaba muchísimo de menos.

Aria Bone, una estudiante de séptimo año de Ravenclaw con la que Sirius estaba saliendo, también se había ido a casa por Navidad, dejando a Sirius solo y aburrido. Y cuando Sirius se aburría, se metían en problemas.

Remus y Peter tampoco sabían qué hacer. A ninguno de los dos les gustaba estar así más que a sus amigos. La luna llena no sería hasta dentro de dos semanas y media, así que no tenía sentido ni siquiera planear su próxima aventura bajo ella.

Los cuatro estaban en la sala común de Gryffindor, desparramados en varios muebles. Frente a ellos estaba la chimenea, con un fuego crepitante que mantenía fuera el frío amargo del invierno. Aparte de ellos, la sala común estaba vacía. La mayoría había optado por pasar las vacaciones de Navidad en casa con sus familias este año.

De repente, Sirius se sentó derecho, una sonrisa asomando en su rostro.

—Ya sé —dijo—. Podemos ir a explorar. Encontrar un nuevo pasadizo secreto.

—Déjalo, Canuto —murmuró James, demasiado perezoso para siquiera sentarse y mirar a su amigo—. No hemos encontrado uno nuevo en meses. Creo que ya conocemos todos los que hay.

Sirius desestimó ese comentario con un gesto.

—No podemos conocer todos. Tiene que haber más por ahí que no hayamos encontrado.

—¿Y dónde sugieres que busquemos? —preguntó James—. Hemos revisado cada habitación de este castillo.

—Bueno, está... —Sirius dudó, buscando en su mente algún lugar en el que aún no hubieran mirado. Se desplomó nuevamente en su silla, derrotado.

—Te lo dije —dijo James.

—Debe haber algo que podamos hacer —dijo Sirius con frustración.

—Siempre podemos usar la capa de James para colarnos en la cocina y comer algo —ofreció Peter.

Remus puso los ojos en blanco. Peter siempre pensaba con el estómago.

Evidentemente, las grandes mentes piensan igual, porque Sirius, con tono de disgusto, respondió:

—¡Acabamos de comer hace media hora! Honestamente, Colagusano, ¿no puedes pasar cinco minutos sin pensar en comida?

—Bueno, tenemos que pensar en algo —dijo James—. No es divertido quedarnos tumbados aquí todo el día.

—Ya pensé en algo —refunfuñó Sirius—. Tú simplemente no quisiste hacerlo.

—Sirius... —James suspiró profundamente, como si llevara años soportando esa clase de cosas—. Incluso tú has admitido que conocemos Hogwarts como la palma de nuestra mano. Todo está aquí—. Se dio unos golpecitos en la cabeza.

—¡Eso es! —exclamó Sirius, enderezándose de repente en su silla.

—¿Qué es? —preguntó James, sentándose también. Él también parecía emocionado. Podía notar que Sirius tenía una idea.

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⏰ Última actualización: Oct 17 ⏰

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