31 de Octubre de 1981

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Creí estar segura; creí que hacía bien en confiar pero se ve que me equivoqué, y eso puede y me va a costar la vida a mí y a mi familia. Sí, el callado y tranquilo Pettigrew nos había traicionado. Lo supe ni bien los ruidos se escucharon en el jardín. Después de tanto tiempo tratando de escondernos de la realidad fueron en vano. Nos quedaban unos minutos, tal vez quince con mucha suerte. Los dos sabíamos que esto llegaría en algún momento, no podíamos escondernos toda la vida, pero no quisimos aceptarlo. Nos miramos y pude ver en esos ojos marrones que me vuelven loca que no se iba a rendir, el merodeador James Potter no se iría sin luchar. Llegamos a un acuerdo silencioso: no nos daríamos por vencido, aunque nos costara la vida. Pero a pesar de nuestro trato, el idiota de mi marido no me iba a dejar hacerle frente al hombre, si se le podía seguir llamando así, que arruinaría nuestra familia, a menos que sea estrictamente necesario.  

-Sube, yo le haré frente.- me dijo con una sonrisa triste. Una lágrima calló por mi mejilla hasta llegar al frío piso.

-Te amo... -susurré. Lo último que le diría a mi marido serían esas palabras que salieron de los más profundo de mi corazón.

-Yo también.- dijo él con su voz que me había robado el corazón.- Te amo Lily Evans.- me dijo antes de que lo besara. Fue un tierno beso de despedida. El último beso. En mi mente pasaron los millones de besos que nos dimos: tiernos, con pasión, tristes, etcétera, pero este era distinto, era un beso maduro de dos personas maduras aceptando el horrible destino que les tocó. Cuando nos separamos no pude evitar abrazarlo y sollozar pero tenía que ser fuerte y lo sabía.

Subí a la habitación de nuestro pequeño Harry con las lágrimas que no dejaban de caer por mis sonrojadas mejillas. Cuando llegue agarré a el pequeño mientras escuchaba el ruido de la puerta romperse. Mis sospechas se confirmaban, venía por nosotros. En ese momento mi corazón dejó literalmente de latir unos segundos al escuchar el grito que provenía de ese hombre que desde jóvenes trató de conquistarme. En mi mente se recreo todo lo que pasamos juntos: los besos robado en los pasillos de Hogwarts, las discusiones por pavadas, el nacimiento de nuestro pequeño Harry que era tan parecido a su padre salvo por sus ojos verdes como los míos, las charlas en el sillón mirando el fuego o viendo una película mientras reíamos, las navidades con los regalos tiernos y las cartas de amor, nuestro casamiento y los horribles nervios, el feliz  de los dos, la fiesta después, las tardes de risa y comida con los Merodeadores. Sentí que un pedazo de mi corazón desaparecía, nada de eso volvería a pasar. No más poemas abajo de mi almohada o besos en la playa mirando el amanecer. No más canciones dedicadas ni risas por las boberías que hacía Sirius. Todo eso que se había ido con él, con el azabache que formaba parte de mi corazón, mejo dicho era mi corazón. Se había ido, no volvería... Me dí cuenta que estaba llorando a mares y el pequeño Harry me miraba angustiado. Ese bebé tan parecido a él, lo único que me quedaba y mi último recuerdo sobre mi James, ese sinvergüenza irresponsable que se había ido dejándome en este mundo sin amor. No sabía que hacer en este mundo sin él, no creía poder vivir sin su presencia. Por más de que por alguna loca razón sobreviviera junto con Harry no importaría, una parte de mí había muerto inconscientemente. Pero recordé su mirada de confianza y supe que tenía que ser fuerte, él así lo querría. Miré a nuestro hijo con toda la dulzura y amor que pude reunir de mi destruido corazón.

-Te amo Harry, te amamos.- le dije.- Vas a sobrevivir.- le dije confiada. La angustia se estaba haciendo a un lado lentamente dejando un deseo de venganza y una furia que se apoderaba de mí pero lo controlé. No me importaba si moría pero ese animal no me quitaría nada más en mi vida, salvaría a Harry aunque fuera lo último que hiciera. Levanté la cabeza con confianza y una mirada severa cuando escuche los pasos subiendo las escaleras. Lord Voldemort se encontraba frente a mí con una mueca burlona en el feo rostro y miraba a mi hijo y luego a mí, así sucesivamente. Después largó una risotada que rebotó contra las azules paredes de la habitación del bebé. Después de que el eco se callara, apuntó con su varita a mi hijo, al pequeño Harry que solo era un bebé.

-Avada Keda...-empezó.

-¡No!- grité poniéndome en medio y recibiendo el impacto del hechizo. Un dolor que me recorrió hasta la punta de los pies y por mi mente pasó fugazmente una imagen que habíamos sacado unos meses antes en unas vacaciones a París: estábamos Harry, James y yo. Nuestro último momento feliz como familia antes de escondernos de ese asesino inmundo.

"JAMES" Eso fue lo último que la perfecta ex-alumna Lily Evans de Potter pensó antes de que todo se vuelva negro y perdiera la conciencia, esta vez para siempre...

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Créditos a: Mica de Argentina

Harry Potter⚡One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora